Lecciones de la crisis de la expulsi¨®n
La crisis que ha precipitado la expulsi¨®n de 400 militantes de Hamas parece derivar hacia cierta clase de soluci¨®n intermedia. Pero es de esperar que las crisis se repitan, ya que hay poderosas fuerzas, entre las que destaca Hamas, decididas a intentar una vez m¨¢s hacer descarrilar las negociaciones de paz entre palestinos e israel¨ªes, cuando no a reventarlas del todo. Por consiguiente, conviene extraer las cinco principales lecciones de esta crisis y as¨ª estar preparados para futuras emergencias.Lecci¨®n n¨²mero uno: ya es hora de llegar al fondo. Cuanto m¨¢s se prolonguen las negociaciones, mayor ser¨¢ el riesgo de intentos externos por hacerlas fracasar. La reciente crisis demuestra c¨®mo una inversi¨®n en operaciones relativamente limitada -tres atentados terroristas del grupo Hamas durante la segunda semana de diciembre perpetrados por una docena de activistas- dio lugar a represalias (la expulsi¨®n) por parte de los israel¨ªes, que a su vez provocaron la interrupci¨®n de las conversaciones por parte de la delegaci¨®n palestina -esa misma delegaci¨®n a la que Hamas pretende excoriar-.
Por tanto, intentemos alcanzar un acuerdo lo antes posible. Habr¨ªa que recordar la m¨¢xima de Henry Kissinger: "Si tienes previsto hacer una concesi¨®n, hazla una hora antes y a?ade el 10%". El hacerse el remol¨®n era una buena t¨¢ctica para el Gobierno de Shamir, empe?ado como estaba en preservar el statu quo, pero no para el Gobierno de Rabin, que est¨¢ sinceramente decidido a llegar a un acuerdo sobre la autonom¨ªa de Cisjordania y Gaza. Adem¨¢s, cuanto m¨¢s duren las negociaciones, mayor ser¨¢ la probabilidad de que la opini¨®n p¨²blica pierda inter¨¦s en ellas y se vuelva indiferente -cuando no favorable- hacia las iniciativas emprendidas para torpedear todo el proceso. Despu¨¦s de todo, las acciones terroristas de diciembre se produjeron despu¨¦s de que las negociaciones hubieran quedado atascadas en las semanas previas.
Lecci¨®n n¨²mero dos: habr¨ªa que debatir propuestas detalladas. Pero ?c¨®mo podemos saber sobre qu¨¦ cuestiones podemos hacer ciertas concesiones para favorecer el proceso y sobre cu¨¢les deber¨ªamos mantenemos firmes, ya sea porque se trate de asuntos vitales, o porque la opini¨®n p¨²blica se muestre especialmente susceptible? Esto s¨®lo puede conseguirse a trav¨¦s de un debate p¨²blico en torno a las propuestas concretas que los israel¨ªes han puesto sobre el tapete: las prerrogativas del Consejo de Administraci¨®n de la Autonom¨ªa (incluida la cuesti¨®n de la fuerza policial a sus ¨®rdenes); las tres zonas propuestas (zona ¨¢rabe, zona conjunta, asentamientos), su dimensi¨®n exacta y los principios subyacentes al trazado de sus fronteras, el nuevo despliegue de las fuerzas israel¨ªes; la manera y los medios de resolver las disputas (entre las administraciones ¨¢rabe e israel¨ª, entre los habitantes palestinos y los colonos); la cuesti¨®n, de si la autonom¨ªa requiere elecciones y, de ser as¨ª, cu¨¢ndo y seg¨²n qu¨¦ m¨¦todo. Ninguna de las partes ha iniciado todav¨ªa este debate p¨²blico. Esto es preocupante para m¨ª, como ciudadano israel¨ª, porque no creo que nuestro sistema democr¨¢tico sea capaz de tomar las dolorosas decisiones que requiere un acuerdo de autonom¨ªa sin un di¨¢logo real entre las ¨¦lites elegidas y el electorado.
Lecci¨®n n¨²mero tres: contenido, no s¨ªmbolos. El hecho mismo de unas negociaciones israelo-palestinas est¨¢ cargado de significado: implica que ambas naciones reconocen la existencia de la otra. Adem¨¢s, la cuesti¨®n del interlocutor palestino se ha resuelto recientemente por acuerdo t¨¢cito, o sea, una negociaci¨®n abierta entre Israel y una delegaci¨®n de habitantes de los territorios ocupados, constituida por miembros de la OLP (de la facci¨®n pro-Arafat), aun cuando Israel es plenamente consciente de la identidad pol¨ªtica de esta ¨²ltima y hace caso omiso del contacto directo que mantiene con el cuartel general de la OLP en T¨²nez. No se trata de una soluci¨®n definida y est¨¢ llena de una ambig¨¹edad creativa. que permite que cada parte la interprete como quiera. Pero es un gran paso adelante, ya que implica que Israel reconoce que sin el consentimiento de la OLP (o m¨¢s bien, de Arafat) los habitantes de los territorios no podr¨¢n aceptar ning¨²n acuerdo de autonom¨ªa.
?sta es una base lo bastante s¨®lida como para edificar sobre ella negociaciones significativas. No hace falta perder tiempo y energ¨ªa -como hacen tantas personas bienintencionadas en Israel y en otros lugares- en provocar un di¨¢logo abierto y oficial con los l¨ªderes de la OLP en T¨²nez. Ya se ha perdido un tiempo demasiado precioso por culpa de la crisis de la expulsi¨®n. Tanto m¨¢s cuanto que la perspectiva de un di¨¢logo abierto suscita demasiada ansiedad en una opini¨®n p¨²blica israel¨ª que recuerda muy bien el terrorismo desenfrenado de la OLP en el pasado. El da?o ocasionado por el debate en torno a "la OLP como interlocutor oficial" es inmediato e inmenso; las ventajas son bastante limitadas, especialmente despu¨¦s de que la Knesset aboliera la ley de 1986 que prohib¨ªa los contactos con la OLP.
Pero ?qu¨¦ hay de la necesidad de apuntalar el prestigio de la delegaci¨®n palestina ante los ojos de su propia opini¨®n p¨²blica? El problema de los actos simb¨®licos (como, por ejemplo, el reconocimiento de la OLP por parte de Israel) es que acaban resultando ef¨ªmeros y banales. El progreso en cuestiones sustanciales relacionadas con la autonom¨ªa es tangible y permanecer¨¢. Si Israel hace concesiones, por ejemplo, en asuntos relacionados con la fuerza policial de la autonom¨ªa, se calmar¨¢n muchos temores de la opini¨®n p¨²blica palestina, que a¨²n no est¨¢ segura de que la autonom¨ªa no quedar¨¢ indefensa (frente a una eventual intervenci¨®n israel¨ª o frente a los colonos). De ahora en adelante, el prestigio de la delegaci¨®n palestina se ver¨¢ fortalecido, de manera s¨®lida y fiable.
Lecci¨®n n¨²mero cuatro: no hay m¨¢s alternativa que combatir a los terroristas. Hamas es el enemigo declarado de la paz. ?C¨®mo combatirlo? Esta pregunta requiere una respuesta doble: a) Propiciar el proceso pol¨ªtico asesta un duro golpe a Hamas, porque abre las puertas de la esperanza a una poblaci¨®n que padece una grave privaci¨®n nacional y econ¨®mica; b) A nivel operativo habr¨ªa que hacer acopio de inteligencia, cortando de ra¨ªz los actos terroristas antes de que lleguen a perpetrarse, identificando y deteniendo a los que planean y perpetran tales actos y a quienes colaboran con ellos, especialmente a los llamados comandos Izz al Din al Qassam (si Hamas est¨¢ ahora relativamente tranquilo, se debe a la detenci¨®n hace un mes de 22 miembros de este grupo).
La tentaci¨®n de detener a miembros de la facci¨®n pol¨ªtica (frente a la militar) de Hamas puede volver a plantearse, como sucedi¨® con ocasi¨®n de la expulsi¨®n a mediados de diciembre (cuando se arrest¨® . a militantes de Hamas culpables de varios asesinatos). Pero el valor de esas medidas es muy limitado (como se vio con el caso de los 400 activistas pol¨ªticos expulsados), especialmente cuando se trata de un movimiento tan descentralizado como Hamas, en el que la facci¨®n militar disfruta de bastante autonom¨ªa y est¨¢ constituida por c¨¦lulas diminutas, m¨®viles y baratas de mantener, camufladas entre la poblaci¨®n civil. Es mejor concentrar el esfuerzo en combatir a los terroristas.
Lecci¨®n n¨²mero cinco: la expulsi¨®n es contraproducente. La expulsi¨®n es parte integrante del arsenal de medios legales de emergencia que ahora tiene a su disposici¨®n el Gobierno de Israel. El que apoye el proceso de paz deber¨ªa reconocer el derecho del Gobierno a utilizar esos medios para combatir a los enemigos del proceso de paz, siempre que lo haga de manera racional y limitada (y con derecho a apelar antes de la expulsi¨®n).
?Por qu¨¦ este uso limitado? Por el efecto perjudicial que la expulsi¨®n tiene en la opini¨®n p¨²blica en una era como la nuestra, dominada por la televisi¨®n. Con esto no s¨®lo me refiero a la opini¨®n p¨²blica occidental, sino tambi¨¦n -y concretamente- a la opini¨®n p¨²blica palestina. La psicosis de expulsi¨®n, como hemos podido observar durante las ¨²ltimas semanas, altera terriblemente al p¨²blico palestino. No s¨®lo convierte a estos expulsados en m¨¢rtires, sino que tambi¨¦n alimenta temores en cuanto a las verdaderas intenciones de Israel, resucita recuerdos del ¨¦xodo ¨¢rabe durante la guerra de 1948 y hace que la gente acepte el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª como un atolladero sin salida. La opini¨®n p¨²blica palestina -orgullosa pero harta de conflictos- es nuestro aliado a largo plazo en la b¨²squeda de la paz. Nosotros, los israel¨ªes, no deber¨ªamos darle de lado.
es orientalista, profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n.
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