"Quiero encontrar el gen del c¨¢ncer de mama"
King no hace mucho descubri¨® la localizaci¨®n aproximada del gen del c¨¢ncer hereditario de mama, y ahora ella y los estudiantes que la ayudan parecen ir por buen camino. "Puede que est¨¦ aqu¨ª ahora, en una de nuestras muestras", dice refiri¨¦ndose a los portamuestras donde los segmentos de material gen¨¦tico esperan el an¨¢lisis. "Quiero que se encuentre en nuestro laboratorio".Aunque estudi¨® matem¨¢ticas, y ahora es una genetista molecular tan comprometida con el rigor y la abstracci¨®n como cualquier investigador b¨¢sico, casi todo en lo que se ha propuesto trabajar King tiene un profundo significado humano.
Analizando el material gen¨¦tico de los hijos y compar¨¢ndolo con los genes de las abuelas y otros familiares que sobrevivieron a la guerra sucia en Argentina, que dur¨® ocho a?os, King y sus colegas pudieron demostrar que muchos ni?os fueron arrancados a sus familias de peque?os y entregados a otras, mientras sus verdaderos padres desaparec¨ªan.
Ahora est¨¢ inmersa en el caso de El Mozote, un pueblo de El Salvador donde en 1981 al menos 794 campesinos, muchos de ellos ni?os, fueron matados por soldados del Ej¨¦rcito salvadore?o entrenados en Estados Unidos. En octubre pasado se desenterraron los primeros esqueletos de las v¨ªctimas, y el Gobierno de El Salvador se ha mostrado dispuesto a permitir un minucioso an¨¢lisis forense de los restos una vez que las exhumaciones hayan concluido. King y otros investigadores han empezado ya a intentar identificar los esqueletos, comparando el ADN extra¨ªdo de los huesos y los dientes con el de familiares vivos, para su posible uso en los procedimientos judiciales.
Con Naciones Unidas
"Trabajaremos con las Naciones Unidas, con el mismo equipo forense que utilizamos en Argentina", dice King. "Pero esta vez ser¨¢ mucho m¨¢s dificil, porque hay pocos supervivientes" y, por tanto, poco con lo que comparar el ADN.King, de 47 a?os, es una liberal de la vieja escuela y le complace que sus oficinas, encajadas en un edificio dedicado a las ciencias forestales, tengan algo de historia. En 1970, en esa misma sala, como graduada en Berkeley, ella y otros estudiantes organizaron una campa?a de cartas en protesta por la invasi¨®n estadounidense de Camboya. Recogieron 30.000 firmas de votantes en el norte de California.
King no es amiga de tomar posturas pol¨ªticas, y le divierte decir que ahora est¨¢ colaborando con el Ej¨¦rcito estadounidense. "Me da casi verg¨¹enza decirlo, pero estamos trabajando con nuestro propio Gobierno en casos MIA [missing in acti¨®n, desaparecidos en combate]", dice. Entre otras cosas, est¨¢n intentando identificar a un hombre al que abatieron con su caza durante la II Guerra Mundial y cuyo cuerpo se ha conservado en el pantano donde cay¨® el avi¨®n. El laboratorio de King no se considera propiamente un laboratorio forense, pero los investigadores que trabajan en ¨¦l han perfeccionado un sistema para extraer ADN de los dientes, tom¨¢ndolo de la pulpa nerviosa que haya quedado. Y en los dientes, seg¨²n parece, el material gen¨¦tico se conserva mejor que en los huesos.
King es tambi¨¦n lo bastante pragm¨¢tica como para haber intentado llegar hasta la cumbre en el campo cient¨ªfico. Fue uno de los candidatos con m¨¢s posibilidades para reemplazar al doctor James Watson como director del proyecto Genoma Humano Tambi¨¦n declin¨® la oferta de dirigir los institutos nacionales de la salud de Estados Unidos: "No me interesa un trabajo con tanta responsabilidad administrativa", dijo. "Estar¨ªa demasiado alejada de lo que me gusta, que es la ciencia".
Como todo cient¨ªfico puro, K¨ªng tiene una acusada vena de m¨¦dico de cabecera. Hace pocas semanas, ella y otros dos investigadores publicaron un informe en The Journal of the American Medical Association en el que anticipaban que pronto se aislar¨¢ el gen que produce el c¨¢ncer de mama y hablaban de las opciones posibles para las portadoras de este gen mutante, unas 600.000 mujeres en Estados Unidos, que corren un riesgo muy alto de contraer c¨¢ncer de mama antes de los 50 a?os.
Estilo cient¨ªfico
"Es aguda, irreverente, en¨¦rgica, una maravillosa negaci¨®n del concepto que la gente tiene de los cient¨ªficos como seres inanimados, sin sangre en las venas, aburridos", dice Eric Lander, bi¨®logo molecular del Instituto Whitehead para Investigaciones Biom¨¦dicas y un viejo amigo suyo.King achaca su estilo cient¨ªfico a su mentor en Berkeley, Allan C. Wilson, un agitador intelectual que muri¨® hace dos a?os de c¨¢ncer, a la edad de 57 anos. Wilson era famoso por su trabajo sobre la llamada Eva gen¨¦tica, una mujer que presumiblemente vivi¨® hace 100.000 a?os en ?frica y que es, en teor¨ªa, la madre de todos los hombres vivos de la actualidad.
King dice que odia la competencia y la ve como un pesado e innecesario sello masculino que los hombres han impuesto en la profesi¨®n. Cree que una de las razones por las que su matrimonio con el zo¨®logo Robert Colwell fracas¨¦ es que, como cient¨ªfico, "no puedes hacer tres cosas a la vez", a?adiendo: "Era una madre joven, una cient¨ªfica joven y una casada joven. Algo ten¨ªa que salir mal, y fue mi matrimonio".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.