Cambio a Zubizarreta por 'la bestia'
El negocio infantil del canje de cromos revive cada domingo en el Rastro
Los menos dormilones llegan a las diez de la ma?ana y se pasean con el bolsillo abultado mientras esperan que lleguen otros padres y ni?os con su grueso fajo de im¨¢genes. Cada domingo, un centenar de personas intercambia cromos en el Rastro. Llegan hasta de Toledo dispuestos a conseguir los m¨¢s dif¨ªciles. Entre ellos se mueven coleccionistas profesionales que llevan 35 a?os barajando las peque?as estampas. Pero sus avispados disc¨ªpulos, que no levantan un metro del suelo, ya se saben el negocio de los cromos repetidos.
"Lo tengo. Lo tengo. Lo tengo", repite como una letan¨ªa la peque?a Ana, mientras sus ojos se deslizan veloces por las im¨¢genes de la colecci¨®n de La bella y la bestia que le muestra un cuarent¨®n acompa?ado de su hija. Atento, el padre de Ana va tachando los n¨²meros de los cromos encontrados en una hoja cuadriculada.La misma escena se repite en decenas de corrillos en la soleada plaza del Campillo del Mundo Nuevo, junto al Mercado Puerta de Toledo. Cada domingo ocupan esta plaza los coleccionistas: padres nost¨¢lgicos e hijos entusiastas. Llegan de Legan¨¦s, de Aluche, de Getafe, de Alcal¨¢ de Henares y hasta de Toledo en busca de los cartoncitos con el n¨ªmero uno de La bella y la bestia, el n¨²mero 230 de Bola de drag¨®n Z, el 135 de Los caballeros del Zodiaco o con las caras de Zubizarreta, Laudrup, Zamorano y Michel.
En este peculiar mercado se practican todas las t¨¦cnicas del intercambio: el canje riguroso, el generoso regalo y la venta: hasta a 100 pesetas se llegan a cotizar los cromos m¨¢s dif¨ªciles.
Para integrarse en el trueque basta con pasarse por un quiosco -un sobre de seis cromos cuesta 25 pesetas- y una hoja para anotar los n¨²meros encontrados. El ¨¦xito de la empresa se mide al final de la ma?ana por los tachones en el papel manoseado.
Padres, madres y ni?os se deslizan entre los corrillos donde se barajan las im¨¢genes. Los peque?os que a¨²n no saben leer seleccionan los cromos por los dibujos. Los que est¨¢n aprendiendo los n¨²meros practican en voz alta. Algunos son tan t¨ªmidos que se esconden tras su padre. Otros acuden solos e intercambian cromos con el aplomo de un agente de Bolsa.
Los vendedores son pocos, pero solicitados. Hay puestos con solera, como el de ?ngel Mart¨ªn, que lleva 35 a?os dedicado, a los cromos. "Cuando yo empec¨¦ hab¨ªa 14 puestos y ahora s¨®lo quedan tres. Antes hab¨ªa colecciones que trataban de todo, pero hoy s¨®lo salen cromos que tienen que ver con la televisi¨®n", se queja.
El bullicio de la plaza parece conjurar su diagn¨®stico. No hay edades en este curioso mercadillo. Intercambian y venden peque?os y grandes. Hay padres que demuestran tal entusiasmo que levantan las protestas de sus hijos. "?Mam¨¢, d¨¦jame que los cambie yo!", refunfu?aba el domingo una ni?a de seis a?os. Esteban, de 40 a?os, acude solo cada domingo: "Yo ven¨ªa cuando era peque?o y me lo sigo pasando igual de bien. El domingo pasado le llev¨¦ a mi sobrina Sara 80 cromos de La bella y la bestia y se puso content¨ªsima".
La mascota del Mundial
No existe en Madrid mejor escuela de mercadotecnia que la plaza de los cromos. Paco, de 12 a?os, ya compite con los vendedores profesionales. Los domingos por la ma?ana vende, a cinco pesetas, cromos de la Liga que guarda con cuidado en una caja de zapatos. Saca entre 1.000 y 2.000 pesetas. "?El dinero? Lo invierto en nuevas colecciones. En casa est¨¢n encantados porque saco para comprarme las zapatillas de deporte o lo que necesite", contesta con orgullo.Vendedores por un d¨ªa conviven pac¨ªficamente con adultos como Adolfo, de 56 a?os, que ofrece cromos nuevos y antiguos en una esquina de la plaza desde hace m¨¢s de 10 a?os. "Me han llegado a pagar 1.000 pesetas por la mascota del Mundial de f¨²tbol de 1986", confiesa. Los beneficios de los profesionales permanecen, sin embargo, en secreto. "Las colecciones antiguas, como las de Nestl¨¦, pueden valer hasta 25.000 pesetas", asegura ?ngel Mart¨ªn. "Yo no s¨¦ si cubro gastos, pero para m¨ª esto es un hobby", concluye Adolfo. La afici¨®n puede respirar tranquila.
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