D¨ªa contra el paro
EL PARO es, seg¨²n todas las encuestas, la primera preocupaci¨®n de los europeos y constituye, por ello, el principal condicionante de la vida pol¨ªtica y econ¨®mica de sus pa¨ªses. Su r¨¢pido crecimiento en casi todos ellos ha aconsejado a los sindicatos agrupados en la Confederaci¨®n Europea (CES) transformar la prevista jornada por la Europa social en una movilizaci¨®n espec¨ªficamente centrada en el empleo. La jornada de hoy aspira, as¨ª pues, a convertirse en expresi¨®n internacional de esa preocupaci¨®n y en toque de atenci¨®n a los Gobiernos en demanda de pol¨ªticas activas de creaci¨®n de puestos de trabajo. El, previsible acuerdo de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n europea con esos objetivos termina ah¨ª, porque, como demuestran los ¨²ltimos procesos electorales, dista de existir un consenso sobre la manera de hacer frente al desempleo, y las recetas ofrecidas por los sindicatos son tan respetables, pero tambi¨¦n tan discutibles, como cualesquiera otras.Hasta la segunda crisis del petr¨®leo, a fines de los a?os setenta, las tasas de paro eran bajas y relativamente homog¨¦neas: entre el 2% y el 5% de la poblaci¨®n activa. Por entonces se consideraba -como mero ejercicio te¨®rico- que tasas superiores al 10% ser¨ªan incompatibles con el mantenimiento de la paz social. ?se fue uno de los argumentos del izquierdismo radical para mantener la esperanza en un estallido revolucionario provocado por la subida repentina de las materias primas. Tres lustros despu¨¦s, el desempleo se ha disparado, y con ¨¦l, la disparidad de situaciones nacionales, pero no ha sido la revoluci¨®n, sino triunfos electorales de los conservadores, lo que ha venido. Actualmente, el paro medio ronda el 11% en la Comunidad Europea (CE), pero la disparidad es notable tanto por arriba (Irlanda y Espa?a, con tasas pr¨®ximas al 20%) como por abajo (Alemania y Portugal, con tasas inferiores al 5%).
El cuadro no permite sacar conclusiones indiscutibles sobre la eficacia comparativa de las diferentes pol¨ªticas econ¨®micas para mantener o crear empleo. S¨®lo los sindicatos parecen no tener dudas: llevan 15 a?os pidiendo pol¨ªticas expansivas y discutiendo la prioridad otorgada en casi todos los pa¨ªses a la lucha contra la inflaci¨®n. Desde luego, es cierto que una inflaci¨®n controlada no es condici¨®n suficiente para crear empleo, pero existe un consenso bastante amplio entre los economistas en tomo a dos principios: que a largo plazo la inflaci¨®n genera paro, y que su control es condici¨®n necesaria para un crecimiento estable capaz de aumentar el empleo.
La experiencia del primer Gobierno de Mitterrand, a comienzos de los a?os ochenta, confirm¨® los riesgos de una pol¨ªtica como la que invariablemente, y en las m¨¢s diversas coyunturas, vienen propugnando los sindicatos espa?oles: el intento de crear empleo mediante pol¨ªticas expansionistas no preocupadas por la inflaci¨®n suscita, en una econom¨ªa abierta, fuertes desequilibrios comerciales (crecimiento mayor de las importaciones que de las exportaciones) que acaban provocando m¨¢s paro: en un contexto de fuerte competencia internacional, aumentos salariales superiores a la productividad arruinan a la vez la competitividad y los beneficios; pero a menos excedentes, menor inversi¨®n, lo que agrava el problema; y el intento de compensar ese retroceso subiendo los precios provoca nuevas subidas salariales, impulsando la espiral, y con ella, la p¨¦rdida de puestos de trabajo.
Tampoco las pol¨ªticas liberales han conseguido evitar el vertiginoso crecimiento del desempleo producido en todos los pa¨ªses en los dos ¨²ltimos a?os. Ello aconseja desconfiar de recetas milagrosas, y sobre todo de la superstici¨®n de que basta un cambio de Gobierno para que florezcan empleos. Pero la experiencia ense?a que no es suficiente que dos objetivos sean deseables para que desaparezca la contradicci¨®n que frecuentemente existe entre ellos. Las centrales manifiestan, con raz¨®n, que el paro debe ser la prioridad primera. Pero ello no les lleva a adaptar sus propias demandas a ese criterio: mejorar las prestaciones sociales, mantener los niveles de gasto social y aumentar la inversi¨®n en obras p¨²blicas generadoras de puestos de trabajo son prioridades dudosamente compatibles. Una jornada contra el paro deber¨ªa incluir, junto a la exposici¨®n de las demandas, la reflexi¨®n sobre ello, incluso si implica a?adir unas gotas de autocr¨ªtica a la cr¨ªtica contra los Gobiernos y la patronal.
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