Falstaff y la m¨ªstica
?Es Mario Merz un rom¨¢ntico? "S¨ª", responde con absoluta rotundidad y, por vez primera en la conversaci¨®n, con evidente gozo. El suyo es un romanticismo activista, apasionado tras su aparente abulia ma?anera, un romanticismo no falto de temor ante la propia vulnerabilidad, que no excluye sentencias amargas como la de que "toda obra de arte es una declaraci¨®n de la muerte del arte".Las obras, no obstante, desmienten su escepticismo, y la pintura de una especie de larva multicolor que ha colocado sobre las estanter¨ªas de la biblioteca de la Fundaci¨®n T¨¢pies aparece de repente, a sus propios ojos, como una sirena: "S¨ª, tiene las dos figuras, las dos caras, est¨¢ entre la larva y la sirena".
Al lado, otra pintura representa un orondo animal de un solo cuerno, como un rinoceronte o un unicornio regordete, tierno y terrible al mismo tiempo. "Es divertido y amenazador, como Falstaff", apunta alguien, algo aprensivo ante la reacci¨®n del artista. Pero Marlo Merz sonr¨ªe por primera vez ante el comentario y dice: "S¨ª, ha visto de qu¨¦ se trata". Es obvio que el gigant¨®n de El sue?o de una noche de verano es un personaje al que ¨¦l mismo se siente cercano.
En la obra de Marlo Merz hay algo m¨ªstico, ultraterreno, que vincula sus Figuras y espacios con sensaciones de lo primigenio y lo remoto, algo que recuerda la po¨¦tica de Pound o James Joyce, o la potencia espiritual de obras pl¨¢sticas como la del mismo T¨¢pies o la de Joseph Beuys. Pero Merz reivindica su diferencia. "En Joseph Beuys se da", explica, "la m¨ªstica de la tierra, mientras que yo tengo la m¨ªstica del cielo. El quer¨ªa entrar dentro de la tierra, quer¨ªa ser un cad¨¢ver enterrado; a m¨ª eso me da miedo, yo quiero evaporarme en el cielo. Mi obra brota hacia arriba antes que hacia el centro de la tierra".
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