Un poco de seriedad
HOY, LUNES, se reanudan las conversaciones entre los (Gobiernos de Espa?a y el Reino Unido sobre el interminable contencioso de Gibraltar. La absoluta imposibilidad de ponerse de acuerdo hasta en los m¨¢s m¨ªnimos detalles hizo que las reuniones bilaterales entre ambos se interrumpieran ahora hace dos a?os. Posteriormente, ni la presidencia comunitaria de Portugal ni la del propio Reino Unido consiguieron o desearon avances sustanciales.La descolonizaci¨®n de Gibraltar debe desarrollarse en dos planos. Por una parte, el m¨¢s pragm¨¢tico, que nace en esencia del respeto de Espa?a por las reglas del juego democr¨¢tico: es impensable esperar que Gibraltar se reintegrar¨¢ a Espa?a sin el consentimiento de sus habitantes. Por esta raz¨®n, es necesario que la uni¨®n entre dos pueblos por encima de la absurda frontera que los separa sea propiciada a base de medidas que estimulen la confianza mutua. Ello pasa necesariamente por la prosperidad del Campo de Gibraltar. En ese orden de cosas es una buena noticia que el Gobierno espa?ol haya decidido invertir 3.000 millones de pesetas en su desarrollo y que se proponga acudir al fondo regional de la CE para reforzarlo. Si los llanitos (cuya econom¨ªa lleva a?os deprimida) son convencidos de las ventajas de la alianza con sus vecinos espa?oles, se habr¨¢ dado un paso de gigante en la resoluci¨®n del litigio. No hay otro modo de provocar que los avances pol¨ªticos coincidan al final con los deseos humanos.
Pero lo cort¨¦s no quita lo valiente. No puede ignorarse un segundo plano en la descolonizaci¨®n de Gibraltar: dos Gobiernos negocian como amigos, socios y aliados para encontrar una salida pactada a las justas pretensiones espa?olas. Alej¨¢ndose de actitudes cavernarias (como las tentaciones militares o el renovado cierre de la famosa verja), Madrid utiliza todas las armas de que dispone para doblegar la pasividad y resistencia de Londres a dar un solo paso, no ya en la direcci¨®n que considera correcta, sino en la que el propio Gobierno brit¨¢nico se ha comprometido a emprender.
El Reino Unido no ha tenido una trayectoria particularmente un¨ªvoca en la descolonizaci¨®n de su vasto imperio; no quiere decirse con ello que s¨®lo haya cedido por la fuerza, pero s¨ª que ha buscado m¨¢s o menos imaginativamente f¨®rmulas de transacci¨®n.
Y hoy nada justifica ya que el Ejecutivo de Londres, para permanecer inm¨®vil, siga escud¨¢ndose detr¨¢s de las objeciones de los gibraltare?os. Los negociadores brit¨¢nicos -espantados algo teatralmente por la mera palabra- no han querido siquiera valorar las f¨®rmulas de soberan¨ªa compartida ofrecidas por Felipe Gonz¨¢lez para buscar el desbloqueo de la cuesti¨®n. Pese a ejercer nominalmente la autoridad sobre su colonia, no han querido -por culpa de la pol¨ªtica electoralista del ministro principal de Gibraltar, Joe Bossano- imponerle un acuerdo sobre el uso conjunto del aeropuerto del que los primeros beneficiados ser¨ªan los propios gibraltare?os. Se quejan, eso s¨ª, del inmovilismo espa?ol que, al impedir que Gibraltar quede incluido dentro de las fronteras interiores de la CE, utiliza una de las pocas armas de que dispone.
Si lo hacen por proteger la voluntad de los llanitos, que es a quienes toca decidir al final, no deben olvidar que nadie, y_menos que nadie, Espa?a, pretende violentarlos. Pero si no se les pone en posici¨®n de apreciar el futuro, nunca evolucionar¨¢n en direcci¨®n a ¨¦ste.
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