La potencia pl¨¢stica de Mario Merz, en la Fundaci¨®n T¨¢pies
La exposici¨®n re¨²ne en Barcelona 18 trabajos del creador italiano
Mario Merz es un hombre grande y fr¨¢gil que trabaja desde la duda permanente, por m¨¢s que a veces oculte sus sentimientos tras la m¨¢scara tronante de un Falstaff con resaca. Poco a poco, tras la m¨¢scara asomar¨¢ el rostro de un artista tan rico en fantas¨ªa y potencia pl¨¢stica como parco en convencionalismos. Merz inaugura hoy en la Fundaci¨®n T¨¢pies una antol¨®gica a la que ha querido dar otra vuelta de tuerca para convertir sus obras en una poderosa instalaci¨®n, tal vez para recordarnos que, como escribi¨® Lezama Lima, "la ¨²nica certeza est¨¢ en aquello que nos excede".
Una gigantesca tienda esquimal de estructura met¨¢lica recubierta de cristal, arcilla, redes y ramas de ¨¢rboles ha invadido casi por completo el espacio principal de exposiciones de la Fundaci¨®n T¨¢pies. En su centro, hay otro igl¨² m¨¢s peque?o del que surge, como el cuerpo de un caracol fuera de su caparaz¨®n, una espiral de piedras de Cadaqu¨¦s que se adue?a del espacio y atraviesa los plafones dise?ados para colgar cuadros como una serpiente p¨¦trea y transgresora empe?ada en un desigual combate con la arquitectura de Dom¨¨nech i Montaner remozada por Roser Amad¨® y Llu¨ªs Dom¨¨nech.El espectacular montaje que domina la exposici¨®n de la Fundaci¨®n T¨¢pies, que se abre hoy y durar¨¢ hasta el 6 de junio, es una pirueta espacio -temporal muy propia de Mario Merz (Mil¨¢n, 1925). Se trata al mismo tiempo de una obra nueva y de tres piezas antiguas. El gran igl¨² que se alza en medio de las columnas modernistas de hierro forjado fue realizado en 1987 para el Centre d'Arts Plastiques (CAP) de Burdeos; el muro espiral de piedra se exhibe desde 1992 en la Fundaci¨®n Espai Poblenou de Barcelona y el igl¨² m¨¢s peque?o forma parte de la colecci¨®n del Museo de Arte de Eindhoven (Holanda).
La exposici¨®n, organizada con sumo rigor por la cr¨ªtica de arte Gloria Moure -una de las mayores conocedoras de la trayectoria y el trabajo de Merz, como prueba su detallado estudio introductorio en el cat¨¢logo de la exposici¨®n-, re¨²ne unos 18 trabajos del artista realizados entre 1967 y 1993, entre pinturas y montajes escult¨®ricos, aunque en el montaje que podr¨¢ verse, la recombinaci¨®n de piezas realizada por el propio creador reduce el n¨²mero de obras.
"Odio las exposiciones antol¨®gicas, odio el ruido que envuelve el mundo del arte y me importa un pimiento la significaci¨®n del arte p¨°vera", masculla Merz, considerado uno de los pioneros mundiales de ese arte en los a?os sesenta.
Arisco y fascinador
No es un gran comienzo, pero a trav¨¦s del recorrido de Merz por su exposici¨®n a medio montar resulta patente que el fiero creador milan¨¦s no odia, sino al contrario, la poes¨ªa, la ternura, las sirenas, el desierto, los ¨¢rboles y la vida."Los americanos", cuenta Merz con aire intimidador e impaciente, "han hecho mucho por fomentar el ruido en el arte y cada vez que en Am¨¦rica hay crisis, oigo decir que yo quiz¨¢ soy un artista, pero hago muy poco ruido, mientras que ellos tienen gran capacidad para hacer mucho ruido; ¨¦ste es un ejemplo del antirromanticismo que rodea el arte". "La manera de colocar aqu¨ª las obras", dice, "es una protesta contra las arquitecturas de este lugar, porque aqu¨ª [en la Fundaci¨®n T¨¢pies] coexisten dos arquitecturas opuestas, una verdadera y otra que no es mas que tramoya, quiz¨¢ muy ¨²til para colgar pintura, pero no para mis prop¨®sitos; por eso he querido colocar las obras sobre la arquitectura verdadera y no sobre la falsa".
En el piso superior de la fundaci¨®n, una tienda hemisf¨¦rica recubierta de tela de saco pintada es La tienda de Gadafi (1986), la plasmaci¨®n de la fijaci¨®n de Merz por la historia del l¨ªder libio refugiado en su tienda del bombardeo norteamericano, que, seg¨²n explica el artista, no se trata tanto de Gadafi como "de la idea del ¨²ltimo refugio".
El artista reitera su fatiga ante los discursos te¨®ricos, pero sus montajes -siempre renovados- evidencian una voluntad de interacci¨®n con la naturaleza y la poes¨ªa que revela su proximidad a Ezra Pound, uno de sus maestros.
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