El contractor asesino

Es in¨²til ir a rebuscar en los contenedores de Rodilla, en la calle de Preciados, donde los emparedados que est¨¢n cada d¨ªa en los mostradores se cuentan por miles. Aunque, como dice el encargado, con los a?os han aprendido a ajustar la producci¨®n al mil¨ªmetro. "El d¨ªa que pinchamos, los empleados dan buena cuenta de ellos al final de la jornada con una cerveza", comenta el hombre. Si sobra algo, son cinco o seis bocadillos los que acaban en el cubo de basura. "Aqu¨ª se aprovecha todo, hasta las cortezas del pan, que las rallamos, y lo que queda va a parar a una granja para alimentar a los animales".Si el busc¨®n va a un hipermercado como el Alcampo de La Vaguada, nada conseguir¨¢. Dos veces al d¨ªa, un contractor -un aparato que prensa todas las basuras- entra en funcionamiento. S¨®lo se separa el cart¨®n y los soportes de las mercanc¨ªas, que son de madera. Dice un jefe de este supermercado que en los otros supermercados Alcampo el sistema es igual.

Quienes trabajan en la calle de S¨¢nchez Pacheco, cerca del Registro Civil, echar¨¢n de menos al par de vagabundos que se surt¨ªan en los desechos de la f¨¢brica de Danone, en L¨®pez de Hoyos. "Creo que se van a Alcobendas", comentaba hace unos d¨ªas un hombre que trabaja enfrente. Dice que siempre hab¨ªa un par de indigentes, "de esos que viven en. la calle", husmeando en las basuras. El barrio de Salamanca registra menos p¨²blico. El vigilante de El Corte Ingl¨¦s de Goya dice que los contenedores de los grandes almacenes no son recibidos m¨¢s que por un par de personas, un cuarent¨®n fijo y otro que no es habitual. Puede que sea por lo intempestivo de la hora. Los cubos salen entre las doce y la una.