Un ¨ªdolo en el barro
El sueco Bjorn Borg prosigue su calvario ten¨ªstico en Zaragoza
Zaragoza se ha convertido por unos d¨ªas en la estaci¨®n de paso de un largo viaje. Bjorri Borg, que en junio cumplir¨¢ 37 a?os, se ha obcecado en volver a ser feliz. Ha elegido la ¨²nica forma que conoce: jugar al tenis. Regres¨® desde el infierno en que se hab¨ªa convertido su vida. Hab¨ªa dilapidado una fortuna valorada en m¨¢s de 10.000 millones de pesetas. Se ha separado sucesivamente de la ex tenista rumana Mariana Simionescu, de la modelo sueca Jannike Bj¨®rling y de la cantante italiana Loredana Bert¨¦. E incluso hab¨ªa sido acusado de adicci¨®n a las drogas. Borg se aferra ahora al tenis como ¨²nica tabla de salvaci¨®n."Estoy aqu¨ª porque nada en la vida me da tanta satisfacci¨®n actualmente como el tenis. Al margen de esto, lo ¨²nico que me interesa es mi hijo Robin, de siete a?os. No juego por dinero, eso lo puedo asegurar". Iceborg, como fue conocido en sus mejores ¨¦pocas por su frialdad en las pistas, adivina la iron¨ªa que se esconde tras las preguntas. ?C¨®mo puede sentirse un jugador que lleg¨® a ganar cinco veces en Wimbledon teniendo que acudir a torneos de tercera fila como el de Zaragoza? Sabe que ¨¦sa es la pregunta latente, por m¨¢s envoltorio que pongan a las cuestiones que se le dirigen. Sabe que su imagen es la de un ¨ªdolo metido de lleno en el barro.
Desde que reapareci¨® hace dos a?os, no ha ganado un solo partido y hasta el mes pasado no se adjudic¨® su primer set; ayer, gan¨® otro set, aunque volvi¨® a perder el partido, esta vez ante el portugu¨¦s Silva (6-1, 5-7 y 7-5). Borg tiene que recurrir a los libros para recordar que su ¨²ltimo triunfo en el circuito profesional (ATP) fue en 1983. Aun as¨ª, el cinco veces campe¨®n de Wimbledon y seis de Roland Garros se niega a arrojar la toalla.
Algo m¨¢s de 10 a?os sin actividad le han anclado en un tenis en blanco y negro. No ha evolucionado. Aquellos golpes potentes y efectivos que le convirtieron en el rey de los a?os setenta aparecen faltos de mordiente y lentos en el exigente circuito actual. Sus piernas est¨¢n m¨¢s lentas, su cabeza trabaja menos r¨¢pida y sus pulsaciones han subido.
En Zaragoza, Borg se esconde tras un caparaz¨®n para evitar el choque que le supone el reencuentro con su glorioso pasado. Apenas se le ve. "Sale del hotel para ir a entrenarse o a los partidos. Para nada m¨¢s", aseguraban ayer las azafatas del torneo ubicadas en la recepci¨®n de su hotel. "Desde que lleg¨® ha comido en el restaurante o en la habitaci¨®n".
Ayer por la tarde, Borg no recib¨ªa llamadas. "Es simp¨¢tico. Firma los aut¨®grafos que se le piden", comentaban las personas que m¨¢s contacto han tenido con ¨¦l estos d¨ªas. "Pero no habla, no dice nada". Su primer entrenamiento fue seguido por bastante p¨²blico. En el segundo, ayer por la ma?ana, no hab¨ªa nadie. Pero su carisma arrastr¨® en el partido a 4.000 personas.
Borg, que percibi¨® cinco millones de pesetas por jugar en Zaragoza, vive ahora como un asceta. Viaj¨® con su padre, procedente de Estocolmo, donde pasa la mayor parte de su tiempo. En el fondo, su ¨²nica aspiraci¨®n es estar ocupado para alejarse lo m¨¢s posible de su pasado m¨¢s reciente. Ganar o perder los encuentros es para ¨¦l pura an¨¦cdota.
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