Dolores de Rivas, viuda de Manuel Aza?a fallece en M¨¦xico a los 89 a?os
Mar¨ªa Dolores de Rivas Cherif, la viuda de Manuel Aza?a, el ¨²ltimo presidente de la Rep¨²blica Espa?ola, falleci¨® a los 89 a?os de un paro cardiaco en M¨¦xico, donde resid¨ªa desde 1941. Con ella desaparece la mayor figura hist¨®rica hasta ahora con vida del exilio espa?ol. Jam¨¢s regres¨® a Espa?a, pero hizo un gran servicio a su pa¨ªs en 1978, coincidiendo con la primera visita de los Reyes a M¨¦xico, al reconocer la nueva legitimidad democr¨¢tica del Estado espa?ol e impulsar as¨ª la reconciliaci¨®n entre los espa?oles.
La muerte de Dolores de Rivas Cherif se produjo a las 14.00 del viernes (22.00, hora peninsular espa?ola) en su residencia de la capital mexicana. En el momento de su muerte estaba rodeada de Enrique, Carlos y Susana de Rivas Ib¨¢?ez, los tres sobrinos que en los ¨²ltimos a?os se hab¨ªan encargado de su cuidado, ya que estaba impedida por una hemiplejia.La familia mantuvo su muerte en secreto hasta primeras horas de la ma?ana de ayer. Por ello, a su entierro, que se celebr¨® ayer en el pante¨®n espa?ol de1a capital mexicana, s¨®lo asistieron unas 50 personas, la mayor¨ªa de ellas vinculadas al exilio republicano espa?ol en M¨¦xico. Do?a Lola, como se la conoc¨ªa en la colonia espa?ola, muri¨® cristianamente por expreso deseo suyo. Poco antes de su entierro fue oficiada una ceremonia religiosa de cuerpo presente.
Do?a Lola recibi¨® sepultura en el pante¨®n familiar en el que descansan los restos de su hermano Cipriano de Rivas Cherif, gran amigo de Aza?a. Durante la vela del cad¨¢ver, que se efectu¨® la noche anterior en un tanatorio de la ciudad, acudi¨® a expresar la condolencia a la familia, el embajador espa?ol, Juan Pablo de la Iglesia. ?ste fue informado inmediatamente del fallecimiento y acudi¨® para dar el p¨¦same de parte del Rey y el presidente del Gobierno.
La viuda de Aza?a era una mujer de vida discreta, que pas¨® muchos apuros cuando, tras la muerte de su marido en 1940 en Montauban (Francia), emprendi¨® el camino del destierro. Integrante de una familia de intelectuales, conoci¨® a Aza?a a trav¨¦s de la gran amistad que un¨ªa a ¨¦ste con su hermano, Cipriano de Rivas Cherif, conocido autor de obras teatrales.
Se convirti¨® en su insepara-ble compa?era desde 1929 y le sigui¨® en los avatares de la Segunda Rep¨²blica espa?ola, primero en el exilio interior y luego en los diferentes cap¨ªtulos tr¨¢gicos de la guerra civil espa?ola. Dolores de Rivas se cas¨® con Aza?a a los 25 a?os, cuando ¨¦ste ten¨ªa 49.
Do?a Lola viv¨ªa desde 1978 con una pensi¨®n del Gobierno espa?ol, que le asign¨® un subsidio de viudez correspondiente al 40% del sueldo de un jefe del Estado, alrededor de dos millones de pesetas al a?o. Hasta entonces, hab¨ªa vivido pr¨¢cticamente de la ayuda familiar e incluso de algunos trabajos caseros, que, sobre todo en los primeros a?os del exilio, le ayudaron a salir adelante.
El gran gesto de Dolores de Rivas se produjo en 1978, cuando, una vez nomalizadas las relaciones entre Espa?a y M¨¦xico, los Reyes viajaron a este pa¨ªs. Do?a Lola acudi¨® a la Embajada espa?ola para saludar a don Juan Carlos y do?a Sofia.
Los Reyes departieron un largo rato con ella, haciendo unaparte con el resto de la colonia, y en un momento, don Juan Carlos, tras una amena conversaci¨®n, le dijo que hab¨ªa le¨ªdo los libros sobre el pensamiento de su marido.
Reconciliaci¨®n
De vida austera y sencilla, la viuda del autor de La velada de Benicarl¨®, mantuvo una total discreci¨®n durante sus m¨¢s de 50 a?os de exilio en M¨¦xico, si bien siempre fue una referencia simb¨®lica para muchos republicanos espa?oles. En su encuentro con el Rey, la viuda del ¨²ltimo presidente de la Segunda Rep¨²blica le coment¨® que, si su marido hubiera vivido hasta 1978, le hubiera gustado, como a cualquier espa?ol, ser testigo de la hist¨®rica reconciliaci¨®n deun pa¨ªs que, tras una siniestra dictadura encabezada por el general Franco, hasta poco antes de esa fecha parec¨ªa irreconciliable.Do?a Lola nunca lleg¨® a ver los archivos de su marido, encontrados en 1984 en unos calabozos policiales de Madrid, lo que fue difundido entonces por el que fuera ministro del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo, quien se puso en contacto con ella y le coment¨® el hallazgo.
Jam¨¢s regres¨® a Espa?a, pero desde 1991 dispon¨ªa de un pasaporte diplom¨¢tico que le entreg¨® el embajador de Espa?a en M¨¦xico en aquel tiempo, Alberto Aza, por su condici¨®n de viuda de jefe de Estado. Unade los pocas pertenencias que pudo rescatar en su precipitada salida de Espa?a fue un ¨®leo de Azafia, pintado por L¨®pez Mezquita, que siempre presidi¨® el sal¨®n de su casa mexicana.
Do?a Lola mantuvo contactos en M¨¦xico, aparte de los Reyes de Espa?a, con los presidentes Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe Gonzhlez. Siempre que don Juan Carlos y do?a Soria han acudido a este pa¨ªs latinoamericano, Do?a Lola recib¨ªa en su casa un ramo de flores con un cari?oso saludo de quien a?os despu¨¦s, alcanzada la democracia, ocupara la misma jefatura del Estado que en otra ¨¦poca represent¨® su marido.
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