"Quisiera morir un d¨ªa de primavera"
"Del dolor si es posible se me exima, tan duro es su portazgo, pues ya es fuerte el precio que se paga hasta la muerte, para tener que soportarlo encima. No me marques el fin un d¨ªa nevado, yo tuve un santo horror al fr¨ªo, de s¨®lo verme en hielos sepultado, siento premonitorio escalofr¨ªo. ?C¨®mo quieres morir Calvo Sotelo? Si me d¨¢is a elegir, Se?or, quisiera morir un d¨ªa de la primavera, tibia la tarde, luminoso el cielo, que nadie que viniese al camposanto tuviera que acudir con gabardina y que nadie llevara en la retina mezclada al agua de la lluvia el llanto". As¨ª escribi¨®, hace a?os, Joaqu¨ªn Calvo Sotelo, en su libro Cuadernos de amor y luto, como deseaba que fuera su muerte. Y as¨ª fue.Con la lectura del poema al que pertenece el anterior fragmento, por parte de su hijo Alejandro, se dio, el jueves, el ¨²ltimo adi¨®s al escritor en el cementerio de El Pardo, donde Giuliana, su viuda, se vio sorprendida por la ausencia de un sacerdote cuyos oficios sustituy¨® por el rezo de un Padrenuestro.
All¨ª acudieron, adem¨¢s de la familia, entre cuyos miembros se encuentran su sobrino el ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo -visiblemente emocionado- y el pol¨ªtico Fernando Mor¨¢n, -su mujer es sobrina del dramaturgo-, numerosos amigos, muchos de ellos pertenecientes a la nobleza, y compa?eros del escritor, como Fernando L¨¢zaro Carreter, director de la Real Academia Espa?ola. Si hubo, en cambio, una ausencia importante. La de las gentes del espect¨¢culo, para los que no existe la excusa de estas jornadas vacacionales, ya que los teatros no conocen el descanso en estas fechas. Antonio Buero Vallejo y su mujer, la actriz Victoria Rodr¨ªguez, que estuvieron por la ma?ana en el domicilio privado del acad¨¦mico y el actor Juanjo Men¨¦ndez, fueron las excepciones.
Los restos del escritor fueron depositados, junto a tres coronas de flores (una de la familia, otra de la Real Academia Espa?ola y otra del restaurante Casa Lucio, donde el acad¨¦mico cenaba a menudo) en el madrile?o cementerio de El Pardo, frente por frente, a tres metros de distancia, de la tumba del almirante Carrero BIanco.
La primera obra que estren¨® fue A la tierra: kil¨®metro 500 mil (1932), en Barcelona. A esta siguieron El rebelde, estrenada en Madrid en 1933 y El alba sin luz, estrenada en Buenos Aires en 1937. Desde entonces, Calvo Sotelo continu¨® su labor teatral y mantuvo un ritmo constante de un estreno por a?o hasta mediados de los a?os setenta. Obtuvo el Premio de Teatro Jacinto Benavente. En 1958 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura por su obra Una noche de lluvia.
Ingres¨® a la Real Academia de la Lengua en 1955, donde ocup¨® el sill¨®n l.
Babelia
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