Wasmosy, candidato oficialista del Partido Colorado, gana las elecciones presidenciales en Paraguay
Los electores de Paraguay han escogido un presidente civil y colorado, el ingeniero de 54 a?os Juan Carlos Wasmosy, quien asegura el mantenimiento en el poder del partido que gobierna desde 1948, en una alianza t¨¢cita con las Fuerzas Armadas. En un mensaje televisado, el hombre fuerte de los militares, el general Lino Oviedo, asegur¨® que acatar¨¢ la autoridad del nuevo presidente, que tomar¨¢ posesi¨®n el pr¨®ximo 15 de agosto. Los primeros resultados de la Junta Electoral, relativos al 20% del escrutinio, confirman los c¨®mputos extraoficiales y atribuyen a Wasmosy una amplia victoria, con el 40,1% de los votos.
ENVIADO ESPECIAL, Domingo La¨ªno, un abogado de 57 a?os que dedic¨® toda su vida a la pol¨ªtica y a la oposici¨®n a la dictadura de Alfredo Stroessner, recibi¨® por su parte un 32,8% de los votos, mientras el abogado y empresario de 49 a?os Guillermo Caballero, candidato del movimiento de independientes Encuentro Nacional, s¨®lo se benefici¨® del apoyo del 24,9% de los electores.Paraguay ten¨ªa la oportunidad de elegir el domingo un presidente civil, por primera vez tras casi 40 a?os de reg¨ªmenes militares. Durante unas horas de incertidumbre, tras el cierre de las urnas, el pa¨ªs casi tuvo tres autoproclamados. presidentes, presuntos ganadores de la elecci¨®n. A la vista de los resultados de las encuestas a pie de urna de la emisora Radio ?andut¨ª, los colorados se lanzaron a las calles de Asunci¨®n para festejar el triunfo. El liberal La¨ªno no se qued¨® atr¨¢s. Bas¨¢ndose en encuestas propias y en la de otra cadena de televisi¨®n, La¨ªno se proclam¨® tambi¨¦n vencedor. Sus partidarios del Partido Liberal Radical Aut¨¦ntico (PLRA), los azules, salieron tambi¨¦n a las calles. Para no perder su oportunidad, Caballero, el tercero en discordia, anunci¨® que, seg¨²n sus c¨¢lculos, ¨¦l iba por delante y pidi¨® tambi¨¦n a sus seguidores que ocupasen la calle.
Por unas horas se palpaba en Asunci¨®n la amenaza de una tragedia. No obstante, a pesar de la agresividad de las bandas de colorados que recorr¨ªan en coches las calles y se aproximaban en tono amenazador a las sedes de los otros partidos, se impuso la cordura. No se registraron incidentes graves.
Apenas conocidos los primeros sondeos, qued¨® claro que, en el caso m¨¢s favorable para los candidatos de la oposici¨®n, los m¨¢rgenes de diferencia eran m¨ªnimos. En esas circunstancias, la oposici¨®n hab¨ªa perdido ya de hecho cualquier oportunidad de conseguir la presidencia. No ten¨ªan la menor oportunidad los candidatos opositores frente a los colorados, un partido experto en toda clase de trampas electorales, con una tecnolog¨ªa en este terreno desarrollada hasta casi la perfecci¨®n durante d¨¦cadas. Los colorados iban a defender con u?as y dientes el poder. Sus hordas ya hab¨ªan tomado las calles con centenares de banderas rojas desplegadas.
Los colorados estaban dispuestos a todo, como hab¨ªa quedado de manifiesto con el atropello a que sometieron a centenares de ciudadanos que hab¨ªan llegado de Argentina con la intenci¨®n de votar. Un juez orden¨® el cierre de fronteras, a petici¨®n del Partido Colorado, bas¨¢ndose en el precepto constitucional que concede el derecho de voto s¨®lo a los residentes en el pa¨ªs.
De repente los colorados y el Gobierno descubrieron a Montesquieu para justificar, con el argumento de la independencia del poder judicial, la medida de someter a la humillaci¨®n de cerrar la frontera a sus propios ciudadanos. Al mismo tiempo los extranjeros entraban y sal¨ªan de Paraguay con absoluta libertad.
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