Ind¨ªgenas

Cada dos por tres llegan a mi buz¨®n abultados sobres de Survival. Y Survival es una organizaci¨®n internacional de apoyo a los pueblos ind¨ªgenas. Son de una laboriosidad casi abrumadora: te inundan de informaci¨®n, de comunicados y papeles. Si eres capaz de sobreponerte al ahogo de datos y te esfuerzas en leer todo lo que te env¨ªan, el resultado es espeluznante: hay tantos pueblos agonizando, tantas tribus sufriendo, tantas culturas desmig¨¢ndose, tant¨ªsimo dolor en todas las esquinas del planeta.Un d¨ªa lees, por ejemplo, que en Bangladesh existe el pueblo de los jumma, perseguido desde hace a?os por el Gobierno, y que el 10 de abril de 1992, 1.200 personas pertenecientes a la aldea jumma de Logang fueron encerradas en sus hogares y quemadas vivas. Otro d¨ªa te hablan de los awa guaj¨¢ de Brasil, una tribu de la que s¨®lo quedan, se calcula, entre 200 y 300 personas, y que est¨¢ siendo diezmada por las enfermedades del mundo exterior y por las matanzas efectuadas por colonos, terratenientes y madereros. O bien te cuenta el deterioro de los innu canadienses, un pueblo n¨®mada (no confundir con los esquimales o inuit) que, al contacto con la civilizaci¨®n moderna, ha perdido sus costumbres, su autoestima y su norte, como tantos otros pueblos de los llamados primitivos.

Y as¨ª van desfilando por tus manos rostros y familias, tribus y culturas, todos al borde de la extinci¨®n, todos desamparados, devorados por el v¨¦rtigo de los nuevos tiempos. Hacen bien los de Survival al denunciar los hechos, y a¨²n habr¨ªa que hacer mucho m¨¢s para defender del horror y el abuso a estos seres indefensos. Pero en sus tragedias hay algo irremediable, el desencuentro fatal entre unas culturas de otra ¨¦poca y un mundo tecnol¨®gico e implacable. Qu¨¦ cruel y qu¨¦ ciega es la historia.