Un nuevo patriotismo militar
El verso de Horacio Dulce et decorum est pro patria mori,, que exhortaba a los j¨®venes romanos a imitar las virtudes de sus antepasados y a ofrendar sus vidas al servicio de la patria, ha venido siendo gu¨ªa universal para la formaci¨®n moral de los guerreros. Traduciendo la palabra patria a su expresi¨®n equivalente en diversos ¨¢mbitos sociopol¨ªticos (desde el feudal o mon¨¢rquico -morir "por el Se?or o el rey"- al nacional -"dar la vida por la naci¨®n"-), esta idea ha sembrado los campos de batalla del mundo con los cad¨¢veres de millones de seres humanos que en innumerables ocasiones han perecido con generosidad y abnegaci¨®n, y ha sido uno de los m¨¢s activos principios legitimadores del hecho b¨¦lico. Bien es verdad que el morir por la patria no siempre ha sido interpretado del mismo modo, y muchos han cre¨ªdo ofrendar sus vidas en un patri¨®tico altar cuando en realidad lo estaban haciendo al servicio de intereses mucho menos desprendidos. As¨ª ocurri¨®, por ejemplo, con los incidentes que en 1909 ensangrentaron Barcelona en lo que fue conocido como la semana tr¨¢gica, una de cuyas principales causas fue el hecho de que los soldados reservistas catalanes que se negaban a embarcar para ser trasladados al Rif ten¨ªan la sospecha de que sus vidas no se arriesgaban por la patria, sino m¨¢s bien por defender los intereses mineros que hab¨ªan surgido en aquella zona del protectorado y que, a cambio de su sacrificio personal, se beneficiar¨ªan unos pocos especuladores. La manipulaci¨®n de la idea de la patria ha sido habitual en innumerables ocasiones a lo largo de la historia. As¨ª, con motivo del indulto presidencial otorgado en Estados Unidos a los procesados por el Ir¨¢n-Contra, que ol¨ªmpicamente despreciaron los controles democr¨¢ticos establecidos en torno al poder ejecutivo, se aludi¨® al patriotismo de los implicados en tan turbio asunto, del mismo modo que en Espa?a se ha utilizado esta palabra, en forma elogiosa, aplic¨¢ndola a los asesinos acusados de la guerra sucia de los GAL o a los que el 23-F pusieron en peligro la convivencia democr¨¢tica de los espa?oles.Muchas cosas est¨¢n cambiando cuando va a concluir el segundo milenio de nuestra era, y es posible que haya que volver a insuflar en el verso latino un nuevo concepto de lo que se entiende por patria. Las operaciones militares de ayuda humanitaria que en los ¨²ltimos a?os se han empezado a desarrollar, auspiciadas por la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas, son el elemento desencadenante de esta nueva forma de pensar. Tanto la actuaci¨®n de las potencias coligadas tras la guerra de Irak, para ayudar a la subsistencia del pueblo kurdo, como las operaciones de ayuda a las rep¨²blicas de la antigua Yugoslavia y, m¨¢s recientemente, la desinteresada actuaci¨®n del. Ej¨¦rcito de Estados Unidos en.
Somalia muestran que hay otros modos de entender a Horacio. La defensa de los intereses nacionales, la m¨¢s moderna traducci¨®n del pro patria mori, ya no es el ¨²nico motivo que justifica arriesgar la vida de los combatientes. Ning¨²n inter¨¦s nacional defienden los soldados americanos en Somalia, aunque, por argumentar hasta el l¨ªmite, haya quien crea ver intereses propios en todo el planeta. Pero la verdad es que podr¨ªa seguir muriendo de hambre la poblaci¨®n de ese afligido pa¨ªs, y el mundo desarrollado -incluido Estados Unidos- resultar¨ªa mucho menos afectado que si se viese puesto en peligro el suministro de petr¨®leo. La dimensi¨®n moral de la cat¨¢strofe de un pueblo que se deshace ante la vista del resto de la humanidad nunca ha solido mover a los ej¨¦rcitos. Mucho menos, conmoverlos.
De modo an¨¢logo argumentaron quienes, sin oponerse al env¨ªo de tropas profesionales espa?olas a Bosnia, adujeron que eso no era una misi¨®n constitucional de los ej¨¦rcitos de nuestro pa¨ªs. Es evidente que, en el texto del discutido y discutible art¨ªculo 8 de la Constituci¨®n, que sin ninguna necesidad aparente define esas misiones en t¨¦rminos de "garantizar la soberan¨ªa e independencia de Espa?a, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional", no se ve raz¨®n alguna para que nuestros soldados deban ayudar a sobrevivir al pueblo bosnio y por ese motivo arriesguen sus vidas. En Bosnia nuestras armas no est¨¢n cumpliendo ninguna misi¨®n constitucional, sino un nuevo y noble cometido humanitario que en el futuro va a preocupar cada vez m¨¢s a los ej¨¦rcitos. (He aqu¨ª otra raz¨®n que ayuda a percibir c¨®mo nuestra Constituci¨®n tiene ya bastantes aspectos mejorables).
Va llegando el momento de pensar si en la formaci¨®n moral que se d¨¦ a los guerreros del siglo XXI no habr¨¢ que introducir una modificaci¨®n importante. Se trata del concepto de 11 morir por la humanidad", que es lo que podr¨ªa justificar el empleo de fuerzas militares en situaciones como las de Yugoslavia o Somalia. (Puede arg¨¹irse que ambas no son equiparables y que el conflicto yugoslavo incide directamente en la seguridad de Europa, lo que no ocurre con el de Somalia, pero esto no afecta en nada a la tesis de este art¨ªculo). La defensa del derecho a la vida de todos los pueblos, cualquiera que sea su color, credo, raza o lengua, y el sostenimiento de los derechos humanos en todos los rincones del planeta son motivos tan altruistas como el morir por la patria, es decir, por "la familia, la tribu, el pueblo, la comarca, la naci¨®n...", y de resultados similarmente provechosos para el conjunto de los seres humanos. Un nuevo patriotismo humanitario (esto es, basado m¨¢s en un sentido igualitario de la humanidad y no tanto en el humanitarismo caritativo para con el pobre o menesteroso) habr¨¢ de empezar a ser instalado en la formaci¨®n militar de todos los Estados modernos. Las instituciones militares mundiales afrontan un nuevo reto. El concepto b¨¢sico en el que descansa la finalidad ¨²ltima de muchos ej¨¦rcitos -entre ellos el espa?ol- no puede seguir siendo la idea de proteger el territorio nacional contra un enemigo quiz¨¢ inexistente. Largos a?os se han consumido en las escuelas militares espa?olas aprendiendo a defender el Pirineo y, luego, las costas levantinas (y esto, sin contar con los esfuerzos dedicados a defender el Estado espa?ol contra su propio pueblo). La realidad actual se est¨¢ configurando de muy distinta forma. Espa?a, a no tardar mucho, no se defender¨¢ sola, sino que pasar¨¢ a formar parte del sistema europeo de seguridad com¨²n. Morir por la patria se convierte, as¨ª, en algo que cada vez va a tener menos sentido en todo nuestro continente. Morir por la humanidad, por el contrario, puede llegar a ser la m¨¢s correcta interpretaci¨®n del verdadero ideal horaciano que justifique el uso de la fuerza armada y el sacrificio de la propia vida. No hay que olvidar que han muerto ya "por la humanidad" varios centenares de soldados, cubiertos con el casco azul de la ONU y desplegados bajo la bandera universal de esta organizaci¨®n. Por este motivo, en 1988 se concedi¨® a estas fuerzas el Premio Nobel de la Paz. En las puertas del siglo XXI, m¨¢s de uno nos preguntamos si esta recompensa no podr¨¢ ser vista como la moderna Cruz Laureada de unos futuros ej¨¦rcitos al servicio de la humanidad.
es general de Artiller¨ªa.
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