Los israel¨ªes invierten sus ahorros en pistolas ante el aumento de los ataques ¨¢rabes
El tel¨¦fono no para de sonar. Hay cola frente al mostrador. Los empleados de la armer¨ªa Magnum 88, en el n¨²mero 4 de la curvil¨ªnea calle de Yanai, corretean de un lado a otro entregando formularios, mostrando la variedad de munici¨®n y explicando las ventajas de una pistola fabricada en Gernika. Espa?a est¨¢ definitivamente de moda en los arsenales comerciales de Jerusal¨¦n. Alarmados por el dram¨¢tico incremento de ataques cometidos por ¨¢rabes armados de dagas, muchos israel¨ªes est¨¢n invirtiendo sus ahorros en la Astra A100.La Astra A-100 es "la pistola al alcance de todos", como dice con orgullo Itzhak Mizrani, el locuaz gerente del negocio. "Balas Parabellum de 9 mil¨ªmetros. Un arma fuerte, liviana, resistente. Unos 560 d¨®lares [alrededor de 65.000 pesetas]", a?ade ofreciendo la pistola espa?ola y regalando bombones locales. "No hay mejor oferta en el mercado. ?sta es la soluci¨®n. Incluso para los reservistas, porque muchos de ellos no saben usar la pistola. El ej¨¦rcito ense?a a disparar fusiles, ametralladoras y ca?ones. Las pistolas son otra cosa".
Las ventas de armas cortas -desde la Walter PPK, los rev¨®lveres Colt y Smith & Wesson calibre 38 hasta pistolas Browning y la Beretta de cartera, para damas- han aumentado en cerca de un 40% en marzo, mes en el que 13 israel¨ªes han muerto en ataques de ¨¢rabes. M¨¢s de 23 han sido heridos. En su mayor¨ªa a cuchilladas.
Un controvertido consejo del jefe de polic¨ªa israel¨ª Yaacov Terner -"llevad siempre un arma", dijo- ha precipitado un diluvio de solicitudes de permisos. Hacerse con una pistola no es dif¨ªcil: basta comprobar que el solicitante se desplaza por los territorios ¨¢rabes ocupados y que no tiene antecedentes criminales.
Detr¨¢s del despacho de Misrai, en un campo de tiro rodeado de una maciza pared de cemento, instructores de Magnum 88 demuestran las cualidades de la vers¨¢til pistola espa?ola.
Amas de casa, empleados p¨²blicos e incluso soldados se enamoran de ella. "Es mucho m¨¢s liviana y maniobrable que mi Colt 45", afirma Michal, un joven electricista que se cuenta entre los 300.000 israel¨ªes con licencia para portar armas de fuego.
El diluvio de nuevas solicitudes refleja la creciente sensaci¨®n de inseguridad colectiva en un pa¨ªs donde la principal cuesti¨®n parece ser disparar o no disparar. El ex primer ministro Isaac Shamir est¨¢ entre los que piensan que s¨ª. Dice que al israel¨ª de la calle ya no le queda otra opci¨®n que apretar el gatillo, incluso si el atacante ha sido desarmado y reducido. "Los asesinos no deben salir con vida del lugar donde han cometido el crimen", declar¨® Shamir la semana pasada.
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