La venturosa escapada del padre Blanco
Guiado por la luna, el misionero espa?ol secuestrado en Filipinas consigue huir de sus captores
La naturaleza, que es sabia, facilit¨® la huida del padre Blanco del campamento bandolero y hereje donde permanec¨ªa secuestrado desde hac¨ªa 49 d¨ªas. El sacerdote claretiano espa?ol, en declaraciones a la prensa, atribuy¨® a "una bendici¨®n del Creador" el hecho de que al filo de la medianoche le apremiasen las ganas de orinar y sus 15 carceleros durmieran profundamente. "Al darme cuenta de que no me vigilaban, decid¨ª escapar. Anduve y anduve con la luna como ¨²nica referencia". Un ultim¨¢tum militar de 24 horas pudo haber colaborado con la intercesi¨®n divina en el feliz desenlace.Fueron varias horas de apresurada huida por las laderas de una monta?a que tres d¨ªas antes hab¨ªan cercado 3.000 soldados en posiciones de asalto. El misionero evit¨® senderos minados, cruz¨® r¨ªos y formalmente se top¨® con un reten militar. A gritos, pidi¨® la moderaci¨®n de la guardia. "?No disparen, soy el padre Blanco, soy el padre Blanco!", advirti¨® el fugitivo cuando se acercaba a la posta, sorprendida de que alguien se aventurase por parajes que un d¨ªa antes fueron campo de batalla entre tropas gubernamentales y secuestradores. Eran aproximadamente las 4.30 y uno de los centinelas se aprest¨® al disparo pensando en una presencia hostil. Tampoco el claretiano las ten¨ªa todas consigo, temeroso de que la luna le hubiera encaminado de nuevo hacia su agujero en Basil¨¢n. Por eso, ensay¨® antes un saludo familiar entre los miembros de la cuadrilla de Abu Sayaf, uno de los cuales dispar¨® a la Biblia y al crucifijo: "Salam-a-Lakum" (la paz sea con vosotros).
Deshidratado, barbudo, con algunos cardenales y los pies ara?ados por la maleza y los riscos, el padre claretiano Bernardo Blanco encontr¨® la libertad cuando se acercaba el l¨ªmite horario anunciado por el Gobierno a los delincuentes. "Ped¨ªan dinero para comprar armas y me trataron bien". El escapado dijo que pretendieron atraerle a la fe del islam e incluso le regalaron un libro con las reflexiones m¨¢s granadas del difunto ayatol¨¢ Jomeini. El misionero zamorano contraatac¨® con la fe del bautismo y ni moros ni cristianos apostaron.
El general Lisandro Abad¨ªa, mientras tanto, perdida la paciencia, hab¨ªa amenazado con entrar a saco en los reales de la banda de no liberarse al religioso, sometido a penoso cautiverio en la misma cavidad atrincherada que abandon¨® en busca de un mingitorio decente. "No podemos permitir que nos aterrorice una vulgar banda de musulmanes mal dirigidos". El militar se explic¨® con m¨¢s precisi¨®n el mi¨¦rcoles: "El campamento est¨¢ rodeado, y los soldados, a tres kil¨®metros. Son cuatro batallones los que se lanzar¨¢n al asalto". El providencial sopor de los imaginarias musulmanes evit¨® una acometida que se anunciaba sangrienta.
El padre Bernardo Blanco, de 65 a?os, coment¨® a un redactor de Efe desplazado a Isabela que fue v¨ªctima por espa?ol y por cat¨®lico. La nacionalidad o confesi¨®n religiosa no parecen haber sido, sin embargo, factores determinantes en los numerosos secuestros perpetrados por grupos que hicieron del lucro dogma. En este caso se ped¨ªan 40 millones de pesetas. El misionero record¨® a los jefezuelos de la montaraz c¨¢fila que la Iglesia hab¨ªa descartado el pago. "Les dije que no, que no recibir¨ªan un c¨¦ntimo de nuestra parte". Durante el encierro, los hombres de Abu Sayaf imputaron a Espa?a la divisi¨®n religiosa de Filipinas durante sus 400 a?os de colonizaci¨®n al extender el cristianismo y enarbolar la cruz en los tradicionales feudos musulmanes del sur insular.
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