La reactivaci¨®n
Si A la cr¨ªtica situaci¨®n econ¨®mica se a?ade un muy amplio periodo preelectoral, con sus secuelas de incertidumbre pol¨ªtica e inacci¨®n administrativa, el panorama es tremendo. Es el caso de Espa?a. El continuo deterioro de las expectativas; de los agentes econ¨®micos se ve estimulado por la. negativa evoluci¨®n de los indicadores econ¨®micos, por la persistencia de los desequilibrios b¨¢sicos y por la ausencia de datos favorables en el entorno internacional.El Gobierno, al menos hasta esta semana, no ha reducido esa incertidumbre, sino que ha contribuido a alimentarla. ?C¨®mo? Mediante la pasividad, agravada por su falta de homogeneidad y con el partido que le apoya, en aspectos fundamentales de la pol¨ªtica econ¨®mica. S¨®lo cuando la confusi¨®n alcanza cotas extremas, el presidente del Gobierno tercia con mensajes que dejan traslucir su posici¨®n.
El diagn¨®stico de la situaci¨®n de la econom¨ªa y de las tensiones de la peseta en los mercados de divisas que present¨® el gobernador del Banco de Espa?a en su ¨²ltima comparecencia ante el Congreso de los Diputados es correcto. La econom¨ªa espa?ola est¨¢ creciendo poco -si es que crece-, y crece mal; la desaceleraci¨®n de la actividad revierte en la dram¨¢tica destrucci¨®n de empleo, puesta de manifiesto por los ¨²ltimos resultados de la encuesta. de poblaci¨®n activa (EPA). Otros indicadores-nivelde los beneficios empresariales, utilizaci¨®n de la capacidad productiva de las empresas, consumo de cemento y de energ¨ªa, carteras de pedidos, ventas en grandes superficies, matriculaci¨®n de autom¨®viles, suspensiones de pagos, morosidad del sistema bancario- no permiten alterar esas expectativas de acentuaci¨®n de los perfiles recesivos en los pr¨®ximos meses.
Esa desaceleraci¨®n coexiste con una tasa de variaci¨®n de los precios que sigue mermando la competitividad de las empresas espa?olas. La inflaci¨®n subyacente, cercana al 7%, denuncia la presencia de rigideces estructurales en algunos mercados s¨®lo eliminables con reformas espec¨ªficas. Reformas para que el mercado de trabajo funcione de forma m¨¢s flexible y eficiente movilidad geogr¨¢fica y funcional de la mano de obra, reformar el proceso de b¨²squeda de empleo, mejorar y ampliar la formaci¨®n profesional- y reformas -enunciadas en el cap¨ªtulo cuarto del programa de convergencia- destinadas a eliminar los mecanismos de protecci¨®n frente a la competencia existentes en algunos de los sectores que generan inflaci¨®n.
Los trabajos del Tribunal de Defensa de la Competencia han de extenderse, m¨¢s all¨¢ de los iniciados respecto a los colegios profesionales, a otros sectores suministradores de servicios. Actuaciones m¨¢s r¨¢pidas para simplificar la Administraci¨®n, racionalizar los Organismos y las empresas p¨²blicas y el modelo sanitario son igualmente necesarias para un correcto funcionamiento de la econom¨ªa y el adecuado aprovechamiento de la futura fase de recuperaci¨®n; contribuir¨ªan adem¨¢s a reducir esa incertidumbre existente, dando la impresi¨®n de que los miembros del Gobierno, adem¨¢s de ese empe?o defensivo del tipo de cambio de la peseta, trabajan con la necesaria cohesi¨®n en el programa definido hace ahora un a?o.
Convergencia y reformas estructurales
Cuando el presidente del Gobierno demanda que alguien le explique si la competitividad de la empresa depende de algo m¨¢s que de los salarios debe releer la exposici¨®n que justifica esas reformas estructurales en el programa de convergencia propuesto por su Gobierno o la ¨²ltima parte de la intervenci¨®n del gobernador del Banco de Espa?a en el Congreso.
La superaci¨®n de ese cuadro recesivo de la econom¨ªa espa?ola est¨¢ condicionada por un entorno intemacional adverso. La interinidad del proyecto de uni¨®n econ¨®raica y monetaria y la actual precariedad del Sistema Monetario Europeo afectan de f¨®rma especial a la peseta y, con ello, a la capacidad de maniobra de la pol¨ªtica monetaria. El mantenimiento de la peseta en el mecanismo de cambios es tanto m¨¢s razonable cuanto m¨¢s negativo es el escenario alternativo. La necesidad de preservar esa disciplina es una exigencia para la estabilidad de los flujos de capital y la credibilidad de la pol¨ªtica econ¨®mica. Su abandono, a juzgar por la experiencia de las monedas que lo han hecho y por las inercias de la econom¨ªa espa?ola, no s¨®lo no garantizar¨ªa una recuperaci¨®n de la inversi¨®n y del crecimiento, sino que frenar¨ªa la necesaria inserci¨®n de nuestro pa¨ªs en la din¨¢mica de integraci¨®n comunitaria. Tienen, por tanto, razones muy poderosas el presidente del Gobierno y el ministro de Econom¨ªa para respaldar la decisi¨®n del gobernador del Banco de Espa?a de mantener la peseta en esa disciplina sin precipitarse a espectaculares relajaciones monetarias de cuestionables efectos estimulantes en ausencia de contenci¨®n de otros tipos de costes. Es cierto que, con la actual inestabilidad en los mercados de divisas, esa decisi¨®n no garantizar¨ªa por s¨ª sola el ¨¦xito del prop¨®sito, de igual forma que los riesgos asociados al abandono del SME son suficientemente importantes como para rechazarlo.
Quienes defienden ese abandono alegando una necesaria reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s, lo hacen sin ofrecer simult¨¢neamente el escenario en que esa libre flotaci¨®n tendr¨ªa lugar: ?hasta d¨®nde reducir¨ªan los tipos de inter¨¦s? ?Hasta d¨®nde dejar¨ªan caer el tipo de cambio? ?C¨®mo neutralizar¨ªan, los efectos inflacionistas asociados a la depreciaci¨®n? ?C¨®mo sustituir¨ªan los flujos de capital extranjeros? ?Qu¨¦ les ofrecer¨ªan a las empresas hoy endeudadas en divisas? ?Cu¨¢ndo y en qu¨¦ condiciones plantear¨ªan el retorno al SME? ?Abandonar¨ªan tambi¨¦n los compromisos asumidos en el contexto del mercado ¨²nico? Sin dar respuestas s¨®lidas a estas preguntas, arrimarse a la consigna populista de una reactivaci¨®n de pizarr¨ªn ser¨¢ muy popular, pero tambi¨¦n suicida.
Tan importante como exigir al Gobierno que no deje de trabajar en los compromisos adquiridos es reclamar de los partidos de la oposici¨®n y de las organizaciones sindicales y patronales la madurez y responsabilidad m¨ªnimas para que, tras sus cr¨ªticas, se amparen formulaciones viables que no contribuyan por s¨ª mismas a alimentar la amplia confusi¨®n existente.
Las medidas anunciadas en el ¨²ltimo Consejo de Ministros deber¨ªan contribuir a suavizar la desaceleraci¨®n de la actividad. Deber¨ªan, pero es dificil que as¨ª sea en el corto plazo. Los focos de incertidumbre est¨¢n tan extendidos que pueden ensombrecer cualquier gesto destinado a incentIvar la inversi¨®n y, con ella, el empleo. Algunas de las medidas aprobadas son de resultados inciertos en esta coyuntura: es el caso del acceso al mercado de valores de las peque?as y medianas empresas o del reforzamiento de las sociedades de garant¨ªa rec¨ªproca. Pero la anticipaci¨®n de inversiones p¨²blicas por 300.000 millones de pesetas en infraestructuras de transportes y medio ambiente, sin gravar el d¨¦ficit p¨²blico, podr¨ªa contribuir a paliar el debilitamiento en algunos sectores. Eso, junto a las modificaciones en los sistemas de contrataci¨®n y los incentivos fiscales a las peque?as y medianas empresas, deber¨ªa ayudar, si no a yugular el deterioro del empleo, s¨ª al menos a que ¨¦ste fuera menos galopante.
La recuperaci¨®n efectiva del ritmo de crecimiento de la econom¨ªa depende s¨®lo parcialmente de la voluntad del Gobierno: la negativa coyuntura internacional, los planteamientos tremendistas de algunos agentes econ¨®micos y la falta de'sustancia tangible de las alternativas pespunteadas por el principal partido de la oposici¨®n coadyuvan al malestar de las expectativas. El paquete econ¨®mico de esta semana tiene indudables elementos positivos. Pero el m¨¢s positivo de todos consistir¨ªa en que constituyera un indicio claro de que el Gobierno tiene la voluntad de recuperar la iniciativa en pol¨ªtica econ¨®mica y de superar la parsimonia con que despliega su plan de convergencia. Para constatarlo hacen falta m¨¢s signos, m¨¢s decididos y con mayor celeridad. Si es que se pretende aprovechar para algo los ¨²ltimos meses de legislatura.
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