Seguridad por puntos
CON ALTIBAJOS -m¨¢s accidentes de tr¨¢fico en Semana Santa, pero menos en Navidad, respecto de 1991-, el a?o 1992 ha significado una disminuci¨®n global importante en la siniestralidad de las carreteras espa?olas. Sin duda, las 5.088 v¨ªctimas mortales habidas ese a?o, 656 menos que en 1991, todav¨ªa sit¨²an a Espa?a en uno de los primeros puestos de Europa en siniestralidad automovil¨ªstica, pero tal cifra supone una clara reducci¨®n del n¨²mero de habitantes de "esa peque?a ciudad que se nos muere todos los a?os por causa del tr¨¢fico", como expresivamente describi¨® el ministro del Interior, Jose Luis Corcuera, la tragedia representada cada a?o en las carreteras espa?olas.El punto de inflexi¨®n de esa tendencia parece situarse en el momento en que entr¨® en vigor, a mediados de 1992, el nuevo Reglamento de Circulaci¨®n, que concret¨® en medidas precisas las l¨ªneas orientativas de la Ley de Seguridad Vial aprobada en 1990. Fundamentalmente, un mayor rigor sancionador en la retirada del carn¨¦ de conducir, la obligatoridad del uso de cintur¨®n para circular en v¨ªas urbanas y la del uso del casco a bordo de los ciclomotores. Menos decisivas han sido otras medidas, quiz¨¢ sencillamente porque la mayor¨ªa de los conductores no las cumplen -es el caso de las limitaciones de velocidad en v¨ªas urbanas e interurbanas-, lo que plantea si son adecuadas y si existen medios para hacerlas cumplir.
En todo caso, ninguna de las nuevas propuestas, y otras que desde hace alg¨²n tiempo se vienen adoptando en Espa?a para reducir la sangr¨ªa de la carretera, ser¨¢n del todo eficaces si no se inscriben claramente en una especie de pacto estrat¨¦gico sobre la seguridad vial que comprometa a todos: poderes p¨²blicos, en primer lugar, pero tambi¨¦n a la industria automovil¨ªstica, a las empresas de publicidad, a las asociaciones de usuarios y de consumidores y a los conductores en general. Las 61 recomedaciones del Plan Estrat¨¦gico de Seguridad Vial que el Gobierno ha remitido al Senado para que estudie su viabilidad, coste y aplicaci¨®n, parecen responder a esta filosof¨ªa: su eficacia depender¨¢, fundamentalmente, del grado de compromiso en su aplicaci¨®n de los distintos eslabones de las administraciones p¨²blicas y de la conciencia c¨ªvica de los ciudadanos.
De todas ellas, la m¨¢s novedosa y, seguramente, la que resultar¨¢ m¨¢s efectiva, es la implantaci¨®n del permiso de conducir con cr¨¦dito de puntos que se descuentan en funci¨®n de las infracciones. El sistema ha dado buenos resultados en Estados Unidos, en Alemania y en Jap¨®n. Tambi¨¦n en Francia, a pesar del ¨¢spero recibimiento que le dieron los camioneros por miedo a los efectos negativos que pudiera tener sobre su oficio. Desde julio de 1992, en que entr¨® en vigor el sistema, hasta diciembre siguiente, la reducci¨®n del n¨²mero de v¨ªctimas ha sido dr¨¢stica: el 11,6%. Se comprende el alivio con que ha sido acogida esa disminuci¨®n en un pa¨ªs en que los muertos de la carretera rondan los 10.000 desde hace algunos a?os. Y es que, contra lo que pudiera parecer a primera vista, el sistema del carn¨¦ por puntos es menos dr¨¢stico e inapelable que el actual, en el sentido de que su p¨¦rdida no se produce de golpe, sino como resultado de una progresiva concatenaci¨®n de infracciones. Lo que permite al conductor tomar medidas previsoras para evitar tal desenlace, convirti¨¦ndose de ese modo en un mecanismo disuasorio.
Por supuesto que, aun trat¨¢ndose de recomendaciones bien orientadas, su puesta en pr¨¢ctica no es suficiente para garantizar un tr¨¢fico seguro. Como se?ala el informe sobre seguridad vial elaborado por el Senado en 1991 -antecedente del plan que ahora le remite el Gobierno-, este tipo de medidas no pueden desligarse de la constante. mejora de la red viaria -principal y secundaria- y de la definitiva eliminaci¨®n de los numerosos puntos negros que aumentan la peligrosidad de la circulaci¨®n: pasos a nivel, cruces en v¨ªas r¨¢pidas o curvas pronunciadas.
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