Lirismo sensual

Distintos comentaristas de la obra de Dar¨ªo Urzay (Bilbao, 1958) se han referido, al hablar de su trabajo, combinaci¨®n de romanticismo y artificio, a la obra del alem¨¢n Gerhard Richter, cuyas abstracciones, seg¨²n Stefan Germer, no pueden ser descritas utilizando categor¨ªas psicol¨®gicas como gesto o expresi¨®n ni tampoco con t¨¦rminos teol¨®gicos como revelaci¨®n o trascendencia. Y es verdad que los ¨²ltimos cuadros de Urzay no pueden ser explicados ni como fruto de la subjetividad de su creador ni como representaci¨®n de una realidad que trasciende la imagen ante la que nos encontramos.El ¨¦nfasis en la obra de Urzay se halla en su proceso originador, y sus pinturas, de un lirismo sensual arrebatador, son tambi¨¦n fruto de la iron¨ªa. La obra de Urzay parec¨ªa, a finales de los ochenta, y a primera vista, una mera continuaci¨®n del expresionismo abstracto, pero ya iba m¨¢s all¨¢ de un intento de plasmaci¨®n en el tiempo de una actuaci¨®n personal e irrepetible, y para eliminar dudas el artista dibujaba una gran huella dactilar sobre la superficie total del cuadro. Ahora, la forma en que desparrama pigmentos y barnices transparentes, en estado l¨ªquido, sobre lienzos en posici¨®n horizontal y estampados de camuflaje, produce contrapuntos aleatorios de im¨¢genes, trazos y colores que emulan ciertos logros de las vanguardias hist¨®ricas, pero que obviamente son otra cosa.

Las ¨²ltimas pinturas de Urzay nos presentan un mundo indeterminado, org¨¢nico y artificial al mismo tiempo. Se trata de im¨¢genes contradictorias, luces desenfocadas y cristales en estado l¨ªquido que sugieren significados interrumpidos en el momento mismo de su percepci¨®n.

La belleza de la obra de Urzay, de un cromatismo exuberante, nos invita a la contemplaci¨®n extasi¨¢tica, pero eludiendo soluciones concretas. No nos ofrece ni paisajes mentales esteticistas ni especulaciones metaling¨¹¨ªsticas, sino m¨¢s bien, y en palabras de Rober Lugar, una cr¨ªtica del lenguaje y de la ideolog¨ªa.