Dulce Mar¨ªa Loynaz reivindica la risa al recoger el Premio Cervantes de Literatura
La escritora cubana destaca que el 'Quijote' ha unido con el humor a hombres de varios siglos
No tuvo voz suficiente para leer su discurso de recepci¨®n del Premio Cervantes de Literatura 1992, pero Dulce Mar¨ªa Loynaz, de 91 a?os, demostr¨® ayer su fuerza y. su delicada iron¨ªa al dedicar sus palabras, que fueron le¨ªdas por el novelista cubano Lisandro Otero, a la risa. "Record¨® un episodio de la vida de su padre: en los d¨ªas de una peligrosa incursi¨®n en las ci¨¦nagas, el general Enrique Loynaz de? Castillo empieza a leer el Quijote "y se interrumpe con risa que no ha podido contener". Dulce Mar¨ªa Loynaz se lament¨® de que se . hayan ido perdiendo las leg¨ªtimas motivaciones para la risa, y reivindic¨® el humor en la literatura como elemento primordial. Porque la risa, dijo la escritora cubana, "cuando puede participarse, hermana a los hombres".
El acto de entrega del Premio Cervantes fue breve en atenci¨®n a la avanzada edad de la galardonada, que lleg¨® a Alcal¨¢ de Henares (Madrid) en una UVI m¨®vil y que tras la ceremonia ;tuvo que ser sacada en silla de ruedas del Paraninfo de la universidad. Fue el Rey quien se acerc¨® por dos veces a ponerle la medalla y entregarle el trofeo conmemorativos durante el acto acad¨¦mico. La escritora, que estuvo sentada todo el tiempo y se puso de pie s¨®lo para recibir los galardones y escuchar el himno universitario, vest¨ªa un discreto vestido azul. A cada momento de los aplausos, inclinaba la cabeza y sonre¨ªa fugazmente. Como en un fragmento de su novela Jard¨ªn, los asistentes "se vieron con una mujercita bastante bien parecida, que hablaba poco y sonre¨ªa mucho"."Constituye para m¨ª el m¨¢s alto, honor a que pudiera aspirar en lo que me queda de vida el que hoy me confieren ustedes uniendo mi nombre, de alg¨²n modo, al del autor del libro inmortal". As¨ª comenz¨® el discurso de la segunda mujer premiada con el Cervantes despu¨¦s de Mar¨ªa Zambrano. De los escritores cubanos, s¨®lo Alejo Carpentier lo hab¨ªa obtenido anteriormente.
Record¨® Loynaz en sus palabras al escritor Jos¨¦ Mart¨ª, quien sentenci¨® una vez que los hombres se miden por la inmensidad que se les opone. Y Miguel de Cervantes "tuvo genio suficiente para oponerlo ante la inmensa tarea que se propuso".
El Quijote es esa obra inmensa, y en el libro Memorias de la guerra, de Enrique Loynaz del Castillo, se cuenta c¨®mo ¨¦ste, recorriendo la ci¨¦naga de Zapata durante la campa?a de 1895, "vino a dar a un claro del bosque donde un oficial del Ej¨¦rcito espa?ol dorm¨ªa con la cabeza apoyada en un libro". Asustado al o¨ªr que otros se acercaban, el militar espa?ol escapa y deja el libro abandonado: el Quijote, de Cervantes.
"Continuando la marcha por la inh¨®spita zona, mi padre y sus compa?eros se extrav¨ªan y, tras caminar un buen trecho, rendidos de fatiga, se sientan en el tronco de un ¨¢rbol derribado. Mi padre abre el libro y empieza a leer para s¨ª, y luego se interrumpe con risa que no ha podido contener. '?Siga, siga riendo!', dicen los otros, 'que esa risa nos hace pensar que ya usted encontr¨® el modo de salir de este infierno".
Llorar en soledad
El texto de Dulce Mar¨ªa Loynaz contin¨²a diciendo que la risa, cuando puede participarse, hermana a los hombres. "Por otra. parte, no es dif¨ªcil llorar en soledad y, a cambio, es casi imposible re¨ªr solo. La risa es una sustancia casi vol¨¢til, quiero decir dificil de conservar: lo que hac¨ªa re¨ªr a nuestros abuelos ya no nos hace re¨ªr a nosotros, y lo que hoy nos hace re¨ªr no es probable que haga re¨ªr a una cuarta o quinta generaci¨®n. El truco del pastel aplastado en el rostro del c¨®mico ya no funciona con los muchachos de hoy".
Por esta raz¨®n la escritora considera importante resaltar la faceta humor¨ªstica del Quijote, "porque conservar fresco ese elemento vol¨¢til en palabras escritas hace siglos creo que constituye una verdadera haza?a". "Mi padre lee algunos pasajes del Quijote y r¨ªe. Pero ?d¨®nde se encontraba mi padre? En la m¨¢s dif¨ªcil de las situaciones, perseguido y extraviado en plena selva tropical. Las condiciones no pod¨ªan ser m¨¢s adversas y, sin embargo, mi padre r¨ªe tan espont¨¢neamente que su risa es contagiosa. ?Qui¨¦n hizo ese milagro? Un hombre que vivi¨® hace 400 a?os con palabras escritas en un papel".
El discurso de la poetisa cubana no hizo ninguna referencia a su propia obra, que fue recordada por el ministro de Cultura, Jordi Sol¨¦ Tura, quien habl¨® de los Poemas sin nombre, Un verano en Tenerife, Juegos de agua o la novela Jard¨ªn ("As¨ª entr¨® B¨¢rbara en el mundo. Cogida al brazo musculoso del hombre, sin soltarse ya nunca de ¨¦l adentr¨® sus pies un poco torpes, que s¨®lo conoc¨ªan las veredas de un jard¨ªn, por el d¨¦dalo sinuoso de calles, de encrucijadas, de templos, de casas, de lugares llenos de gente viva, movediza, ruidosa...").
El rey Juan Carlos dijo en su discurso que el esfuerzo por lograr la exactitud en la expresi¨®n de los sentimientos es lo que confiere a toda la obra de Dulce Mar¨ªa Loynaz "esa sensaci¨®n de profunda transparencia en la que lo cotidiano aparece siempre como algo dotado de sentido".
A?adi¨® que Loynaz ha permanecido profundamente unida a los destinos de Cuba y siempre vinculada a la cultura de su pa¨ªs. "Primero participando en el impulso renovador de la poes¨ªa cubana, que, entre sus coet¨¢neos, ha legado obras tan diversas como las de Nicol¨¢s Guill¨¦n o Jos¨¦ Lezama Lima. M¨¢s tarde, con su labor, a veces ingrata, como presidente de la Academia Cubana de la Lengua, cuyas sesiones se han celebrado durante mucho tiempo en su vieja residencia familiar de El Vedado".
Terminado el acto, los Reyes hablaron unos minutos con la escritora en una peque?a sala, y ella dijo luego que los hab¨ªa encontrado "muy simp¨¢ticos". Preguntada sobre qu¨¦ se va a llevar de Espa?a de este viaje, la autora de ¨²ltimos d¨ªas de una casa, Poemas n¨¢ufragos y Bestiarium dijo: "Me voy a llevar a todos los espa?oles si caben en mi maleta".
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