El Puma
Uno noventa y tres de estatura, 33 a?os de edad, un mocet¨®n. As¨ª suele describir Corcuera a uno de sus m¨¢s eficaces y contundentes colaboradores policiales. Al ministro se le hace la boca agua cada vez que describe a El Puma, porque en cierto sentido representa a ese atleta que todo ministro del Interior lleva dentro.Hete aqu¨ª que en el d¨ªa de autos estaba El Puma vigilando Plater¨ªas Madrile?as para que nadie se llevara la plata aprovechando la subversi¨®n obrera, cuando de pronto irrumpi¨® en escena do?a Cristina Almeida, que, en lugar de identificarse como se?ora diputada, lanz¨® gritos guturales, se lanz¨® sobre El Puma, dio un salto suprahumano y le arre¨® en la nuez de Ad¨¢n con el canto de su mejor mano de karateca.
Doblado por el dolor el mocet¨®n, aprovech¨® la diputada para subirse a sus espaldas y aplicarle la en otro tiempo llamada corbata de Lamb¨¢n, presa de lucha libre consistente en presionar con un antebrazo sobre el cogote de la v¨ªctima mientras con el otro se le aprieta la garganta en una especie de garrote vil manual. Casi asfixiado El Puma y a pesar de sus reclamos de que era padre de familia y que estaba dispuesto a pactar, porque hablando se entiende la gente, la diputada lo derrib¨® al suelo de un empuj¨®n, se puso ella misma en perpendicular a su cabeza, le coloc¨® un pie sobre la yugular, mientras con sus fornidas manos tiraba del brazo de El Puma.
Nadie se atrev¨ªa a intervenir porque eran tales los rugidos que sal¨ªan de entre los labios espumeantes de la diputada y tal el respeto que impon¨ªa su condici¨®n de parlamentaria que todos permanec¨ªan paralizados. Consecuencia: El Puma se ha encogido y ahora mide 1,63, ha envejecido y todo el mundo le calcula los 70. Lo siento por nuestras afinidades pret¨¦ritas o presentes, Cristina, pero te pasaste.
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