Cr¨ªmenes de guerra
EL CONSEJO de Seguridad de la ONU ha decidido dar un giro m¨¢s radical a las medidas que est¨¢ aplicando en el territorio de la antigua Yugoslavia. Por un lado, el 19 de febrero vot¨® una resoluci¨®n en la que, al prorrogar el mandato de los cascos azules, se incluye ¨¦ste en el cap¨ªtulo VII de la Carta de la ONU, referente al uso de medidas de fuerza para hacer frente a las violaciones de la paz. A partir de ahora, los cascos azules ser¨¢n dotados de los medios militares precisos para poder repeler eventuales ataques u obst¨¢culos en el cumplimiento de sus misiones.Por otra parte, aprob¨® tambi¨¦n ayer una resoluci¨®n por la que se crea un tribunal encargado de perseguir a los culpables de los cr¨ªmenes de guerra cometidos a partir de 1991. Es un paso, aunque no se sabe c¨®mo funcionar¨¢ dicho tribunal, que responde a la demanda de una opini¨®n mundial escandalizada ante la depuraci¨®n ¨¦tnica y su secuela de violaciones, exterminios y deportaciones en masa.
La urgencia de dotar a los cascos azules de un mandato m¨¢s en¨¦rgico es obvia. En la actualidad, los serbios prosiguen de manera brutal su pol¨ªtica de expulsi¨®n de las poblaciones musulmanas del valle de la Drina. Se trata de una zona cercana a Serbia, pero habitada por musulmanes, que el plan de Vance-Owen incluye l¨®gicamente en una regi¨®n predominantemente musulmana. Las milicias serbias est¨¢n destruyendo ciudades y cometiendo toda clase de barbaridades para que no queden musulmanes en esa zona. As¨ª piensan imponer que cambie el trazado del plan de Vance-Owen y recuperar una regi¨®n que consideran decisiva para sus planes de la Gran Serbia. Una pieza de esta t¨¢ctica criminal consiste en impedir que los convoyes de la ONU puedan llegar a Bosnia oriental. Durante mucho tiempo lo han logrado ante la pasividad forzada de los cascos azules. Cabe esperar que ahora ¨¦stos puedan hablar con m¨¢s fuerza ante las bandas que intentan impedir el que lleguen los alimentos a las hambrientas aldeas.
En cuanto a la creaci¨®n de un tribunal para los cr¨ªmenes de guerra en la antigua Yugoslavia, responde a una exigencia tanto pol¨ªtica como moral. Es una forma concreta para la comunidad internacional de asumir la responsabilidad de buscar y de llevar ante un tribunal a los culpables de unos horrores que han conmovido a la conciencia mundial.
Sin embargo, toda comparaci¨®n con lo que fue el tribunal de N¨²remberg y el juicio de los jefes nazis es inadecuada. ?stos estaban prisioneros y comparecieron ante el tribunal de los vencedores. En la situaci¨®n presente a¨²n no se sabe c¨®mo se constituir¨¢ el tribunal, y no pocos de los que deber¨ªan comparecer ante ¨¦l dominan territorios y con ellos se negocia la paz. La resoluci¨®n dice que deber¨¢n ser juzgados los que hayan cometido y los que hayan ordenado cometer cr¨ªmenes de guerra. Sin embargo, hay un peligro real de que s¨®lo paguen los ejecutantes de baja graduaci¨®n, no los principales culpables de alta posici¨®n pol¨ªtica. En todo caso, la creaci¨®n del tribunal deber¨ªa servir, incluso antes de que funcione, como un freno indirecto al salvajismo.
Si ambas resoluciones recientes de la ONU son sin duda positivas, cabe lamentar que hayan sido adoptadas tan tarde. La acci¨®n internacional ha pecado de debilidad e indecisi¨®n. Si ahora no se logra poner en marcha con cierta urgencia el plan de paz crecer¨¢n los peligros de una extensi¨®n del conflicto. Por un lado, la presi¨®n nacionalista en Rusia, fuerte en el Parlamento, puede dificultar la pol¨ªtica de Yeltsin y de K¨®zirev de cooperaci¨®n con la ONU. Una ausencia rusa complicar¨ªa enormemente los esfuerzos por lograr una soluci¨®n. Por otra parte, la presencia turca se hace sentir con el reciente viaje del presidente Ozal y los acuerdos que ha suscrito con Albania. Viaje que puede ayudar a enfriar la agresividad serbia hacia Kosovo y Macedonia. Pero estamos en un escenario de intensificaci¨®n de los preparativos ante una posible extensi¨®n de la guerra en los Balcanes.
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