El antiimperialista que condecoro a Rambo
Jack Lang lleva 10 a?os en Cultura tratando de satisfacer a todos
Jack Lang, el sempiterno ministro de Cultura franc¨¦s, sigue siendo hoy uno de los pocos pol¨ªticos socialistas con carisma. Sin que nadie lo preparase, 600 alumnos de entre 12 y l4 a?os que participaban en el Goncourt de los J¨®venes le recibieron recientemente con una ovaci¨®n tan cerrada como espont¨¢nea. Como Bernard Kouchner, el ministro de Sanidad y organizador de la campa?a Arroz para Somalia, Jack Lang parece escapar del desprestigio de la clase pol¨ªtica, de ese tous pourris (todos corrompidos) con que se llega a los comicios de marzo.
Lang ha triplicado, en francos constantes, el presupuesto dedicado a la cultura. Ha llevado la moda al museo, ha creado salas de rock y sacado la m¨²sica cl¨¢sica a la calle, se ha interesado por los comic, ha denunciado el imperialismo cultural y defendido las minor¨ªas, ha inaugurado la llamada ¨®pera popular de la Bastilla, la ciudad de la m¨²sica de la Villette, la pir¨¢mide del Louvre o las columnas de Buren. Tambi¨¦n ha sabido enfrentarse con sus compa?eros de Gabinete y desaprobar un gol pe de Estado en Polonia o la pol¨ªtica seguida en materia de televisi¨®n. Jack Lang, es, en una palabra, un ministro estrella, alguien que, sin haber escrito apenas, nada, ha gozado de tanta popularidad como Malraux. Lang es un fiel a Fran?ois Mitterrand que no se hunde con ¨¦l sino que cree que podr¨¢ sucederle un d¨ªa. La Cultura al poder.
Subvenci¨®n minisiteria
El prestigio de Lang entre los j¨®venes y los artistas le sostuvo a lo largo de sus 10 a?os (1988 -1986 y 1988-1993) de, mandato. Tiene fama de saber escuchar, de adaptarse a las necesidades del momento. Cuando triunfaron los socialistas, Lang se apresur¨® a reivindicar una concepci¨®n de la cultura distinta. Para ¨¦l y su ministerio, "la cultura es el conjunto de pr¨¢cticas de un pueblo", el c¨¦lebre tout est culture. De ah¨ª que puedan patrocinarse conciertos de besos y haya que "estar a la escucha" y subvencionar al primer grupo de rap franc¨¦s que se asoma al mercado. Con el tiempo el tout ha desembocado en un "es cultura todo lo que mi ministerio subvenciona".
Seg¨²n Mark Hunter, un neoyorquino que ha biografiado al ministro, "¨¦l arte subvencionado se reduce, cada vez m¨¢s, a una ilustraci¨®n de un mensaje oficial. Todo esp¨ªritu de rebeld¨ªa o contestaci¨®n parece haber desaparecido del marco art¨ªstico".
La cartera de Cultura tiene, en Francia, la ventaja de estar relativamente bien dotada en lo econ¨®mico y, sobre todo, de merecer una amplia cobertura informativa. El sector es bullicioso pero sensible a los elogios y d¨¢divas. Adem¨¢s, para el ciudadano medio, toda iniciativa del ministro es a?adidura, un plus, un obsequio que . no hab¨ªa pedido. El resultado es que, habitualmente, s¨®lo la profesi¨®n se mete con su ministro.
El balance de los a?os de Lang es complejo. El patrimonio franc¨¦s est¨¢ mejor atendido que nunca, pero la multiplicaci¨®n de museos de arte contempor¨¢neo aumenta los gastos y convierte el Estado en almac¨¦n de obras sin valor pero inalienables. El cine galo es el ¨²nico que resiste en Europa a la invasi¨®n norteamericana, pero pel¨ªculas como L`amant o 1492 se ruedan en ingl¨¦s mientras el ministro cuelga medallas a Stallone. La existencia de un canal de televisi¨®n como ARTE prueba que quiz¨¢ la televisi¨®n no sea estrictamente embrutecedora, pero la programaci¨®n de France 2 y France 3, ambas en el sector p¨²blico, hace pensar que ARTE las ha liberado de cualquier compromiso cultural. En m¨²sica, la oferta es descomunal: en Par¨ªs faltan espectadores para tantos conciertos, y ciudades como Montpellier tienen dos teatros de ¨®pera.
El propio ministerio public¨®, en 1991, un libro en el que hac¨ªa balance de su gesti¨®n. El n¨²mero de actividades e iniciativas es casi tan apabullante como las veces en que aparece citado o fotografiado el ministro al que, adem¨¢s, Federico Fellini dedica una introducci¨®n titulada... Jack Lang!
Las cr¨ªticas de fondo contra Lang han tardado en salir a la superficie. Para Michel Schneider, ex director general de M¨²sica y Danza, el problema es que "se ha favorecido la oferta y se ha olvidado ampliar la demanda". Para el liberal Guy Sorman, estamos ante una d¨¦cada de "trivializaci¨®n de la cultura" ya que "no existen dos culturas, una para las ¨¦lites y otra para las masas, sino una ¨²nica, selecta, que debiera ser accesible al mayor n¨²mero de personas posible".
Para algunos ide¨®logos de la derecha, como Jean Marie Domenach, Lang ha significado "rechazar el esfuerzo y la jerarqu¨ªa entre las artes y saberes", punto de vista que, desde el laicismo republicano y austero, comparte Alain Finkelkraut cuando lamenta "esa industria del ocio, esa creaci¨®n de la era de la t¨¦cnica que reduce las obras del esp¨ªritu a la condici¨®n de mera pacotilla".
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