Un periodista en la conspiraci¨®n antifranquista
RA?L MORODOTraza el articulista el perfil humano y pol¨ªtico de Jos¨¦ Antonio Novais, al que no duda en calificar de exponente de la dignidad en la historia del periodismo de la libertad y en el que la bohemia literaria la conspiraci¨®n siempre fueron unidas.
Cristo-Federico era, de forma oblicua, la encarnadura literaria de Jos¨¦ Antonio Novais: contestatario, irrepetible y altruista. Humanizando lo divino, titular¨ªa as¨ª, libertaria y valle-inclanamente, este peque?o libro de cuentos. Libro que, como recordaba con Fernando S¨¢nchez Drag¨®, vend¨ªan las cigarreras del Madrid nocturno de finales de los cincuenta ("?hay tabaco, cerillas, Cristo-Federico!") en sus esquinados puestos callejeros. Una semblanza de Novais -bohemia y conspiraci¨®n- es tambi¨¦n el contorno de una ¨¦poca.Jos¨¦ Antonio Novais escribe historias y, sobre todo, versos: entre noches y copas, tertulias y copas, Ateneo madrile?o y caf¨¦s parisienses. Como un Omar Kayy¨¢n moderno, se distancia del mito y entre narraciones y poemas inicia un periodismo pol¨ªtico ins¨®lito: valiente y audaz, en tiempos martinsantos de silencios y de opacidad reductora; debelador frontal, en tiempos de revoluciones pendientes y entusiasmos num¨¦ricos de tecn¨®cratas parvenus, y, sobre todo, de ¨¦tica pol¨ªtica y profesional, en tiempos en que era dif¨ªcil y necesaria la lucha cotidiana por la libertad. A esto, el franquismo llamaba conspiraci¨®n. Tierno Galv¨¢n, que escribi¨® un excelente ensayo sobre este tema (Anatom¨ªa de la conspiraci¨®n, 1962, en una colecci¨®n dirigida por el hoy duque de Alba), cuando le acusaban de este nefando pecado pol¨ªtico, sol¨ªa decir sosegadamente: "Si un franquista cat¨®lico conspira, dice que reza; si un dem¨®crata dice que conspira, conspira; es decir, denuncia que quiere que las cosas cambien: el primer conspirador fue S¨®crates".
Los amigos de Jos¨¦ Antonio Novais, poetas y pintores -Jos¨¦ Bergam¨ªn, Juli¨¢n Marcos, Rafael Lorente, Mercedes G¨®mez-Pablos-, y sus amigos periodistas extranjeros -Linda Herman, Marcel Niedergang, Harry Debelius, Ebbe Traberg- comprend¨ªan bien que su l¨®gica de la negaci¨®n (y contradicci¨®n) era, parad¨®jicamente, coherente y ¨²nica posible: la l¨®gica del decir no como instrumento para disolver y avanzar: "Todo lo que es positivo es negativo primero", que dec¨ªa Bergam¨ªn, otro conspirador libertario. Como un Prometeo cristiano, Novais y Bergam¨ªn ser¨¢n castigados por el Zeus-Caudillo a trav¨¦s de meritorios emisarios: ni dioses antiguos ni mortales modernos toleran al rebelde que desacata.
Conoc¨ª a Novais por los a?os cincuenta, todav¨ªa en su casa materna, y despu¨¦s de su bohemia literaria y conspiratoria con Rafael Lorente en Par¨ªs. Ya m¨¢s tarde se traslada a un barrio universitario entre la civitas dei (colegio Moncloa) y la civitas diaboIi (colegio C¨¦sar Carlos), en la que en esta ¨²ltima yo preparaba oposiciones a c¨¢tedra. Mi relaci¨®n con ¨¦l ser¨¢, desde entonces, pr¨¢cticamente diaria. Su nueva casa, casa abierta para estudiantes y j¨®venes profesores, ser¨¢ centr¨® permanente de tertulia y conspiraci¨®n: la tertulia se hac¨ªa conspiraci¨®n y la conspiraci¨®n se traduc¨ªa y se proyectaba a Par¨ªs. Le Monde, del que Novais era corresponsal, asum¨ªa el papel, fundamental en aquellos a?os, de portavoz democr¨¢tico de estudiantes y profesores, de trabajadores y profesionales y, por extensi¨®n, de los sectores tradicionales y nuevos de la oposici¨®n democr¨¢tica en ascenso: socialistas hist¨®ricos y socialistas renovadores, democristianos, comunistas y liberales. As¨ª, se enviaban noticias, se elaboraban respuestas, se constru¨ªan iniciativas, que el r¨¦gimen, en su ambivalencia de querer y no poder evolucionar, intentaba, sin ¨¦xito, cortar: el miedo al exterior es siempre, en una dictadura, defensa para la oposici¨®n. Con Fraga, de modo especial, mantendr¨¢ Novais una relaci¨®n muy conflictiva. En el fondo, Fraga no entend¨ªa la diferencia sem¨¢ntica entre conjura, confabulaci¨®n y conspiraci¨®n. Frente a la secularizaci¨®n de la conspiraci¨®n -es decir, hacer oposici¨®n sin dramatismo- se manten¨ªa en una idea anacr¨®nica: la conspiraci¨®n como conjura maniquea teol¨®gica, la sacralidad de la conspiraci¨®n. (Me dicen, en el entierro de Novais, que, por medio de un amigo com¨²n, Fraga, jacobeamente, envi¨® su condolencia y pesar por estos hechos y conflictos: viviendo en Galicia, los l¨ªmites entre Santiago y Prisciliano se acortan).
Generosos y rom¨¢nticos
Dentro de la estrategia de la conspiraci¨®n sin misterio, que no conjura -es decir, querer salir de la clandestinidad-, Le Monde y los dem¨¢s amigos periodistas extranjeros constitu¨ªan, en efecto, un apoyo excepcional. Ayuda no muy agradecida y poco estudiada: tal vez, Jos¨¦ Mario Armero, cuando pronto se restablezca, ampl¨ªe su libro sobre corresponsales de guerra (1936-1939) con otro sobre corresponsales en tiempos del franquismo. En aquellos a?os, la fratr¨ªa period¨ªstica extranjera, generosa y rom¨¢ntica, desde esta perspectiva de la conjura, era considerada como canalla et¨ªlica, judeo-mas¨®nica y comunista, rediabolizando las Brigadas Internacionales y los protocolos de los sabios de Si¨®n. Y Novais, adem¨¢s, traidor: de padre republicano y aza?ista, su madre, con perspicaz criterio, lo alistar¨ªa en el Frente de Juventudes falangista, y en honor a la verdad, Novais, desde su posici¨®n netamente democr¨¢tica y antifranquista, guardar¨¢ un buen recuerdo humano y po¨¦tico de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera.
Como libertario, Novais era, por supuesto, independiente; pero, dentro de la informalidad que caracterizaba a nuestro grupo pol¨ªtico, se le consideraba tiernista. Con Enrique Tierno, realmente, tendr¨¢ una vinculaci¨®n estrecha y cotidiana: a su modo, eran los dos libertarios ¨¦ticos. Tierno, con su utopizaci¨®n libertaria de un marxismo humanista y barroco; Novais, en el fondo, proyectaba en Tierno la imagen republicana de su padre, jefe de prensa de don Manuel Aza?a. Pero, sobre todo, entre Tierno y Novais hab¨ªa la vinculaci¨®n de entender la pol¨ªtica como ¨¦tica desdramatizada y como revulsivo que integraba iron¨ªa y travesura: ambos admiraban las aventuras de Guillermo Brown. En la calle del Marqu¨¦s de Cubas, sede nuestra y lugar de encuentro m¨²ltiple, Tierno y Novais redactaban unas hojas peri¨®dicas, volanderas y mensuales (el juanito), buena fuente para conocer la semiclandestinidad de entonces. Novais, en fin, era un poder f¨¢ctico en la oposici¨®n. Ning¨²n acontecimiento le era ajeno: huelgas de obreros y manifestaciones de estudiantes, expulsi¨®n de profesores y estado de excepci¨®n, M¨²nich, reformismos e involuciones, denuncias y cr¨ªticas, instauraciones, restauraciones y reinstauraciones. En su casa tertulia, Monique, dulce y cartesianamente, alternaba cuidado de ni?os y cocina, m¨¢quina de escribir y tel¨¦fono controlado: Monique era, y es, una santa M¨®nica que adem¨¢s votaba a Mend¨¨s-France. Habituales a esta casa tertulia, entre cientos, ¨¦ramos Donato Fuejo, Emilio Cassinello, El¨ªas D¨ªaz, Manuel Medina, Jos¨¦ Vidal-Beneyto, Vicente Cervera, y en donde El¨ªas polemizaba con Fernando Ca?ellas sobre el mito y la raz¨®n.
Retiro discreto
S¨®lo unos pocos amigos despedimos, en marzo pasado, a Jos¨¦ Antonio Novais. Hac¨ªa ya varios a?os que no viv¨ªa ni ven¨ªa a Madrid: con su nueva esposa, eligi¨® un retiro discreto y tranquilo, junto al mar y por tierras de Rafael Alberti, en El Puerto de Santa Mar¨ªa. Tal vez recordando los versos vallejianos parisienses: "Me alejo de todo porque todo se queda para hacer la coartada". Novais, en la historia de la oposici¨®n, en la historia del periodismo de la libertad, quedar¨¢ como un exponente y apoyo de dignidad y entereza: anticipador y hombre de coraje que Niedergang, en Le Monde; Debelius, en su oraci¨®n f¨²nebre, y Miguel ?ngel Aguilar, en EL PA?S, han recordado con raz¨®n. Me uno a estos viejos amigos y tambi¨¦n a la iniciativa que un colega, Manuel Jim¨¦nez de Parga, ha propuesto: una calle, con su nombre, en la Ciudad Universitaria. Si todos somos deudores suyos, estudiantes y profesores, tenemos una deuda adicional.
es catedr¨¢tico de la Universidad Complutense de Madrid.
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