El puntillero iba de matador
Lo que le faltaba a la lidia de los toros inv¨¢lidos: el puntillero en funciones de matador. Uno de los novillos muri¨® de cachetazo y a otros dos les falt¨® tanto as¨ª para lo mismo. Los dos primeros que saltaron a la arena no andaban muy cat¨®licos, el tercero trastabillaba con s¨®lo mirarlo y los tres restantes ya fueron, sin disimulos ni reservas, carne de puntillero. El cuarto se desplom¨® durante la faena de muleta y muri¨® a golpe de puntilla. El quinto se ca¨ªa continuamente y estuvo a punto de repetirse la suerte, pero izado por el rabo mediante esforzada tracci¨®n banderillera, se puso a embestir pastue?o. El sexto se derrumb¨® y no hab¨ªa manera de moverlo, hasta que sinti¨® en el testuz la mordedura traicionera de la puntilla y se incorpor¨® presto. S¨®lo por unos instantes: los justos para que Ricardo Ortiz lo rematara de un espadazo.Qu¨¦ les suced¨ªa a los novillos no pod¨ªa saberse en la plaza, ni seguramente se sabr¨¢ nunca, porque tienen decidido los taurinos que la ca¨ªda de los toros es un misterio insondable. La ciencia no vale para esto. En la reciente Feria de Valencia se lidiaron unas 60 reses, de las cuales m¨¢s de 50 estaban inv¨¢lidas, y ninguna autoridad se preocup¨® de averiguar las causas. Los toros se caen, qu¨¦ se le va a hacer; qu¨¦ penita y qu¨¦ dolor; nadie tiene la culpa, nadie es responsable. Y la fiesta sigue. Sin arte, sin emoci¨®n, sin toro; sin nada que justifique todo ese montaje de cuadrillas, picadores con bota hierro y desmedido lanz¨®n, encaramados en jamelgos inexpugnables; tercios, suertes, clarines; tarar¨ª, las puyas; tarar¨ª, las banderillas; tarar¨ª, los derechazos. Nada, en fin, que justifique lo que llaman lidia, y menos a¨²n la existencia de un espect¨¢culo tan bochornoso.
Sorando / D¨ªaz, N¨²?ez, Ortiz
Cinco novillos de Rom¨¢n Sorando (uno fue devuelto por inv¨¢lido), discretos de presencia, en general de media casta, varios inv¨¢lidos; 4? hubo de ser apuntillado. 6? sobrero de Veiga Texeira, bien presentado, inv¨¢lido. Joaqu¨ªn D¨ªaz: media (algunas palmas); 4? apuntillado por inv¨¢lido (silencio). Rodolfo N¨²?ez, de Madrid, nuevo en esta plaza: dos pinchazos -aviso-, estocada y descabello (silencio); media y descabello (aplausos y tambi¨¦n protestas cuando saluda). Ricardo Ortiz, de M¨¢laga, nuevo en esta plaza: dos pinchazos, estocada perdiendo la muleta -aviso- y descabello (palmas); cachetazo del puntillero que levanta al novillo inv¨¢lido y estocada corta (silencio). El p¨²blico abronc¨® al presidente, Luis Torrente, y arroj¨® almohadillas al ruedo al terminar la funci¨®n.Plaza de Las Ventas, 28 de marzo. Dos tercios de entrada.
Si el toro est¨¢ inv¨¢lido, la lidia o es una farsa o es una carnicer¨ªa intolerable, seg¨²n se mire lo que llaman fiesta. Aunque probablemente sea ambas cosas a la vez: una farsa carnicera. Tres novilleros pretend¨ªan lucir sus capacidades art¨ªsticas en el hist¨®rico ruedo vente?o y quedaron reducidos a comparsas en la sangrienta farsa. Joaqu¨ªn D¨ªaz instrument¨® algunos pases con el gusto que ya se le conoc¨ªa de anteriores comparecencias, mientras los dos debutantes quedaban casi tan in¨¦ditos como antes de hacer el pase¨ªllo.
Rodolfo N¨²?ez traste¨® movido al novillo enterizo, y al inv¨¢lido le hilvan¨® naturales suaves, aprovechando que el animalito se hab¨ªa incorporado milagrosamente y embest¨ªa pastue?o. Ricardo Ortiz gan¨® terreno en los lances a la ver¨®nica, reuni¨® discretos pares de banderillas y mulete¨® aseado al novillo que se manten¨ªa en pie. Al que se manten¨ªa tumbado, en cambio, lo banderille¨® sin ajuste y hubo de limitarse a matarlo despu¨¦s de la intervenci¨®n del puntillero. El mundo al rev¨¦s: primero el puntillero, luego el matador. 0 sea, que el puntillero iba de matador, y el matador, de puntillero. La fiesta se renueva a fondo. Un paso m¨¢s, y cualquier parecido con aquel llamado arte de Cuchares, ser¨¢ pura coincidencia.
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