Andreotti
Carta de Italia y un dossier Andreotti con los textos completos de las acusaciones de los jueces de Palermo. El incombustible e inevitable Andreotti lo tiene crudo, ya m¨¢s ac¨¢ de la antigua presunci¨®n picaresca de que Andreotti era el gran padrino de todo: KGB, CIA, Mafia, masoner¨ªa, Vaticano... lo que le echaran. Hay personajes que llevan tras de s¨ª plurales sombras de sus plurales misterios, y otros personajes, en cambio, cuando miran hacia atr¨¢s descubren, como los cr¨ªticos, seg¨²n Steiner, la sombra de un eunuco. Andreotti est¨¢ te¨®ricamente por encima de cualquier sospecha y en la pr¨¢ctica bajo toda clase de sospechas. Su previsible hundimiento pol¨ªtico, as¨ª como el de Craxi, se presagia como el s¨ªmbolo de la ca¨ªda de un orden nacional estatal italiano creado por la guerra fr¨ªa y la dial¨¦ctica Norte-Sur.Pero cuidado. Italia es en estos momentos tan hija de su l¨®gica interna hist¨®rica como referente de una relaci¨®n pol¨ªtica-ciudadan¨ªa que puede perfectamente extrapolarse como reflejo de la crisis de la democracia cuando el cuarteto de c¨¢mara de los cuatro poderes suena cada uno por su cuenta a rebato del toque de exterminio. Es entonces cuando el ciudadano s¨®lo percibe la sospecha de que le han afeitado la soberan¨ªa, como a Sans¨®n la cabellera y al rey Wamba las barbas, es decir, que alguien le ha tomado o le est¨¢ tomando el pelo por su bien, por su bien com¨²n, naturalmente, y sobre todo, en el caso de Andreotti, de la Democracia Cristiana, no lo olvidemos, una de las principales creadoras de la filosof¨ªa del bien com¨²n que m¨¢s tarde o m¨¢s temprano ense?a su condici¨®n de ser el menos com¨²n de los bienes. Una coartada que manosean los cuatro poderes en un sistema democr¨¢tico cansado, tan peligrosamente cansado de s¨ª mismo que se juega a la ruleta rusa su deteriorada credibilidad.
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