A vueltas con la flexibilidad laboral
Considera el articulista que, en general, ni los partidarios de la mayor flexibilidad ni los opuestos a ella suelen exponer an¨¢lisis globales sobre el mercado de trabajo, sino que insisten en los aspectos parciales que m¨¢s les convienen desde sus posiciones.
Incluso en ¨¦pocas de fuerte crecimiento, la oferta de ocupaci¨®n en Espa?a es tradicionalmente menor que la poblaci¨®n en edad de trabajar, y en los ¨²ltimos tiempos, adem¨¢s, la contrataci¨®n temporal se ha extendido m¨¢s all¨¢ de lo razonable. Ese doble impacto repercute negativamente en las condiciones de vida de millones de ciudadanos, conduce a la infrautilizaci¨®n de los recursos humanos, limita las posibilidades de expansi¨®n de las pol¨ªticas sociales y contribuye a explicar la baja productividad de empresas con plantillas inexpertas y poco formadas. Desde la ¨®ptica del empleo, nuestro pa¨ªs es injusto e ineficaz, y la correcci¨®n de sus carencias pasa, entre otras respuestas, por reformas en el mercado laboral. El empeoramiento de los datos de paro de los ¨²ltimos meses hace que la reforma sea inaplazable.Es verdad que ahora la coyuntura adversa explica buena parte del empleo que se destruye, pero hay otros factores que tambi¨¦n son relevantes, tanto en esta fase como en los momentos de reactivaci¨®n. Por eso, todos podemos estar de acuerdo en que la cantidad y calidad del empleo puede ser mayor o menor bajo unas condiciones econ¨®micas dadas. Las discrepancias comienzan a la hora de, dise?ar y aplicar medidas institucionales, sociolaborales y econ¨®micas capaces de traducir los buenos diagn¨®sticos en resultados concretos.
La OCDE, que ha analizado en profundidad las carencias de empleo sufridas por los pa¨ªses industrializados desde la crisis del petr¨®leo, apuesta por una serie de reformas estructurales, entre las que se encuentra la de la regulaci¨®n y funcionamiento del mercado de trabajo. ?ste debe ser m¨¢s flexible, m¨¢s adaptable a las nuevas circunstancias. Seg¨²n la OIT -que tambi¨¦n ha dedicado mucha atenci¨®n a las pol¨ªticas de empleo-, a finales de los a?os ochenta exist¨ªa a ese respecto un convencimiento bastante generalizado tanto entre los Gobiernos como entre las organizaciones de empleadores y de trabajadores. Aqu¨ª, no obstante, incluso mentar la flexibilidad es problem¨¢tico.
Informe Dahrendorf
Tanto la OCDE como la OIT sostienen la amplitud y complejidad del concepto de flexibilidad laboral. El Informe Dahrendorf, que constituye una magn¨ªfica s¨ªntesis de las reflexiones realizadas al respecto, afirma que la flexibilidad o rigidez del mercado de trabajo depende de muchos factores, que agrupa en seis categor¨ªas: costes laborales, condiciones de empleo, modalidades y h¨¢bitos de trabajo, disposiciones reglamentarias, movilidad externa o interna y, por ¨²ltimo, educaci¨®n y formaci¨®n. Como puede verse, estamos ante una cuesti¨®n que no admite tratamientos simplistas y para la que dif¨ªcilmente cabe evitar la discusi¨®n.
La OIT tambi¨¦n dice, advirtiendo contra las recetas f¨¢ciles, que los m¨¦todos para mejorar la eficiencia del mercado de trabajo, es decir, su adaptabilidad a las nuevas circunstancias en orden a facilitar la creaci¨®n de empleo, var¨ªan seg¨²n el contexto econ¨®mico, social e institucional de cada pa¨ªs, y que "la inadecuaci¨®n de las formulaciones te¨®ricas en relaci¨®n con muchos aspectos de la flexibilidad es impresionante".
Adem¨¢s, estos organismos han prestado atenci¨®n a la eficacia de las distintas estrategias de implantaci¨®n de ese tipo de pol¨ªticas. Una cita del ya mencionado Informe Dahrendorf ofrece una excelente s¨ªntesis de las conclusiones que se han ido decantando a ese respecto. Dice el informe: "A primera vista al menos, toda tentativa de flexibilizar el mercado de trabajo provoca inevitablemente un conflicto entre los intereses individuales y las necesidades econ¨®micas. Si as¨ª sucediera, la primera consecuencia que debe extraerse es que conviene conceder prioridad a los aspectos m¨¢s equilibrados de la flexibilidad La segunda consecuencia es la necesidad imperativa y continua de consultas y de negociaciones entre los que quieren el cambio y los que sufrir¨¢n sus efectos. La flexibilidad del mercado de trabajo no debe convertirse en un arma utilizada por un grupo contra otro. Si esto se produjera, habr¨ªa conflictos que impedir¨ªan todo progreso. Lo que hace falta es un pacto social mediante el cual todos los interesados se comprometan a buscar los medios necesarios para conseguir tanto la eficacia econ¨®mica como el progreso social".
Ni el equilibrio entre los intereses de trabajadores y empleadores ni la apelaci¨®n al di¨¢logo social suelen estar presentes en el planteamiento de esta cuesti¨®n en nuestro pa¨ªs. Es verdad que a nuestro mercado de trabajo, dados sus resultados insatisfactorios, no se le conocen defensores ac¨¦rrimos y s¨ª en cambio muchos detractores. Existe una amplia mayor¨ªa convencida de la necesidad de reformarlo, pero no siempre en el sentido de una mayor flexibilidad. Unos critican con m¨¢s o menos ¨¦nfasis la rigidez de los salarios, las dificultades a la movilidad o los mecanismos de despido, pero otros -los sindicatos principalmente- lo que atacan es la propensi¨®n de los empleadores -facilitada por la actual regulaci¨®n- a la precariedad de los contratos, y por ahora se niegan en redondo a discutir siquiera sobre los mecanismos de salida del mercado. En general, ni los partidarios de la mayor flexibilidad ni los opuestos a ella suelen exponer an¨¢lisis globales sobre el funcionamiento y los fallos del mercado, sino que insisten una y otra vez en los aspectos parciales que m¨¢s las convienen desde su posici¨®n respectiva.
Los argumentos utilizados tienden a descansar en posiciones de principio -s¨ª o no a la flexibilidad, s¨ª o no al despido libre o a la autorizaci¨®n administrativa de los expedientes de regulaci¨®n- a las que se atribuyen, respectivamente, efectos taumat¨²rgicos o perversos; se echan en falta juicios sosegados acerca del funcionamiento real del sistema y de las causas concretas de la carencia de empleo. Frente a los sabios consejos del Informe Dahrendorf, el debate se degrada por el uso de armas arrojadizas en todas las direcciones, sin conducir a ning¨²n resultado. Incluso en un tema sobre el que hay un amplio acuerdo, como el abuso de las contrataciones temporales, las conclusiones del llamado Informe Segura no han encontrado a¨²n, al cabo de dos a?os, ning¨²n eco normativo, si exceptuamos alg¨²n precepto aislado del Real Decreto-Ley sobre fomento del empleo y protecci¨®n del desempleo de la primavera pasada.
Programa de Convergencia
Tampoco se han conseguido avances significativos -pese a los deseos expresados por el programa de Convergencia y por los interlocutores sociales- en lo que concierne a la sustituci¨®n de m¨¢s de un centenar de ordenanzas laborales y reglamentaciones de trabajo a¨²n vigentes por una regulaci¨®n pactada de las categor¨ªas o grupos profesionales, con lo que la movilidad funcional dentro de las empresas se dificulta en alto grado. Tambi¨¦n existen numerosos obst¨¢culos, por causas culturales e institucionales, a la movilidad geogr¨¢fica, y la reforma del Inem sigue esperando, aunque todos la reclaman. De los mecanismos de ajuste de los excedentes de plantilla no se ha hablado seriamente en torno a una mesa de negociaci¨®n desde 1979, ni se vislumbra c¨®mo pueda hablarse. Pues aunque nadie propugna la implantaci¨®n del despido libre -impensable en el contexto de la Constituci¨®n Espa?ola y de las directivas comunitarias-, se agita ese espantajo para tratar de esquivar cualquier modificaci¨®n de los mecanismos de extinci¨®n de los contratos: mientras, quienes defienden tal modificaci¨®n se dejan imputar esas intenciones y- ni siquiera se esfuerzan demasiado por argumentar frente a sus oponentes.
Ante la dificultad de entablar un verdadero di¨¢logo -en lo que todos deben asumir su parte de responsabilidad-, la reforma del mercado de trabajo se aplaza una y otra vez, mientras que la situaci¨®n del empleo la demanda cada vez con mayor urgencia. Por eso hay que encontrar cuanto antes un calendario, un m¨¦todo y un orden del d¨ªa. En 1984, cuando se reform¨® el sistema de contrataci¨®n, se acert¨® en el momento -al final del ajuste- y en el m¨¦todo -di¨¢logo social-, pero falt¨® un an¨¢lisis global que enmarcase las medidas que se adoptaron. De ah¨ª el que ese planteamiento global sea ahora imprescindible para producir una reforma equilibrada, adem¨¢s de negociada.
El que estemos en a?o electoral no es argumento para aplazar una vez m¨¢s esta discusi¨®n. La oferta lanzada en este sentido por Felipe Gonz¨¢lez, y precisada por Luis Mart¨ªnez Noval, no merece caer en saco roto. El Ejecutivo propone abordar las reformas que sean necesarias desde una perspectiva de equilibrio -entre los intereses de las partes y entre los diferentes aspectos a considerar- con voluntad de encontrar posiciones de consenso, sin prejuicios ni tab¨²es, y sugiere el marco del Consejo Econ¨®mico y Social para albergar ese debate. La oferta conecta con el sentido com¨²n y la inteligencia que incorpor¨® Dahrendorf a su informe, hace ocho a?os. Por eso, y porque no hay razones para perder m¨¢s tiempo discutiendo si son galgos o podencos, es por lo que, no se comprenden algunas reacciones que se han hecho p¨²blicas en contra de esa propuesta. Desecharla ser¨ªa, adem¨¢s de una injusticia, una gran irresponsabilidad.
es diputado del PSOE por Madrid.
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