Demasiadas dudas en la izquierda
La izquierda y sus dudas parecen estar hechas a mi medida, porque yo tengo muchas dudas, y no s¨®lo sobre la izquierda. A la edad a la que he llegado y, al meditar sobre mi pasado, las dudas m¨¢s fuertes se refieren a m¨ª mismo.Que la izquierda tiene dudas acerca de s¨ª misma es verdad. Mejor dicho, durante estos ¨²ltimos tiempos, la ¨²nica certidumbre de la izquierda es dudar de s¨ª misma. Se multiplican los interrogantes cuyas respuestas no son f¨¢ciles de encontrar, por mucho que se celebren convenciones sobre el tema. Las tres preguntas principales son: 1) ?Qu¨¦ es lo que se entiende por izquierda? 2) ?Existe todav¨ªa la izquierda? 3) Suponiendo que exista, ?ad¨®nde, va la izquierda?
Una de las mayores pruebas de esta serie de incertidumbres, unas m¨¢s preocupantes que otras, es que se ha empezado a dudar, cada vez con mayor insistencia, de la validez y oportunidad de la distinci¨®n entre derecha e izquierda. El que niega la distinci¨®n es, por lo general, alguien que se halla en uno de los dos hemisferios en los que se suele dividir este universa pol¨ªtico, que en este momento est¨¢ enturbiado. Recuerdo que hasta hace no muchos a?os quien negaba la distinci¨®n era la derecha, porque era la derecha la que estaba atravesando por una crisis.
Sin embargo se entiende: la tentaci¨®n de negar la existencia de una derecha y de una izquierda afecta a quien ve su posici¨®n oscurecida. Ante el grito de victoria del hombre de izquierda que declara en tono triunfal: "Ha ganado la izquierda, la derecha ha sido derrotada", se entiende que el hombre de derecha quiera defenderse, planteando, de manera, provocativa, la pregunta siguiente: "?Pero existen todav¨ªa una derecha y una izquierda?". Es un mal signo que ahora la negaci¨®n de la distinci¨®n proceda, cada vez con m¨¢s frecuencia, de hombres de izquierda. En otras palabras, reconoce la distinci¨®n aquel que est¨¢ seguro de su identidad, porque en un universo dividido en dos partes la definici¨®n de su propia identidad sirve tambi¨¦n para definir la identidad del adversario. Si la izquierda empieza a poner en tela de juicio la distinci¨®n entre derecha e izquierda, ¨¦ste podr¨ªa ser el primer signo de que duda de su identidad.
Una segunda prueba de la izquierda angustiada se deriva del cambio que se ha producido en la opini¨®n p¨²blica sobre la valoraci¨®n, positiva o negativa, de las dos partes en conflicto. Derecha e izquierda son dos t¨¦rminos que no s¨®lo tienen un sentido descriptivo, sino que tienen tambi¨¦n uno axiol¨®gico. Aquellos que valoran positivamente uno de los t¨¦rminos valoran negativamente el otro. Despu¨¦s del final de la guerra, el t¨¦rmino axiol¨®gicamente positivo ha sido durante d¨¦cadas izquierda, y el axiol¨®gicamente negativo ha sido derecha, porque el fascismo y el nazismo se consideraban reg¨ªmenes de derechas. Todo el mundo se proclamaba de izquierdas, aunque no lo fuera. A los de derecha se les hac¨ªa sentirse casi culpables. Hoy en d¨ªa, las cosas han cambiado. La derecha se ha vuelto m¨¢s segura de s¨ª misma, ha adquirido un descaro que antes, no ten¨ªa. En cambio, la izquierda se ha vuelto m¨¢s t¨ªmida. Estaba segura de que se hallaba al lado de la raz¨®n, de aquella raz¨®n hist¨®rica que, seg¨²n la filosof¨ªa de Hegel, legitima al vencedor, y de repente se ha dado cuenta de que ha pasado al otro lado, al de los vencidos.
Este cambio radical, una aut¨¦ntica alteraci¨®n de rumbo, se deriva de dos grandes acontecimientos hist¨®ricos que han venido marcando la historia de estos ¨²ltimos a?os y que han ido en la direcci¨®n opuesta a la de las famosas "ma?anas que cantan" del poeta Aragon: la ca¨ªda de los Estados comunistas, empezando por el Estado-gu¨ªa, y la crisis del Estado social en los pa¨ªses-gu¨ªa del sistema capitalista: Reino Unido y Estados Unidos. No me atrevo a decir que haya un nexo entre la ca¨ªda del comunismo y las crisis de las socialdemocracias. Me conformo con se?alar la coincidencia. Sin embargo, se trate de coincidencia o de nexo causal necesario, no se puede negar que los dos acontecimientos deben ser interpretados como una derrota hist¨®rica de la izquierda.
No vale la justificaci¨®n que a menudo repiten los que no se dan por vencidos, seg¨²n la cual el sistema sovi¨¦tico ya no era de izquierdas, era una izquierda falsa, era una derecha que ha b¨ªa usurpado el nombre de izquierda. Procuremos no complacernos demasiado con trucos verbales. Ateng¨¢monos a los hechos. Durante d¨¦cadas, y hasta los ¨²ltimos estertores del r¨¦gimen sovi¨¦tico, una gran parte del pueblo de izquierdas se ha identificado con el comunismo hist¨®rico, el ¨²nico comu nismo que ha existido hasta la fecha. Los hombres y las mujeres que saludaban con el pu?o cerrado cuando se movilizaban en todas las plazas de Italia, y no s¨®lo de Italia, no habr¨ªan re nunciado jam¨¢s a proclamarse de izquierdas. Los millares de hombres y mujeres que siguieron llorando los funerales de Togliatti se habr¨ªan sublevado contra los que hubiesen pretendido hacerles creer que no eran de izquierdas.
Si el comunismo se ha derrumbado, la derrota ha sido -es in¨²til esconderse detr¨¢s de la piedad- de la izquierda.
Por lo que al otro acontecimiento se refiere, la crisis de la socialdemocracia y la revancha del mercado, la superioridad reafirmada, no s¨®lo econ¨®mica, sino civil y hasta moral, de lo privado sobre lo p¨²blico, nadie puede negar que haya sido y que siga siendo una victoria de la derecha. El sentido de las palabras depende de su uso. Que el mercado libre de los v¨ªnculos es un ideal de la derecha, y si no justamente la econom¨ªa de mando, una econom¨ªa en la que los poderes p¨²blicos controlen el mercado, un ideal de la izquierda, es un hecho, o sea un uso, que no se puede cambiar a voluntad.
Hay, por consiguiente, buenas razones para que la izquierda tenga dudas de s¨ª misma. Podremos hablar de la gravedad y de la duraci¨®n eventual de la derrota, pero ha habido derrota. Una derrota que no se puede enmascarar cambiando las cartas sobre la mesa. La primera cosa que hay que hacer es tomar conciencia de ello de forma realista y valiente, si lo que se quiere es levantar cabeza.
Est¨¢ bien lo de levantar cabeza. Pero, ?para ir ad¨®nde? A estas alturas se plantea otra serie de problemas, m¨¢s graves que esos a los que nos hemos referido hasta ahora. M¨¢s graves, dado que no s¨®lo se refieren al pasado sino tambi¨¦n al porvenir, se refieren a la otra pregunta que nos planteamos desde el comienzo: ?ad¨®nde va la izquierda? En cuanto nos planteamos esta pregunta, nos damos cuenta de que la mayor¨ªa de los problemas que asoman en son de amenaza en el horizonte de la humanidad del a?o 2000 no son problemas tradicionales de la izquierda. Se trata de problemas que tambi¨¦n los partidos de izquierda tienen que afrontar, y que, sin embargo, no forman parte de su legado hist¨®rico y, dado que no forman parte de ¨¦l, dado que surgieron cuando las ideas de la izquierda ya se hab¨ªan formado y consolidado, han sorpendido a los movimientos de la izquierda hist¨®rica totalmente desprevenidos. Adem¨¢s, son ¨¦stos los problemas que han llevado a que mucha gente crea que la distinci¨®n entre derecha e izquierda ya no tiene mucho sentido, porque esa distinci¨®n se hab¨ªa formado y consolidado
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Demasiadas dudas en la izquierda
Viene de la p¨¢gina anteriorcon respecto a problemas distintos. Si aplic¨¢ramos los criterios en los que se hab¨ªa basado la distinci¨®n del siglo XVIII, ahora no sabr¨ªamos distinguir una soluci¨®n de derechas de una de izquierdas para los problemas m¨¢s graves de nuestro futuro inmediato.
Estos problemas, cuya gravedad es evidente -basta con pensar que, de no encontrarse una soluci¨®n, peligra por primera vez la propia supervivencia de la humanidad-, son los siguientes: el problema de la paz y de la guerra despu¨¦s de la invenci¨®n de las armas nucleares; el problema de la destrucci¨®n paulatina del medio ambiente y, por consiguiente, la progresiva limitaci¨®n de los recursos necesarios para la vida; el problema del crecimiento exponencial de poblaci¨®n que hace cre¨ªble el pron¨®stico sobre la futura inhabitabilidad de nuestro planeta.
Adem¨¢s, estos tres problemas est¨¢n estrechamente relacionados entre s¨ª: empezando por el ¨²ltimo, y llegando hasta el primero, del aumento de poblaci¨®n se deriva inevitablemente la necesidad de explotar de manera cada vez m¨¢s intensiva los recursos disponibles para la supervivencia del hombre; de la progresiva escasez de bienes necesarios pueden nacer conflictos cada vez m¨¢s extensos, una verdadera exacerbaci¨®n de la lucha por la vida que est¨¢ destinada a conceder la victoria al m¨¢s fuerte, y el m¨¢s fuerte ser¨¢ siempre el poseedor de las armas m¨¢s letales.
La novedad de estos problemas con respecto a todos los que la humanidad ha tenido que afrontar a lo largo de su historia estriba en el hecho de que, por primera vez, de su falta de soluci¨®n no depende s¨®lo el futuro de este pueblo o de aqu¨¦l, de esta clase o de aqu¨¦lla -cabe recordar que el problema fundamental de la izquierda siempre ha sido, exclusivamente, el problema de la lucha de clases-, sino el destino mismo del hombre sobre este planeta, el final del regnum hominis. Se trata de los problemas que hoy en d¨ªa se denominan apocal¨ªpticos, con un resurgimiento del lenguaje religioso, que despu¨¦s del triunfo de las luces parec¨ªa destinado a sucumbir.
Me estoy refiriendo, como ya se habr¨¢n dado cuenta, al libro de Asor Rosa publicado recientemente, Fuori dall'Occidente (Fuera de Occidente), en el que el autor elige trozos del Apocalipsis para comentar la situaci¨®n de nuestro tiempo, dominado por el poder demon¨ªaco de la t¨¦cnica. Por lo dem¨¢s, todo el mundo puede ver que los problemas nuevos a los que me he referido son la consecuencia del progreso cient¨ªfico y t¨¦cnico cada vez m¨¢s r¨¢pido, cada vez m¨¢s imparable, cada vez m¨¢s irreversible.
Frente a estos problemas, cuyo dramatismo no tiene precedentes, parece que la distinci¨®n tradicional entre derecha e izquierda se ha trastocado. ?Se puede recomponer? ?C¨®mo? El problema de la izquierda del futuro (por citar la revista internacional El Futuro del Socialismo, promovida por los socialistas espa?oles, y actualmente publicada en varios idiomas) se plantea, desde mi punto de vista, justamente partiendo de estas preguntas. Es probable que tambi¨¦n la soluci¨®n de estos problemas nunca afrontados de manera global hasta la fecha permita distinguir qui¨¦n est¨¢ en un lado y qui¨¦n est¨¢ en el otro. Sin embargo, ?cu¨¢l ser¨¢ el criterio de distinci¨®n, en d¨®nde se situar¨¢ el factor discriminador entre uno y otro? ?Corresponder¨¢ al que hemos venido utilizando hasta ahora para las grandes divisiones?
Dado que los tres problemas est¨¢n estrechamente relacionados, como dije, con el progreso t¨¦cnico considerado como caracter¨ªstica esencial de la humanidad actual proyectada hacia el futuro, es probable que el factor discriminador entre las dos partes opuestas del universo pol¨ªtico pase por una postura distinta con respecto a la bondad o la maldad de la t¨¦cnica, a la confianza en su poder de salvaci¨®n o la desconfianza en su poder destructivo.
es fil¨®sofo italiano.
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