Rominger aclara el futuro en el Naranco
CARLOS ARRIBAS, Un gramo de locura en la mente de un hombre con fama de cuadriculado y la mala suerte de un hombre tenaz transformaron la cara de la Vuelta, dos d¨ªas, antes del final. Un d¨ªa presuntamente mortecino fue, de repente, en un descenso, el m¨¢s decisivo. Tony Rominger (Clas) atac¨® bajando La Cobertoria, sin miedo a la lluvia, y Alex Z¨¹lle (ONCE) se cay¨® en su af¨¢n por seguirle. Faltaban 50 kil¨®metros para la meta. 50.000 metros de subidas y bajadas que el l¨ªder corri¨® como alma que Deva el diablo. Gan¨® la etapa y casi la Vuelta. Su fuga y la persecuci¨®n desaforada de Z¨¹lle bajo la lluvia fueron una lucha hermosa.
Manolo S¨¢iz, director del ONCE, estaba nervioso por la ma?ana. "La etapa de hoy va a marcar m¨¢s diferencias que la de los Lagos", preve¨ªa. Y se le miraba como si delirara. Todos recordaban el fiasco del d¨ªa anterior. El delirio volvi¨® a repetirse horas despu¨¦s. La fiebre causada por la emoci¨®n. Tambi¨¦n hablaban todos de t¨¢cticas, y de alianzas. Que si el Amaya ten¨ªa la clave de los ataques, que si Z¨¹lle podr¨ªa aprovecharse: de otras luchas, que si Rominger estaba a la baja, nervioso y preocupado. Los hombres del Clas callaban y hac¨ªan como si hicieran cuentas de cara a una contrarreloj final que se presenta intranscendente. La rabia de un campe¨®n y el af¨¢n de otro rompieron todos los esquemas iniciales.Todo se desarroll¨® sobre la marcha. Rominger conoce el dicho que dice que las etapas de monta?a se ganan en los descensos, no en las subidas. Como siempre que llueve y se prev¨¦ una bajada peligrosa el veterano suizo se puso por delante nada m¨¢s subir La Cobertura, un puerto de primera. Junto a ¨¦l su compa?ero I?aki Gast¨®n. Se sent¨ªan fuertes. M¨¢s, al menos, que los no m¨¢s de 10 ciclistas selectos que les hab¨ªan acompa?ado. Delgado, Cubino, Montoya, Rinc¨®n y compa?¨ªa. Los protagonistas de todas las etapas de esta Vuelta.
Un cruce de miradas
Un cruce de miradas vali¨®. Sin pensarlo dos veces Rominger y Gast¨®n aceleran y se lanzan, echando un pulso a la gravedad. "No soy un Chiappucci, no he arriesgado macho. Adem¨¢s, no sab¨ªa que Z¨¹lle se hab¨ªa ca¨ªdo", explicaba despu¨¦s Rominger.
Si ¨¦l no sinti¨® el peligro, hizo que otro lo notara. Z¨¹lle hab¨ªa perdido contacto y cuando quiso darse cuenta se hallaba a 20 segundos. Solo, intentaba perder la precauci¨®n. Cuando se sent¨ªa m¨¢s seguro se fue al suelo. Fue una imponente culada. "Ten¨ªa miedo en la bajada, con tanta agua. No s¨¦ c¨®mo pudo pasar. De repente me vi desliz¨¢ndome por el suelo. No me doli¨®. S¨®lo me agobiaba no encontrar la bicicleta", record¨® el joven suizo.
La bicicleta le hab¨ªa derrapado en una curva despacio, casi a c¨¢mara lenta. Y all¨ª, a 50 kil¨®metros de, la meta, comenz¨® una persecuci¨®n sin tregua pero a la vez de gran belleza.
Como un orate guiado por una obsesi¨®n, que no repara en ning¨²n inconveniente, que s¨®lo ve una luz al fondo que le llama, Rominger se lanz¨®. Se concentr¨® en su pugna y tir¨®. Comenz¨® a sufrir, pero no se permiti¨® bajar la marcha. Sentado y moviendo un desarrollo desproporcionado hizo mover sus m¨²sculos como si fueran los pistones de un motor. La vista fija s¨®lo adelante. Cuando Gast¨®n, exhausto, se qued¨® atr¨¢s, s¨®lo existieron ¨¦l y la obsesi¨®n durante algo m¨¢s de 20 kil¨®metros.Alex Z¨¹lle fue el sediento que ve c¨®mo la fuente de agua se le aleja m¨¢s deprisa que la velocidad que le pueden dar sus pasos, pero que, neg¨¢ndose a creer en la alucinaci¨®n, sigue y sigue hasta el manantial. Se convirti¨® en una fuerza de la naturaleza. Embarrado hasta la gorra se olvid¨® rapidamente de la ca¨ªda e hizo una carrera paralela a la de su compatriota. La distancia, unos 50 segundos, permaneci¨® inmutable. Primero ayudado por Erik Breukink, hasta que ¨¦ste se qued¨®, reventado por el enorme esfuerzo. Despu¨¦s, poniendo a unos cuantos en fila india, como si tirara de un perro que le siguiera a rega?adientes. All¨ª, en la correa, llevaba a Laudelino Cubino, Pedro Delgado, Jes¨²s Montoya, Oliverio Rinc¨®n... Escaladores que s¨®lo pod¨ªan intentar no perder terreno. "Iba muy deprisa. Me llevaba colgado", resumi¨® Cubino. A¨²n as¨ª, le atac¨® en el ¨²ltimo kil¨®metro de la etapa y se atraves¨® la meta en segunda posici¨®n.
"Estoy seguro de ganar"
C. A., "Estoy seguro de ganar", asegur¨® Rominger. "Si no pasa nada, una ca¨ªda o un pinchazo, 1. 17 minutos es una ventaja suficiente". Pese a la euforia, el veterano suizo fue modesto el d¨ªa en que at¨® m¨¢s corta su segunda Vuelta consecutiva: "No subo como Chiappucci. Si voy con ¨¦l, me saca tres minutos al final".
Juan Fern¨¢ndez, su director, tambi¨¦n tuvo tiempo para la reflexi¨®n. Aunque antes exhibi¨® su emoci¨®n: "Pocos pueden hacer lo que ha hecho Tony. Pero era una lucha de riesgo. Z¨¹lle se cay¨® porque le obligamos a arriesgarse. Luego dud¨¦ entre esperar a Delgado y los del Amaya, pero Tony me dijo que iba bien y decidi¨® seguir solo". Fern¨¢ndez coincidi¨® con su pupilo en el an¨¢lisis de la Vuelta: "Puede haber quedado sentenciada. Tony la tiene ganada, pero hay que pensar en la adversidad. Por justicia, tiene que ser suya".
Z¨¹lle, mientras tanto, no perdi¨® las esperanzas, aunque se mostr¨® resignado. "La Vuelta no se acaba hasta el domingo, pero ' pase lo que pase, estoy contento. No me pod¨ªa imaginar al comenzar la Vuelta que tendr¨ªa el podio tan cerca. Es que es la primera ronda de tres semanas que voy a terminar. En la Vuelta y el Tour del a?o pasado s¨®lo corr¨ª 10 d¨ªas. Me ha dolido m¨¢s el tiempo que he perdido que el golpe".
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