No s¨®lo de banderas vive el hombre
Hace cinco a?os, cuando se celebr¨® el anterior debate sobe el estado de las autonom¨ªas, se consider¨® l¨®gico que hasta entonces hubiera primado el af¨¢n reivindicativo de las nuevas comunidades, necesitadas de afirmar su vacilante identidad, sobre consideraciones de eficacia en la gesti¨®n. Se preve¨ªa que el periodo siguiente se caracterizar¨ªa por lo contrario: los ciudadanos juzgar¨ªan a sus gobernantes por lo que hac¨ªan con las competencias de que efectivamente dispon¨ªan, y los gobernantes perder¨ªan su obsesi¨®n por lit reclamaci¨®n de m¨¢s trasferencias o mayor reconocimiento. El pron¨®stico se ha verificado s¨®lo a medias. Los ciudadanos dan ahora m¨¢s importancia a la gesti¨®n. Pero los pol¨ªticos siguen instalados en la reivindicaci¨®n.El CIS confirma lo primero. La autonom¨ªa ha dejado de ser cuestionada, y la gente se atiene ahora a los resultados. Pero es notable la relaci¨®n entre el grado de satisfacci¨®n con los gobiernos aut¨®nomos y la situaci¨®n econ¨®mica de cada comunidad: Castilla-La Mancha, Catalu?a y La Rioja, las ¨²nicas en que: son mayor¨ªa los ciudadanos que aprueban la eficacia demostrada por sus gobiernos, son tres de las seis autonom¨ªas cuya econom¨ªa creci¨® por encima de la media entre 1985 y 1991. Y la siguiente en nivel de satisfacci¨®n es Baleares, que creci¨® menos, pero sigue siendo la de mayor renta por habitante. Inversamente, las tres comunidades en que m¨¢s de la mitad de ciudadanos califica de "mala" o "muy mala la situaci¨®n de su autonom¨ªa son Cantabria, Asturias y Pa¨ªs Vasco: la comisa Cant¨¢brica, zona en declive por excelencia.
Si esta tendencia se confirmase en el futuro, tal vez habr¨ªa que relativizar uno de los criterios en que se fundamenta el estado de las autonom¨ªas. El de que "no s¨®lo de pan vive el hombre". El que entre los gobiernos mejor valorados figuren indistintamente los presididos por socialistas, conservadores o nacionalistas, y que lo mismo ocurra entre los peor valorados, podr¨ªa indicar que la gente sigue contando la feria seg¨²n le va en ella.
La portavoz de IU resumi¨® los objetivos que inspiraron el invento auton¨®mico: resolver la cuesti¨®n nacionalista, reducir los desequilibrios regionales y racionalizar la administraci¨®n p¨²blica. Es verdad que as¨ª fue presentado. Pero seguramente porque las circunstancias obligaron a convencer, mediante la inclusi¨®n de los dos ¨²ltimos objetivos, de la utilidad de la autonom¨ªa a las regiones sin especiales inquietudes nacionalistas. Sin embargo, eran objetivos secundarios, y ligados a factores que no dependen de la descentralizaci¨®n.
Aquel ¨¦nfasis puesto en la racionalizaci¨®n de la administraci¨®n y superaci¨®n de los desequilibrios est¨¢ perjudicando al balance del rendimiento pol¨ªtico del r¨¦gimen auton¨®mico. El informe anual de la OCDE alert¨® ya hace dos a?os sobre el "importante despilfarro de capital humano y otros recursos" resultante del solapamiento de las administraciones producido "como consecuencia del proceso descentralizador". A esa preocupaci¨®n corresponde la propuesta de Administraci¨®n Unica de Fraga, por lo que despacharla con alusiones al franquismo, o la CEDA resulta fuera de lugar. Es cierto que esa propuesta ten¨ªa un dificil encaje constitucional: la Carta Magna considera la coexistencia de las tres administraciones como un factor sustancial de equilibrio: algo que impide abusos pol¨ªticos por una de ellas, en perjuicio de sectores de los ciudadanos. Podia haberse discutido desde ese punto de vista. Pero es una propuesta que corresponde a un problema real. Merec¨ªa ser tomada en consideraci¨®n.
En cuanto al efecto equilibrador, de convergencia de renta, el informe presentado el otro d¨ªa por Fuentes Quintana indica un mayor crecimiento de las comunidades pobres en 1992; pero eso ya ven¨ªa ocurriendo con anterioridad al inicio del proceso descentralizador; de otro lado, un estudio realizado en 1990 por el propio Fuentes -con los profesores Alcaide y Cuadrado-, llegaba a la conclusi¨®n de que, si bien la l¨ªnea de reducci¨®n de desigualdades se mantuvo en los primeros ochenta, la convergencia se detuvo en el periodo de crecimiento 1986-1990.
Poder pol¨ªtico
La portavoz de IU reproch¨® al Gobierno su incapacidad para reducir esas desigualdades y defendi¨® la idea de que lo importante no son las transferencias sino "el poder pol¨ªtico": aquellos aspectos legislativos e institucionales "que definan una capacidad real de direcci¨®n pol¨ªtica". Pidi¨®, por ello, reformas radicales de los estatutos de las comunidades del 143. Tambi¨¦n pidi¨® m¨¢s poder para los ayuntamientos y abog¨® por un sistema federal como soluci¨®n a los problemas del nacionalismo. Tal vez son demasiadas cosas. Las exigencias de las comunidades con tradici¨®n nacionalista son en parte contradictorias con la aspiraci¨®n de todas a la equiparaci¨®n. Para los nacionalistas lo fundamental es, por definici¨®n, la diferencia: no la cantidad de autonom¨ªa, sino la singularidad del reconocimiento. Que exista o no fundamento es otra cuesti¨®n. Para unos, el hecho auton¨®mico es consecuencia del derecho al autogobierno de todos los ciudadanos; para otros, se trata de un derecho colectivo que tiene que ver con singularidades hist¨®rico-culturales y, sobre todo, ling¨¹¨ªsticas. Criterio menos preciso de lo que parece: si se trata de la cantidad de personas que habla una segunda lengua, adem¨¢s del espa?ol, la Comunidad Valenciana, en la que es biling¨¹e el 70% de la poblaci¨®n, tendr¨ªa mejores argumentos que el Pa¨ªs Vasco, donde s¨®lo el 26% habla euskera.
La dificultad de satisfacer simult¨¢neamente esas aspiraciones en parte contradictorias ha impedido cerrar el proceso constituyente del estado auton¨®mico. Ello tiene efectos negativos para la eficacia del sistema, pero no parece realista pensar que los nacionalistas vayan a renunciar a mantenerlo abierto, mientras puedan. El portavoz del nacionalismo catal¨¢n se quej¨® de que no se haya avanzado "en la convergencia con las comunidades forales". Es decir, en la equiparaci¨®n de su sistema de financiaci¨®n con el que tienen los vascos. Pero el representante del PNV se quej¨® de la discriminaci¨®n de que se considera v¨ªctima por ser la suya la ¨²nica comunidad que no ha recibido traspasos en el ¨²ltimo lustro, y porque ese asunto no haya sido contemplado por el pacto auton¨®mico. Su conclusi¨®n fue: no hay motivos para abandonar la fase reivindicativa".
Fue Ortega quien dijo que con los nacionalistas hab¨ªa que intentar, si no convivir, al menos "conllevarse". Es bastante pesado y obliga a celebrar debates aburrid¨ªsimos. Pero la alternativa se llama (o llamaba) Yugoslavia. Y evitar algo as¨ª era y es el verdadero objetivo del invento auton¨®mico.
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