"S¨®lo las ideas hacen a la gente fan¨¢tica"
Escritora prol¨ªfica, Heller utiliza con frecuencia la prensa como veh¨ªculo para comunicar sus ideas. Ya lo hizo a trav¨¦s de la prensa occidental en 1968, cuando protest¨® por la invasi¨®n de Checoslovaquia por las tropas sovi¨¦ticas. Una de sus reflexiones es "la violencia en la sociedad moderna".Pregunta. Usted dice que la violencia es omnipresente. ?Sin salidas?
Respuesta. La sociedad moderna es muy violenta en muchos sentidos. Hay una violencia de mercado, una competencia extrema, grupos de presi¨®n que luchan ferozmente. Y hay una violencia cuerpo a cuerpo, sangrienta, que la sociedad moderna debe eliminar o al menos intentarlo. Con esa violencia soterrada y competitiva la sociedad puede funcionar, pero no con la sangrienta. Cuando el conflicto latente entre los grupos ¨¦tnicos se hace combate, ya es imposible la convivencia en el mismo territorio y dichos grupos se pueden llegar a herir tanto que podr¨ªan seguir luchando hasta el fin de los tiempos. Esta clase de guerras no pueden terminar con un tratado, cuando una raza ya s¨®lo quiere exterminar a la otra y no llegar a un compromiso.
P. Es pues un di¨¢logo imposible entre fan¨¢ticos.
R. S¨ª, y el fanatismo es siempre una forma de maldad, porque nunca surge de un estallido de insatisfacci¨®n, aunque s¨ª puede manipularlo, S¨®lo las ideas convierten a la gente en fan¨¢tica, no el descontento social o el sufrimiento. S¨®lo las ideolog¨ªas vuelven a las masas fan¨¢ticas. El fanatismo sabe combinar muy bien todos los elementos violentos.
P. ?Son las nuevas generaciones m¨¢s violentas que antes?
R. No. Simplemente, hemos refinado m¨¢s las formas de violencia. No podemos considerar los estallidos de violencia, las revueltas, como paradigma o representaci¨®n del mal, pues son simplemente formas extremas de insatisfacci¨®n. Los que organizan la revuelta deben ser castigados, s¨ª, pero tambi¨¦n deben ser solucionados los problemas que han conducido a la gente a la revuelta. No podemos asociar maldad con pasi¨®n, sino con la raz¨®n. El mal surge cuando la raz¨®n act¨²a sobre la pasi¨®n. Un principio del mal es cuando desde una raza o un sistema pol¨ªtico se dice: "Debemos exterminar a otra raza". o "Debemos eliminar o marginar a un grupo social". Una revuelta puede matar cientos de personas, pero el mal institucionalizado puede matar millones. La justificaci¨®n del mal no es la pasi¨®n, sino el odio, el resentimiento y la crueldad. El problema es que quienes fomentan el mal siempre encuentran una justificaci¨®n.
P. Y la pena de muerte, ?puede estar justificada?
R. Hay criminales brutales y tortuosos que no s¨®lo matan en un arranque de pasi¨®n, sino que est¨¢n sustentados por principios malignos y no sienten remordimientos. La cuesti¨®n es si ciertas clases de salvajismo justificar¨ªan la pena de muerte. La teor¨ªa disuasoria es que nada justifica la pena de muerte, porque nada impide repetir el delito. Yo suscribo la teor¨ªa la del justo castigo. Si hubiera pena de muerte s¨®lo para castigar a las personas realmente perversas, en el asesinato com¨²n tendr¨ªa mis dudas: el criminal suele delinquir en secreto y es dif¨ªcil probar las circunstancias. Es diferente con criminales pol¨ªticos. Son visibles, cometen sus cr¨ªmenes abiertamente y est¨¢n orgullosos. Ah¨ª creo que la pena estar¨ªa justificada.
P. ?Habr¨¢ nuevos totalitarismos?
R. Nada est¨¢ excluido en el futuro. Tampoco podemos saber si las democracias liberales sobrevivir¨¢n; tambi¨¦n hay en ellas elementos de insatisfacci¨®n, pero es que la democracia es algo vivo, transformable. Hay un resurgimiento de los peque?os nacionalismos. Los grupos ¨¦tnicos se autodefinen como separados. Hay un nuevo concepto de raza, que hoy significa ideolog¨ªa, y existe un gran ¨¦nfasis en la diferencia. La diversidad enriquece la democracia. La cuesti¨®n es un acuerdo entre todas las diferencias y opciones, y no fomentar el aislamiento y la hostilidad de los grupos.
P. ?Y cu¨¢l es hoy el papel del fil¨®sofo?
R. La filosof¨ªa en s¨ª misma no es ¨²til, es algo que el pensador hace por su propio disfrute, pero as¨ª desarrolla habilidades que pueden ser ¨²tiles para que otros interpreten. Como ciudadano, el fil¨®sofo no es m¨¢s inteligente y no tiene por qu¨¦ pesar m¨¢s que los dem¨¢s. Hay que plantear el papel del fil¨®sofo como el de un buen ciudadano que contribuye a la comunidad pol¨ªtica.
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