El juego mas divertido de Hollywood
Todo est¨¢ preparado para la celebraci¨®n que emnarca la noche grande del cine
ENVIADA ESPECIALBob Werden, coordinador publicitario del acontecimiento desde hace 22 a?os -un hombre bar budo que m¨¢s bien parece un actor secundario interpretando su papel en el gui¨®n de esta obra-, ha reunido a los periodistas en la puerta para mostrarles c¨®mo deben ejecutar lo que se espera de ellos. La verdad es que el conductismo informativo no se invent¨® en la guerra del Golfo, sino aqu¨ª: cada uno de los periodistas acreditados ocupa el lugar que se le asigna y ning¨²n otro, y, una vez se cierran las puertas del Pavilion, ve aquello que la Academia quiere que vea, y no otra cosa. Plumillas, reporteros radiof¨®nicos, telecomunicadores y fot¨®grafos formamos parte de la figuraci¨®n necesaria, y obedecer es el precio que se paga por tal. privilegio. Lo dice Werden claramente: "He recibido 2.600 peticiones; ustedes son los 600 afortunados que podr¨¢n entrar. No me vengan con quejas. Despu¨¦s de todo, ?it's just a movie!".
Dentro, se ensaya colocando las fotos de los famosos en los respectivos asientos que ocupar¨¢n las personas reales durante la gran noche de Hollywood. Y las estatuillas del eunuco dorado m¨¢s c¨¦lebre del mundo -realizadas en Chicago por la f¨¢brica R. S. Owens-, reposan, envueltas en terciopelo azul, en un par de estanter¨ªas detr¨¢s del escenario. Billy Crystal, que repite este a?o como maestro de ceremonias, tiene ya memorizada su parte, pero todo el mundo sabe que improvisar¨¢ cuanto quiera: recuerden el partido que le sac¨® el a?o pasado a Jack Palance.
El secreto mejor guardado
El secreto mejor guardado, aparte de quienes de entre los nominados se har¨¢n con los premios, es, habitualmente, qu¨¦ se pondr¨¢n las estrellas. Fred Haymes, modisto de Cher, que se encarga de controlar a las actrices invitadas para que no repitan modelo, ha ofrecido ya a la prensa su habitual desfile de "trajes que recomendar¨ªa a cada una", pero todos saben aqu¨ª que eso s¨®lo es humo publicitario. Richard Tyler es otro modista local que se hizo famoso cuando visti¨® a Julia Roberts en el ¨²ltimo momento, despu¨¦s de que la protagonista de Pretty woman, decidiera que no le gustaba el modelo de Armani que ten¨ªa previsto llevar. Seg¨²n Tyler, nada menos que Anjelica Huston y el candidato a mejor actor principal Robert Downey Jr. -por Chaplin- pasan por sus tijeras este a?o.Y mientras peluqueros, maquilladores, masajistas y profesores de aerobic corren a casa de las estrellas para darles sus toques m¨¢gicos, la hier¨¢tica Catherine Deneuve, que opta al Oscar a la mejor actriz principal por Indochina -ser¨ªa la primera extranjera en recibirlo, desde que lo obtuvo Sof¨ªa Loren, por Dos mujeres, en 1961- se ha puesto en manos del estilista capilar Jose Eber, que en su macropeluquer¨ªa donde s¨®lo se habla franc¨¦s se dedica a realizar extensiones, tal como se llama ahora en Los ?ngeles a los postizos de toda la vida. Llevan las actrices que se ponen en sus manos unos cabezones de buz¨®n verdaderamente respetables.
Pero este a?o, la aut¨¦ntica intriga radica en adivinar de qu¨¦ demonios aparecer¨¢ vestido Jaye Davidson, cuya nominaci¨®n para el Oscar al mejor actor secundario por su trabajo en The Craying Game -en donde interpreta a una chica, sin que el espectador deba saber que tiene colita hasta media pel¨ªcula- constituye uno de los m¨¢s sonados boicoteos involuntarios de la Academia contra el desarrollo del argumento de un filme. Davidson, que reivindica su homosexualidad pero se niega a ser una queen al uso, ha concedido hasta ahora dos ¨²nicas entrevistas: una vestido de hombre, y otra de mujer. Ser¨ªa un detallazo para con la organizaci¨®n que acudiera ataviado de dama, ya que el tema en el que se va a basar la ceremonia en esta edici¨®n no es otro que "el Oscar rinde homenaje a las mujeres en el cine". Considerando que s¨®lo el 22% de los guiones que se escriben en Hollywood cuentan con papeles femeninos importantes, y que en el resto de las pel¨ªculas se las usa para lavar, planchar, ser violadas por psic¨®patas o fornicar con el protagonista, la contribuci¨®n de Davidson no deja de resultar una amarga alegor¨ªa.
Las feministas del grupo Women's Action Coalition est¨¢n indignadas con el cinismo de la Academia, al celebrar a la mujer en un ano en que han escaseado los papeles femeninos de fuste, y han anunciado acciones de repulsa a la puerta del Pavilion, con reparto de carteles con la figura de "Oscarella" -su versi¨®n del Oscar en mujer- y de pins alusivos, para que las actrices m¨¢s concienciadas los lleven en la solapa junto al lacito rojo del sida, que este a?o no va faltar en ninguna pechera que se precie. Una de las actrices m¨¢s dispuestas a defender la causa es Susan Sarandon, que adem¨¢s de ser activista convencida ha sufrido en su bolsillo la discriminaci¨®n que supone ser mujer en una industria donde mandan los falos blancos circuncidados: por trabajar en El aceite de Lorenzo, pel¨ªcula por la que compite en la secci¨®n mejor actriz protagonista, ha cobrado s¨®lo el 60% del salario que ha percibido su oponente masculino, Nick Nolte. Quien, dicho sea de paso, no ha sido nominado.
Euforia generalizada
Estas controversias no afectan, sin embargo, al ambiente de euforia generalizada que se respira. De las acaudaladas tiendas de Rodeo Drive, en donde se pueden adquirir modelos que Versace y Dior s¨®lo se atreven a dise?ar para esposas de Hollywood as¨ª como monumentos al surfista en cristal de roca para utilizar como centros de mesa, hasta los pat¨¦ticos teatros de principios de siglo en donde triunfaron estrellas del cine mudo que acabaron arroj¨¢ndose por la ventana cuando lleg¨® el sonoro. De los sofisticados restaurantes italianos de Melrose, en donde los californianos se sienten alguien pronunciando la palabra capuchino, a las huellas en piedra del Teatro Chino, en donde los turistas dejan caer hoy palomitas de ma¨ªz. De punta a punta de Los ?ngeles, en definitiva, todos est¨¢n dispuestos a vivir, en directo o en diferido, el gran acontecimiento que les hace sentirse, todav¨ªa, el centro del mundo.Este a?o es, adem¨¢s, el primero en mucho tiempo en que se celebra la entrega de los Oscar con un dem¨®crata en la Casa Blanca.
Hollywood, que con raras escepciones apoy¨® en su campana a Bill Clinton, parece haber querido celebrarlo incluyendo en su lista de premiables a un d¨ªscolo como Robert Altman, precisamente por El juego de Hollywood, y a un independiente como Neil Jordan, por The Crying Game. En compensaci¨®n, el sistema se sigue llevando el gato al agua, y ahora mismo ha sido prorrogado, hasta el 96, el contrato que mantiene como director de la poderosa Motion Pictures Asociation a Jack Valenti, odiado distribuidor de calificaciones morales cinematogr¨¢ficas.
Y es que, como dec¨ªa Jack Lemmon, nadie es perfecto.
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