Triunfa la flauta y no por casualidad
Si la ¨®pera, como escribe Guy Sariama, constituye hoy una pasi¨®n antes que un divertimento o una fiesta social, La flauta m¨¢gica es una fascinaci¨®n apasionada dentro de la pasi¨®n propia del espect¨¢culo vital¨ªsimo que es el teatro musical en todas sus formas.Y esto es as¨ª no s¨®lo por la dosis de genio derrochada por Mozart al tratar el libreto de Schikaneder, sino por la misma naturaleza de una pieza que s¨®lo convencionalmente denominamos ¨®pera, cuando se trata de un Singspiel inici¨¢tico, animado por el sortilegio.
En La flauta m¨¢gica, la parte instrumental aparece frecuentemente tratada, en actitud de adivinatorio modernismo, por secciones y grupos con lo que se logra una movilidad pareja a la de una acci¨®n que rompe lo lineal para diversificarse en muy variadas soluciones. Todo ello puede resumirse en un concepto: fantas¨ªa. Quien se arriesga a la direcci¨®n esc¨¦nica de La flauta m¨¢gica, debe poseer, para empezar, un talento fuertemente imaginativo y, por supuesto, ha de formar unidad con la direcci¨®n musical, fusi¨®n m¨¢s necesaria aqu¨ª que en otro repertorio oper¨ªstico de canto o acci¨®n acompa?ada.
La flauta m¨¢gica
De Schikaneder y Mozart. Producci¨®n del Festival de Oviedo, 1991. Director esc¨¦nico: Emilio Sagi. Director musical: Antoni Ros Marba. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 20 de abril.
La producci¨®n que present¨® el pasado d¨ªa 20 el Teatro de la Zarzuela es la galardonada con el premio a la mejor direcci¨®n esc¨¦nica en el festival de Oviedo de 1991 y hay que decir que se trata de un trabajo adem¨¢s de interesante muy bello que sirve las demandas del texto y la partitura desde una mezcla de sobriedad y creaci¨®n. Emilio Sagi llev¨® la escena con arte que super¨® su conocida pericia y Ros Marb¨¤ se sinti¨® feliz y nos hizo felices a todos con su Mozart terso y expresivo que sintoniz¨® naturalmente con los escenarios y trajes de Jes¨²s Ruiz y la iluminaci¨®n de Eduardo Bravo.
En lo musical, junto al protagonista Ros Marb¨¤, hay que destacar una pamina brillante, deliciosa, de vozn¨ªtida y biencoloreada como es la de la soprano americana Gwendolyn Bradley; una Reina de la Noche en la que la georgiana Maja Tabatadze circul¨® por la regi¨®n sobreaguda con absoluto dominio y facilidad; un Saratro, que el bajo brit¨¢nico Robert Lloyd asumi¨® con tanta nobleza en el acento como en la calidad vocal. La pareja Papageno-Papagena brill¨® superlativamente pues el bar¨ªtono franc¨¦s Fra?ois Le Roux resalt¨® la tierna humanidad de su curiosos personaje y la soprano brit¨¢nica Susan Chilcott le dio respuesta muy nivelada.
Un bien conocido tenor, Robert Tear, (desde hace unos a?os entregado a la direcci¨®n orquestal), situ¨® a Monostatos con precisa expresi¨®n y belleza de medios y, en fin, el tenor americano Gregory Kunde acert¨® en Tamino dentro de una t¨®nica de m¨¢s moderada discreci¨®n. Excelentes el tr¨ªo de damas (las espa?olas Paloma P¨¦rez Migo, Virginia Parram¨®n y Lola Casariego) y el de los muchachos del T?lzer Knabenchor, de Beuren (el monasterio que guarda los c¨¦lebres Carmina Burana). Un aplauso cerrado merece Valdo Sciamarella, director del coro.
Tenemos en la calle de Jovellanos una Flauta m¨¢gica digna de verse y aplaudirse a la que le falt¨®, quiz¨¢, ese "algo m¨¢s" que convierte el ¨¦xito en clamor, lo que, sin duda, puede llegaren siguientes representaciones.
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