Fin de trayecto

UNA VEZ que su propio grupo parlamentario le hab¨ªa retirado la confianza, al presidente de la Comunidad de Murcia, Carlos Collado, no le quedaba otra salida que, la dimisi¨®n. Es lo que hizo ayer tras una ag¨®nica resistencia que a?adir¨¢ pocos galones a su biograf¨ªa. Su pat¨¦tica despedida, invocando el juicio de la historia para su gesti¨®n, entra dentro de lo que cabe considerar derechos subjetivos del derrotado. Pero tampoco a?adir¨¢ nada a su ejecutoria, en la que ya figuraban episodios tan poco airosos como el de afirmar, tras ser desautorizado por 22 de los 24 parlamentarios de su grupo, que s¨®lo se ir¨ªa si as¨ª se lo ped¨ªa la Ejecutiva Federal del PSOE.Con las elecciones convocadas y las encuestas echando humo, no est¨¢ el horno para (m¨¢s) bollos en dicha ejecutiva, y alguien ha debido decirle a Collado que acelere. Durante dos meses, su impasibilidad y su negativa a aceptar la evidencia han sido aprovechadas por la oposici¨®n para criticar el "desgobierno de la regi¨®n" y la "paralizaci¨®n administrativa" de la misma, ejes de la moci¨®n de censura que el Partido Popular present¨® el mes pasado. La moci¨®n no sali¨® adelante porque, pese a haber pedido expresamente la dimisi¨®n de Collado, los diputados del PSOE votaron en contra. No ten¨ªan otra opci¨®n, dado que la moci¨®n tiene que ser positiva: con un candidato alternativo, en este caso del PP, al que los socialistas tendr¨ªan que haber entronizado como presidente para que la censura prosperase. La otra posibilidad, que el propio grupo socialista plantease una moci¨®n contra quien fue su candidato en las dos ¨²ltimas elecciones auton¨®micas, resultaba demasiado fuerte. Collado se ha ido cuando esa posibilidad comenzaba a ser considerada.

Collado qued¨® en minor¨ªa en 1990 en el congreso regional, pese a lo cual se le mantuvo como candidato en las auton¨®micas de 1991. El enfrentamiento latente desde entonces tuvo ocasi¨®n de a?orar a comienzos de a?o, cuando se hizo p¨²blico el informe del Tribunal de Cuentas correspondiente a 1989. Dicho informe se?alaba la existencia de graves irregularidades financieras del Gobierno regional, especialmente en relaci¨®n a una adquisici¨®n de terrenos que ya hab¨ªa provocado la dimisi¨®n de dos consejeros y la presentaci¨®n de una querella por parte de Izquierda Unida. La fiscal¨ªa del Tribunal Superior de Murcia no ha apreciado indicios delictivos en la actuaci¨®n de Collado (o cualquier otro aforado), por lo que ha remitido la documentaci¨®n relativa a la querella a un juzgado de instrucci¨®n, donde prosigue su tramitaci¨®n.

La dimisi¨®n era exigida, sin embargo, bas¨¢ndose en las responsabilidades pol¨ªticas apreciadas por la comisi¨®n parlamentaria que estudi¨® el caso. En su ¨²ltimo intento de resistir, Collado se acogi¨® a la doctrina Gonz¨¢lez sobre Filesa, manifestando que, "al igual que el presidente del Gobierno, no tomar¨¦ ninguna decisi¨®n hasta que el juez decida sobre el asunto". Pero esa err¨®nea doctrina est¨¢ ahora muy cuestionada en las altas esferas del PSOE, y no le ha evitado al presidente murciano la dimisi¨®n. Al presentarla, no pierde su derecho a la presunci¨®n de inocencia. Amparado por ella ser¨¢ juzgado, de acuerdo con los exigentes principios del derecho penal, para determinar si hubo prevaricaci¨®n y malversaci¨®n de fondos, como dice IU. Pero de los datos conocidos se deduce una responsabilidad pol¨ªtica evidente en las decisiones consideradas. Una vez que la comisi¨®n parlamentaria as¨ª lo apreci¨®, enviando la documentaci¨®n a los tribunales, Collado debi¨® haber dimitido.