Un f¨ªsico del Cl¨ªnico dice que el CSN nunca puso pegas sobre el acelerador
"El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) nunca puso ninguna pega", dijo ayer el f¨ªsico Miguel Angel Canellas sobre las notas del libro de operaciones del acelerador de electrones. Canellas, miembro del servicio de protecci¨®n radiol¨®gica del hospital Cl¨ªnico de Zaragoza, declar¨® ayer en el juicio por el fallo del acelerador que ha causado la muerte de 20 pacientes oncol¨®gicos.
Todos ellos tratados fueron sometidos a tratamiento con el aparato entre el 10 y el 20 de diciembre de 1990, 10 d¨ªas en los que el acelerador sobreirradi¨® a los enfermos.Canellas explic¨® que en el libro de operaciones se anotaba diariamente el n¨²mero de pacientes tratados e incidencias sobre las se?alizaciones de la puerta de acceso al mismo y cuestiones sobre el funcionamiento del aparato. "El CSN ha hecho anualmente una inspecci¨®n y nunca encontraron problemas", dijo Canellas, para quien el citado libro s¨®lo deb¨ªa recoger datos que afectasen a la protecci¨®n radiol¨®gica de los trabajadores.
La correci¨®n o incorrecci¨®n en el citado libro de operaciones y la actuaci¨®n de los miembros de protecci¨®n radiol¨®gica cada vez que el acelerador se averiaba centraron la sesi¨®n de ayer y, sobre todo, los interrogatorios a los testigos de dos de los abogados: el del Estado -que representa al Insalud- y el de Ram¨®n Hermosilla, de la General Electric.
El abogado del Estado hac¨ªa preguntas para reafirmar su tesis de que la efectividad de las reparaciones sobre el acelerador era competencia exclusiva del t¨¦cnico de la General Electric. Hermosilla, por su parte, defendi¨® que la supervisi¨®n del resultado de las reparaciones es responsabilidad del hospital.
Sebasti¨¢n Navarrete, m¨¦dico adjunto de oncolog¨ªa y marido de una de las encausadas, Araceli Hern¨¢ndez, Jefa del servicio de protecci¨®n radiol¨®gica del hospital, asegur¨® que nadie le dijo nada sobre las aver¨ªas que tuvo el acelerador los d¨ªas 5, 7 y 10 de diciembre de 1990. "Su mujer no le coment¨® nada sobre las aver¨ªas?, le pregunt¨® un abogado. "No", fue la escueta respuesta de este testigo, que durante parte de su declaraci¨®n se mostr¨® bastante nervioso.
Quien casi no se enter¨® de nada fue ?ngel Castillo, jefe de servicio de oncolog¨ªa radioter¨¢pica del centro. "Estuve de vacaciones unos d¨ªas y cuando regres¨¦ me enter¨¦ de los sucedido tarde y mal porque los miembros del servicio me quisieron evitar un disgusto. Hab¨ªa tenido dos infartos", relat¨®.
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