El Madrid, favorito en la lucha por el t¨ªtulo
La Europa del baloncesto ha importado h¨¢bitos del f¨²tbol. La final a cuatro de Atenas que comienza hoy (Real Madrid-Limoges, a las 18.00, y Benetton-PAOK, a las 20.15) suma al inter¨¦s puramente deportivo las andanzas m¨¢s o menos violentas de varios miles de aficionados vestidos con pinturas de guerra. El baloncesto habla tambi¨¦n el idioma de las medidas de seguridad, el despliegue policial y la b¨²squeda de la m¨¢xima audiencia; ha perdido conciencia de clase, pero ha ganado en difusi¨®n. Y, a la hora de difundir, el Madrid viaja con la estrella del momento, el lituano Sabonis, principio y final de todos los comentarios. Una victoria ante el Limoges significar¨¢ un hito particular poco divulgado: jugar su sexta final continental consecutiva.
La final a cuatro viene a ser una feria de muestras. El baloncesto europeo, que ambiciona de un tiempo a esta parte adquirir cierto nivel en el mercado de las audiencias televisivas, opt¨® por concentrar lo mejor de que dispone en un torneo calcado de la competici¨®n universitaria norteamericana: sede ¨²nica y cuatro equipos dispuestos a luchar por el t¨ªtulo de mayor prestigio fuera de la NBA. La f¨®rmula facilita la concentraci¨®n de aficionados, de medios de comunicaci¨®n, de jugadores, de agentes, de entrenadores y de dirigentes. Pero tambi¨¦n contribuye al ¨¦xito un fen¨®meno reciente: la aparici¨®n de hinchadas que imitan los s¨ªmbolos y comportamientos propios del f¨²tbol.La final a cuatro de Atenas dispone as¨ª de los ingredientes habituales en los grandes acontecimientos continentales. Se han acreditado cerca de 600 periodistas y est¨¢ prevista la difusi¨®n del evento por una treintena de canales de televisi¨®n. A ello hay que a?adir el desplazamiento de varios miles de seguidores procedentes de Francia, Italia y Espafia que habr¨¢n de vivir protegidos por unos 1.700 polic¨ªas, dadas las no muy recomendables referencias que se tienen de los hinchas griegos, quienes llenar¨¢n de colorido y pasi¨®n lo que quede por cubrir de las 16.000 localidades del Palacio de la Paz y la Amistad. Boris Stankovic, secretario general de la FIBA, no ha tenido mejor idea para caldear definitivamente el ambiente que amenazar a cada club participante con hacerle responsable de los posibles actos violentos que generen sus hinchadas respectivas. Y Grecia est¨¢ bajo el riesgo de perder la organizaci¨®n del Europeo de 1995 si se produce alg¨²n incidente grave.
Y es que es en este aspecto, el de los movimientos de masas, en el que la FIBA ha conseguido el ¨¦xito que buscaba. S¨ª el baloncesto continental ten¨ªa alg¨²n res paro era en su capacidad para s movilizar aficiones. Se lleg¨® a decir que su subsistencia radicaba m¨¢s en su adecuaci¨®n para el medio televisivo que en su gancho con el aficionado de a pie. Se le ten¨ªa por un deporte de sal¨®n. Las cl¨¢sicas finales continentales a partido ¨²nico abundaron durante alg¨²n tiempo en este argumento. El ambiente ha cambiado radicalmente y del aficionado encorbatado se ha pasado al hincha con pinturas de guerra. Hay en ello un evidente proceso de mimetismo procedente del propio f¨²tbol.
La final a cuatro de Atenas garantiza el espect¨¢culo en la grada, y eso ya es un ¨¦xito que puede maquillar cualquier desperfecto del juego. Ese nivel de seguridad lo ha tenido siempre el f¨²tbol en sus grandes manifestaciones. Poco importar¨¢ a partir de hoy el nivel de juego que desarrollen los cuatro equipos, y mucho m¨¢s interesante ser¨¢ que los partidos logren decidirse en los ¨²ltimos minutos, el patrimonio m¨¢s valioso de este deporte. Los puristas han quedado obsoletos.
Referencia
La final a cuatro tiene otra referencia deportiva importante. Los cuatro equipos pertenecen a las ¨²nicas cuatro ligas profesionales que existen en Europa. Los cuatro pertenecen igualmente al baloncesto mediterr¨¢neo. El Madrid, que lleg¨® a Atenas el domingo y ha completado dos entrenamientos en sus primeras 24 horas de estancia, viaja como favorito. El t¨¦cnico, Clyfford Luyk, dispone de todos sus jugadores (Antonio Mart¨ªn ha superado ya su proceso gripal) y es consciente de que todo el mundo le se?ala con un dedo por un doble motivo: tiene el equipo m¨¢s completo y tiene a Sabonis. Sabonis s¨®lo ha jugado una final europea, en el lejano 1986, pero es la gran estrella de esta edici¨®n de la Liga Europea. Todos los comentarios acaban en el lituano. Sus colegas temen su estad¨ªstica, y los entrenadores reparan en su capacidad de disuasi¨®n para servir la excusa. Los rivales no tienen m¨¢s remedio que disfrazarse de humildad. As¨ª lo dej¨® claro Bozidar Maljkovic, t¨¦cnico del Limoges: "No somos genios, sino trabajadores".
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