Brillante hasta el exceso
Las ¨²ltimas jornadas del ciclo Orquestas del mundo estuvieron a cargo de la excelente y ya conocida Filarm¨®nica de Israel con su titular vitalicio, Zubin Mehta. En los programas, dos ¨²nicos autores: H¨¦ctor Berlioz con Haroldo en Italia y Sinfon¨ªa fant¨¢stica (mi¨¦rcoles) y Gustav Mahler con la Sinfon¨ªa n¨²mero dos, Resurecci¨®n (jueves). Triunfo grande en ambos casos pues, sobre sus valores intr¨ªnsecos, Mehta es una de las batutas m¨¢s comunicativas de su generaci¨®n.El caso de H¨¦ctor Berlioz fue notable ya que en los a?os claves del Romanticismo se aparta de la est¨¦tica y procedimientos imperantes para renovar el pensamiento orquestal con p¨¢ginas tal Araldo en Italia (1834) y la Fant¨¢stica, "episodios de la vida de un artista" (1831). Lo poem¨¢tico se instala en los pentagramas. La literatura los invade en igual medida que la confesi¨®n autobiogr¨¢fica, a veces cierta, a veces imaginaria.
Zubin Mehta y la Filarm¨®nica de Israel
Ciclos de Orquestas del Mundo(Iberm¨²sica-Tabacalera). Filarm¨®nica de Israel. Director: Z. Mehta. Orfe¨®n Donostiarra. Director: J. A. Sainz. Solistas: Y. Gandelsman, viola; F. Quivar y R. Mannion, cantantes. Auditorio Nacional. Madrid, 17 y 18 de marzo.
Comprensi¨®n
De 1831, a?o de la Sinfon¨ªa fant¨¢stica, a 1895, en el que se estrena la Resurrecci¨®n, pasan muchas cosas en el mundo y en el arte, pero el sinfonismo mantiene esa alianza entre los valores puramente musicales y los literarios, po¨¦ticos o filos¨®ficos, que no s¨®lo llega a Mahler sino a algunos de sus sucesores.Pero Mahler en su ¨¦poca y Berlioz en la suya, fueron personalidades tan fuertemente originales que todo juego comparativo se torna mera especulaci¨®n carente de veracidad. No s¨¦ si Berlioz es el autor m¨¢s conveniente para Zubin Mehta y conozco sus ¨¦xitos repetidos como int¨¦rprete de Mahler. En todo caso, entiende a uno y a otro desde un componente inequ¨ªvocamente dram¨¢tico, incluso claramente teatral que est¨¢ en la ra¨ªz y en el comportamiento de ambos creadores.
El peligro de lo teatral es siempre el exceso de espectacularidad en el que no dej¨® de caer Zubin Mehta a lo largo de sus dominadoras versiones; qued¨® un poco menospreciado, en cambio, el intimismo sustancial de Haroldo en Italia, formidablemente protagonizado por el solista de viola Yuri Gandelsman, y el que anida en el fondo de las evocaciones ambientales y an¨ªmicas de la sinfon¨ªa mahleriana, cuyas partes cantadas asumieron con esplendidez Rosa Mannion, la mezzo Florence Quivar, y el Orfe¨®n Donostiarra que dirige Jos¨¦ Antonio Sainz, un tanto forzado a veces por el imperioso gesto de Mehta que logr¨® del final, sobre los versos de Klopstok algo de avasalladora grandeza. Casi dir¨ªa que venci¨® m¨¢s que convenci¨®. Mas, por una u otra v¨ªa, el ¨¦xito clamoroso se produjo gracias a unas expresiones art¨ªsticas de mayor eficacia que elevaci¨®n.
Babelia
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