?M¨²sica, maestro!
Las tranquilas aguas de la afici¨®n sevillana discurren estos d¨ªas turbulentas y forman extra?as corrientes no exentas de peligros.Que nadie piense que los taurinos est¨¢n alterados por la ausencia en los carteles de quienes debieran estar: Ortega Cano, Capea, Cepeda, Caballero; ni tampoco porque las siempre prometidas divisas nunca acaban de llegar a los corrales de la plaza; menos a¨²n por la insistencia en ofrecer oportunidades a quienes realmente no han hecho ning¨²n m¨¦rito para figurar en las preferencias de los aficionados.
Ninguna de las anteriores causas ha enojado a esta paciente y bondadosa afici¨®n; los taurinos mantienen un tira y afloja, con ce?o fruncido, con esa estupenda banda del maestro Tejera y con su director, el buen aficionado Pepe Trit¨¢n.
La plaza de la Real Maestranza era el hogar feliz donde por muchos a?os aficionados y m¨²sicos se entend¨ªan con un solo gesto, imperceptible para los extra?os.
El ¨¦xtasis se alcanz¨® en la tarde del 12 de octubre de 1983. El maestro Manolo V¨¢zquez hab¨ªa decidido tomarse un descanso, (los toreros siempre est¨¢n en activo) y lidiaba el cuarto en terrenos del tendido 12 y, figura relajada, el desmayo en el brazo izquierdo y la muleta quit¨¢ndole la pelusilla al albero.
Pepe Trist¨¢n y sus hombres atacaron con Nerva, y cuando el trompeta dejaba el fandango en el aire, Manolo par¨® la suerte, dej¨® la muleta puesta, esper¨® el ¨²ltimo acorde y con ¨¦l, remat¨® la serie llev¨¢ndose el toro al tobillo izquierdo.
El maestro Anto?ete, en el b¨²rladero de matadores, aplastaba el pen¨²ltimo cigarrillo con la zapatilla y su mech¨®n era la ¨²nica nube en aquella tarde inolvidable. El paraiso debe ser algo parecido pero m¨¢s largo.
Despu¨¦s de aquello, algunos cuentan que en Sevilla no se toca Nerva durante las faenas para no distraer la atenci¨®n del p¨²blico. ?Las cosas que uno tiene que oir!. ?Alguien ha olvidado los naturales de Manolo V¨¢zquez o la fuerza del fandango?
- Desde entonces han ocurrido muchas cosas, querido maestro Trist¨¢n. Hay que tener en cuenta que hoy a la plaza de la Real Maestranza, junto a los aficionados, han llegado los espectadores, especie peligrosa y bullanguera, que han le¨ªdo esa cl¨¢usula que dice: "Una banda de m¨²sica amenizar¨¢ el espect¨¢culo". Por ello, desde el vozarr¨®n que reclama "M¨²sica maestro" hasta el inevitable "Maestro, esa composici¨®n" se reclamar¨¢, venga a cuento o no, el acompa?amiento musical. Ha ocurrido tambi¨¦n que hoy se aplaude el bajonazo perpendicular que derrumba al toro; hoy entusiasma clavar los palos sin cuadrar en la cara y se ovaciona al piquero que no pica:
Para firmar la paz parece imprescindible admitir que la banda y el maestro Trist¨¢n tienen sus preferencias y su corazoncito, cosa que se comprende y a veces se comparte. Pero si en todos los ¨®rdenes de la vida es bueno el pluralismo, los taurinos tenemos que hacer un esfuerzo y admitir la variedad, las nuevas formas y los gustos de muchos espectadores, algunas veces alejados de las normas cl¨¢sicas de la tauromaquia. Poniendo todos de nuestra parte para que ese matrimonio entre la afici¨®n y la banda del maestro Tejera perdure por muchos a?os.
es fiscal jefe de la Audiencia de Sevilla.
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