Por qu¨¦ es que es imposible la rebaja fiscal
El malestar por la mayor presi¨®n impositiva ha conducido a que la derecha y el centro ofrezcan la ilusi¨®n de bajar los impuestos
Los contribuyentes espa?oles sufrir¨ªan una notable decepci¨®n si pensaran seriamente que se puede rebajar o congelar la presi¨®n fiscal tal como propugnan el PP y, con matices, CiU y PNV. Pero en cuesti¨®n de impuestos los equ¨ªvocos no son una prerrogativa exclusiva de Espa?a, y su gancho electoral parece ineludible.En Espa?a ha arraigado la creencia de que durante el decenio liberal de los ochenta disminuy¨® la presi¨®n fiscal en los pa¨ªses occidentales. Es una idea equivocada. En los 24 pa¨ªses industriales miembros de la OCDE (Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico, con sede en Par¨ªs), el peso de los ingresos fiscales en relaci¨®n con el PIB (producto interior bruto) subi¨® del 35,2% en 1980 al 38,8% en 1990. Incluso los Gobiernos de Ronald Reagan, George Bush y Margaret Thatcher -lo que m¨¢s alardearon de rebajas fiscales- fracasaron en sus planes y tuvieron que elevar los tributos.
Margaret Thatcher rebaj¨® el tipo m¨¢ximo del impuesto sobre la renta del 83% al 40%, pero en el Reino Unido el IVA ha subido del 8% al 17,5% y en conjunto la presi¨®n fiscal ha crecido. En Estados Unidos, los ingresos fiscales subieron poco, pero subieron. A pesar de la contundente promesa de Bush -"lean mis labios: no m¨¢s impuestos"-, los ingresos fiscales subieron del 29,5% al 29,9% en la ¨²ltima d¨¦cada.
En Espa?a, la presi¨®n fiscal ha experimentado un brutal incremento, el m¨¢s fuerte de la CE, pero hoy todav¨ªa est¨¢ seis puntos por debajo de la media comunitaria en porcentaje del PIB (ver cuadro). Un riguroso estudio elaborado recientemente por la firma Price Waterhot¨ªse, recogido por The Economist, ha aclarado mucho m¨¢s esta realidad. Tomando el ejemplo de un matrimonio con dos hijos con un nivel de renta de 60.000 d¨®lares brutos anuales (6,9 millones de pesetas), sit¨²a a Espa?a entre los pa¨ªses con menor coste fiscal. Los consultores de Price -que han utilizado un avanzado sistema inform¨¢tico para calcular el coste que empresas y empleados pagan por Seguridad Social e impuesto sobre la renta- revela una situaci¨®n muy dispar entre los distintos pa¨ªses. Desde B¨¦lgica y Suecia, en que el coste -para empresarios y empleados- del impuesto sobre la renta y de las cotizaciones representan m¨¢s del 70% del salario bruto, al caso de Espa?a, en que apenas supera el 30%.
A la vista de estos datos es dificil imaginar c¨®mo puede Espa?a alcanzar los niveles de equipamiento en infraestructuras y de gasto social europeos sin tina aproximaci¨®n paralela en materia fiscal. Adem¨¢s, la congelaci¨®n o rebaja de impuestos, -se plantea en el momento menos oportuno: de mantenerse la tendencia del primer trimestre, los ingresos fiscales en 1993 caer¨¢n en m¨¢s de un bill¨®n de pesetas, lo que ya de por s¨ª constituye un grav¨ªsimo problema, sin cambiar nada. Es temerario ignorar que los Estados de bienestar, que todos prometen, se han logrado con un gran esfuerzo fiscal. Dado que los tipos impositivos espa?oles del IRPF ya est¨¢n a nivel europeo, la ¨²nica forma de elevar los ingresos es ensanchando la base de declarantes, eliminando el fraude.
Sin embargo, los costes que soportan directamente los empleados espa?oles (por IRPF y Seguridad Social) son muy elevados. En Espa?a, el tipo medio es el 25,8% (por debajo de Suecia y B¨¦lgica, 39%), similar a Alemania (25,9%), pero por encima de Francia (24,3%). Ello revela tanto la escasez de las aportaciones empresariales como la concentraci¨®n de la fiscalidad sobre la rentas salariales.
Lo cierto es que el IRPF, que recauda el 38% de todos los ingresos fiscales, se ha convertido b¨¢sicamente en "un impuesto sobre n¨®minas" como reconoce un alto cargo de Hacienda. Y el profesor Jos¨¦ Luis Raymond ofrece otro argumento: al tratarse de un impuesto progresivo y no adecuarse autom¨¢ticamente su tarifa a la subida de precios cada a?o, "la inflaci¨®n se ha convertido en el principal aliado de la recaudaci¨®n" al elevar paulatinamente el tipo impositivo para un mismo nivel de renta equivalente. Raymond ha calculado los efectos de este fiscal drag (drenaje fiscal) que ha supuesto una importante disminuci¨®n de la renta neta disponible para las familias entre 1979 y 1990. As¨ª, a un contribuyente que en 1979 ten¨ªa una base imponible de 1.150.000 pesetas se le adjudicaba un tipo del 14,4%; en 1990 le corresponder¨ªa una base equivalente de 3,2 millones de pesetas, pero con un tipo del 19,4%. Es decir, con el mismo nivel de renta bruta real pagar¨ªa cinco puntos m¨¢s de impuestos. Para rentas m¨¢s altas el aumento de tipos impositivos llega hasta 15 puntos.
Tambi¨¦n es cierto que las rentas m¨¢s bajas han resultado favorecidas, pero influyen poco en .la opini¨®n p¨²blica. El 25% m¨¢s pobre, que en 1982 pagaba por IRPF el 5,3%, en 1992 qued¨® exento. En cualquier caso, el fuerte encarecimiento de la fiscalidad en las clases medias de los asalariados ha ido generando un progresivo descontento. Este malestar se ha agudizado en buena parte por la persistencia de importantes diferencias de las rentas declaradas. Mientras la renta media declarada por los trabajadores en 1990 era de 1.836.942 pesetas anuales, la de los empresarios se situaba en la mitad (1.069.295) y la de profesionales y artistas en 1.986.378 pesetas anuales.
Sin duda, lo m¨¢s notable de la gesti¨®n de Hacienda en este periodo ha sido la afloraci¨®n de un importante n¨²mero de contribuyentes que hasta ahora escapaba del fisco. En el ¨²ltimo decenio el n¨²mero de empresarios que pagan por renta ha crecido de 720.000 a 1,5 millones; y el de agricultores, de 87.471 a 833.500.
Pero este aumento de la contribuci¨®n de los empresarios ha culminado con una pr¨¢ctica revuelta fiscal, especialmente de los peque?os comerciantes, al coincidir con la introducci¨®n de un nuevo tributo, el impuesto sobre actividades econ¨®micas QAE), que en algunos casos ha supuesto aumentos de hasta el 200% de la tarifa. A la falta de gradualismo -repitiendo el mismo error del catastrazo- se ha a?adido la coincidencia de su aplicaci¨®n con un periodo de crisis econ¨®mica.
Para Fernando Pe?a, presidente del Registro de Economistas y Asesores Fiscales, "el error ha sido al trasladar el razonamiento de gravar con similar criterio las rentas peri¨®dicas y regulares que perciben los asalariados con las c¨ªclicas de los empresarios". Los c¨¢lculos de Hacienda podr¨ªan ser correctos si se considerasen las rentas medias
obtenidas durante un periodo de cuatro o cinco a?os. Para Pe?a, no tiene justificaci¨®n aplicar una subida fiscal de esta naturaleza, de golpe y en un momento en que muchas empresas han reducido fuertemente sus beneficios o est¨¢n en p¨¦rdidas".
Varios analistas coinciden en criticar el trato de privilegio que se da a los, patrimonios ociosos Las plusval¨ªas obtenidas con la venta de antiguas propiedades no pagan impuestos si tienen m¨¢s de 20 a?os, mientras que los beneficios de las empresas productivas tributan al 35%. Tambi¨¦n censuran que los capitales invertidos en fondos de inversi¨®n tengan una tributaci¨®n casi nula mientras que al ahorro popular se le retiene el 25%.
Todo este descontento ha quedado reflejado en las ¨²ltimas encuestas del CIS. Hoy, un 75% de ciudadanos cree que los impuestos no son justos, cuando hace siete a?os lo cre¨ªa un 68%.
Este Panorama de malestar ha convertido a los impuestos en uno de los campos de batalla de las pr¨®ximas elecciones. El Partido Popular, que hace unos meses lanz¨® su propuesta de rebajar impuestos, ha corregido el tiro y hora una congelaci¨®n propone a, para rebajarlos m¨¢s adelante. Luis G¨¢mir, uno de los responsables de la pol¨ªtica fiscal del Partido Popular, afirma que se trata de aplicar la rebaja "en un plazo de cuatro a?os, pero todo depende de la herencia recibida".
IU plantea una reforma en un sentido distinto. Elevar la progresividad del IRPF y del impuesto sobre el patrimonio, considerar corno renta las prestaciones del desempleo y eliminar la exenci¨®n ?le las plusval¨ªas obtenidas en cuant¨ªas inferiores a 500.000 pesetas. IU dedica especial atenci¨®n a la recaudaci¨®n sobre las grandes fortunas, diferenciando entre patrimonio productivo e improductivo.
Los socialistas, m¨¢s pr¨®ximos a la gesti¨®n del gasto, y por tanto a la necesidad de mantener los ingresos, se han mostrado muy cautelosos en ofrecer rebajas. Sus propuestas son gen¨¦ricas y afectan a la reforma del impuesto de sociedades, del IAE y de la Ley General Tributaria para potenciar la lucha contra el fraude.
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