Un ladr¨®n apu?ala a un vigilante y a un mensajero cuando atracaba a una mujer
El vigilante privado Juan Luis de Benito, moreno, de 28 a?os, entrar¨¢ cojeando en la iglesia cuando se case el pr¨®ximo s¨¢bado. Ayer por la ma?ana, los vecinos de la colonia Mirasierra le gritaron que un hombre atracaba a una mujer. Cuando lleg¨® a la escena, un mensajero socorr¨ªa a la se?ora, pero ni siquiera entre ambos lograron reducir a Alberto C. C., quien adem¨¢s se las apa?¨® para apu?alarles.
El atracador le meti¨® tres cent¨ªmetros de su navaja por encima de la rodilla izquierda a De Benito y ¨¦ste le dispar¨® en la pierna derecha; ah¨ª empez¨® una persecuci¨®n a paso lento de dos cojos sangrantes que se prolong¨® durante 600 metros de gritos, cuestas y chal¨¦s de lujo, entre mujeres que vociferaban alarmadas al paso de ambos.Minutos antes, Alberto C. C., de 27 a?os, hab¨ªa colocado la punta de su navaja en el cuello de una mujer japonesa, esposa de un diplom¨¢tico, que sal¨ªa del banco con 38.000 pesetas. Ella comenz¨® a gritar y el mensajero que pasaba por all¨ª con su vespino enganch¨® por la espalda al atracador. En ese momento lleg¨® el vigilante de la compa?¨ªa Cevise, aparc¨® su coche y ech¨® mano de las esposas.
"Era un hombre fort¨ªsirno", declaraba ayer el vigilante, en pijama y con la pierna en alto, cuando le dieron de alta en el hospital, "creo que es experto en artes marciales, no hab¨ªa forma de ponerle las esposas".
El atracador se deshizo del mensajero de un empuj¨®n y enganch¨® la pierna del guardia con un navajazo en direcci¨®n ascendente. Al de la moto, a pesar de que llevaba casco, logr¨® meterle el filo de la navaja atravesando la nariz.
"Cuando me peg¨® la pu?alada dispar¨¦ al aire y le di el alto", declaraba De Benito, "entonces se volvi¨® y a¨²n quer¨ªa pegarme otra pu?alada. Yo le advert¨ª: 'que disparo, que disparo', y menos mal que tuve la sangre fr¨ªa para tirarle a la pierna".
Un tiro limpio
El tiro result¨® limpio, como se conoce en la jerga armament¨ªstica a los que entran y salen sin tocar hueso. Pero Alberto C. C. no se amilan¨® y emprendi¨® la huida cuesta arriba hacia una furgoneta que hab¨ªa aparcado en las inmediaciones. "?bamos los dos andando y sangrando. Yo le gritaba: '?p¨¢rate, p¨¢rate!', y ¨¦l segu¨ªa a pesar de que sab¨ªa que yo iba armado. Me dec¨ªa: 'Que no me paro... ?ac¨¦rcate t¨² si eres capaz!".La gente gritaba, pero nadie se atrev¨ªa a deternerle, hasta que un polic¨ªa municipal avis¨® a los agentes de la comisar¨ªa de Fuencarral y ¨¦stos le redujeron.
Antes de que llegaran los polic¨ªas asignados por el comisario del distrito para la prevenci¨®n de delitos en la colonia, el atracador quiso deshacerse del arma tir¨¢ndola a un chal¨¦ cercano.
Cuando le registraron los agentes le encontraron el carn¨¦ de un gimnasio donde, al parecer, practica artes marciales.
El atracador, con dos antecedentes por tr¨¢fico de drogas y robo con fuerza, se encontraba ayer ingresado en las urgencias del hospital Ram¨®n y Cajal custodiado por la polic¨ªa. No le esperaba ning¨²n familiar.
Tampoco se encontraba en la sala de espera ning¨²n pariente del vigilante cuando sali¨® del hospital. "A¨²n no se ha enterado ni mi madre ni mi novia", dec¨ªa el guardia, "pero esto no va a retrasar la boda. El m¨¦dico me ha dicho que no apoye la pierna durante dos d¨ªas. Llevo cuatro a?os en la empresa y ¨¦ste es el primer caso grave que he tenido".
La preocupaci¨®n, tanto de sus jefes como de los agentes de la comisar¨ªa de Fuencarral, era dejar bien sentado que la intenci¨®n del vigilante al disparar fue claramente disuasoria y se produjo en defensa propia.
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