"?Cu¨¢ndo ser¨¢ mi turno?"

"He vivido el proceso de la enfermedad viendo c¨®mo otros afectados iban muriendo semana tras semana. Siempre me he preguntado cu¨¢ndo me tocar¨ªa a m¨ª. Los dem¨¢s me dec¨ªan: Julio, t¨² aguanta". ?ste es parte del relato que ayer expuso ante el tribunal Julio Baz¨¢n Samitier, uno de los siete supervivientes afectados por el accidente del acelerador del hospital Cl¨ªnico de Zaragoza. Los otros 20 pacientes oncol¨®gicos que tambi¨¦n fueron sobrerradiados ya han fallecido.

Tiene 44 a?os, est¨¢ casado y tiene tres hijos de edades entre los 10 y 16 a?os. Despu¨¦s de dejar de trabajar durante una temporada, Julio Baz¨¢n se ha reincorporado a su trabajo en una entidad bancaria. Ayer cont¨® al tribunal c¨®mo le ha afectado f¨ªsica y ps¨ªquicamente el ser una de las v¨ªctimas del fallo del acelerador. Lo hizo con serenidad. "No puedo dormir por la noche. Llevo dos a?os en tratamiento psicosom¨¢tico. Mis hijos me dicen que en el colegio sus compa?eros a veces hablan de m¨ª, de mi enfermedad. Eso es dur¨ªsimo".

Este afectado ten¨ªa, y sigue teniendo, un tumor localizado en la zona dorsal. En diciembre de 1990 sufri¨®, una reca¨ªda del tumor y los m¨¦dicos le prescribieron aumentar las sesiones del acelerador. Fueron 10 en total, cinco de ellas cuando la m¨¢quina funcionaba correctamente. Las otras cinco, despu¨¦s del 10 de diciembre, por lo que sufri¨® los efectos de la sobreirradiaci¨®n, al igual que el resto de los enfermos tratados en esas fechas. "Tengo que decir que yo no sent¨ª nada anormal hasta 10 d¨ªas despu¨¦s (le las sesiones. El 30 habl¨¦ con los m¨¦dicos -cuando ya se hab¨ªa descubierto el fallo- y me citaron para el 2 de enero. Entonoces sent¨ªa un escozor, algo molesto", explic¨®.

Un agujero en la m¨¦dula

El efecto de la sobredosis sigui¨® su curso, destruyendo los tejidos sanos y provocando otras alteraciones, como ca¨ªda del pelo."Tanto los m¨¦dicos de Zaragoza como otros que he consultado en Francia me dicen que no saben cu¨¢l ser¨¢ exactamente la evoluci¨®n de la enfermedad. Pero ahora tengo la zona dorsal necrosada [muerta] y se me puede hacer un agujero a un cent¨ªmetro de la m¨¦dula espinal. Ustedes comprender¨¢n la gravedad".

Julio Baz¨¢n tiene claro que no se trat¨® de un accidente, sino de una negligencia. "Fueron negligentes tanto el t¨¦cnico [en referencia al operador de la General Electric que manipul¨® el acelerador tras averiarse] como sus jefes, que le apoyaron sin saber lo que ocurr¨ªa. Ahora, simplemente lamento que el accidente se hubiera podido evitar con un coste adicional de 200.000 pesetas con un sistema de seguridad instalado con posterioridad al fallo".

Baz¨¢n es el ¨²nico que no est¨¢ personado en el procedimiento como acusaci¨®n particular. Sus derechos los defiende exclusivamente el fiscal, quien ped¨ªa como indemnizaci¨®n 8.000 pesetas por d¨ªa de baja laboral. Julio Baz¨¢n cree que esa cantidad es ¨ªnfima y se reserva el derecho de iniciar acciones por la v¨ªa civil, dirigidas contra General Electric.