La 'tertulia tupperware'
Llegaron los dos equipos de mujeres. Primero las hicieron esperar tras un bastidor de tul sobre el que se perfilaban sus siluetas. Des pu¨¦s se alz¨® el cedazo y discurrieron formales, con traje de chaqueta y panties de lycra, a ocupar sus respectivos asientos. Cinco con tra cinco. A la derecha del espectador, las socialistas; a la izquierda, las populares. Cada una con una capitana. Matilde Fern¨¢ndez por aqu¨ª y Celia Villalobos por all¨¢. A ninguna de ambas le vendr¨ªa mal un asesor. A la primera porque, aparte las naturales dificultades del corte, no acierta a combinar lo Chanel con lo Swatch o la ropa de invierno con la de verano. En el caso de la se?ora Villalobos, muy fotografiada de muslo derecho, su pro blema apremiante es la verbosidad. Una ver borrea sin tasa que sin duda, tarde o temprano, le acabar¨¢ provocando dolencias f¨ªsicas, que por otra parte ya sufren sus oyentes. No fue la peor comunicante del equipo, pese a todo, aunque fuera la m¨¢s pesada. Algunas de sus colegas estuvieron peor porque, a lo que parece, el PP imparte a sus candidatos un acelerado cursillo para decir esto y lo otro de forma tenaz, venga o no a cuento y seg¨²n han decidido en esa jornada los jefes. Duran te la noche del mi¨¦rcoles tocaba insistir sobre el paro y el paro, y hasta se hicieron un l¨ªo sumando y dividiendo. El tema de discusi¨®n central era, por otra parte, inc¨®modo para las representantes populares. ?Qui¨¦n puede poner en duda que las conquistas a favor de la mujer y las decisivas luchas feministas han sido cosa de la izquierda? Bastante tabarra han dado como para olvidarse.En realidad, lo interesante de ese encuentro entre rivales habr¨ªa sido la defensa de opciones diferentes. Las de derechas, reelaborando algo en torno al hogar y la familia, que tambi¨¦n valen la pena. Pero nada. Unas y otras se disputaban el derecho a ser m¨¢s feminista que la contrincante; terreno donde siempre perder¨¢ el PP. Por puro inter¨¦s en el espect¨¢culo desespera la falta de imaginaci¨®n que, hasta el momento, demuestran Aznar y su s¨¦quito masculino o femenino. Muy al contrario de lo que viene sucediendo con Julio Anguita, que mientras las se?oras peroraban en Antena 3, ¨¦l, en Tele 5, desplegaba una novedosa filosof¨ªa sobre megavatios y negavatios. Haciendo zapping se apreciaba la diferencia entre el nivel de juego de la primera divisi¨®n y el juego de tercera divisi¨®n pol¨ªtica en que se encuadra a las mujeres, citadas en 'grupo tupperware' y para hablar, no de justicia, de pol¨ªtica internacional o de energ¨ªa, sino s¨®lo de mujer, como si su calculada capacidad no les diera para reflexionar m¨¢s lejos de su sexo.
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