Una ciudad que lucha contra la verg¨¹enza
Si el reverendo Peter Tilley hubiera conseguido el dinero, la iglesia de Saint Mary habr¨ªa parecido preciosa cuando James Bulger la vio minutos antes de ser asesinado. La iglesia m¨¢s antigua de Liverpool est¨¢ llena de basura y de jeringuillas. Las tumbas est¨¢n destruidas. Los j¨®venes suelen utilizar los jardines para inyectarse hero¨ªna e inhalar pegamento. "La gran virtud de los habitantes de Liverpool era que siempre manten¨ªan la esperanza. Ahora la esperanza se ha ido y todo el mundo parece sumido en una depresi¨®n general", dice el reverendo.James lleg¨® a la iglesia despu¨¦s de haber recorrido dos millas y media desde el centro comercial de Bootle. Durante su marcha forzosa, fue visto por centenares de peatones. Por este motivo, la ciudad. siente una sensaci¨®n de verg¨¹enza colectiva y de culpabilidad, que estall¨® cuando una multitud intent¨® linchar la semana pasada a un sospechoso que result¨® ser inocente.
Las c¨¢maras de v¨ªdeo del centro comercial recogen el momento en el que James abandonaba el lugar, que tiene seguridad privada, junto a los dos ni?os. Un hombre, una anciana, una florista... Todos recuerdan haber visto a James de la mano de los menores.
El diario Liverpool Post, en un editorial, no ve¨ªa sentido a las recriminaciones: "No se trata de excusar la complacencia p¨²blica en este caso, sino de constatar la realidad de la vida de la calle en Gran Breta?a hoy, en una ¨¦poca en la que la gente respetuosa de la ley prefiere no hacer gala de su propia autoridad frente a otros".
Los ramos de flores y los regalos depositados en las cercan¨ªas del lugar del crimen expresan la repulsa y la sorpresa por el hecho de que los autores del crimen fueran tan j¨®venes. Los mensajes dec¨ªan: "Aunque no te conoc¨ªamos, derramamos l¨¢grimas de desesperaci¨®n", o "?por qu¨¦ fueron tan perversos?".
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