Es la econom¨ªa, ?est¨²pido!
"No es la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero lo que nos proporciona la cena, sino su propio inter¨¦s; por regla general no buscan promover el bienestar p¨²blico (...) s¨®lo buscan su propia ganancia, y en ¨¦ste como en otros casos est¨¢n conducidos por una mano invisible", escribi¨® Adam Smith en 1776. Los dos grandes rivales -socialistas y populares- del 6 de junio est¨¢n de acuerdo con la teor¨ªa de la mano invisible del mercado. La tercera fuerza, IU, la cuestiona. Si hay una buena raz¨®n para que Aznar y Gonz¨¢lez est¨¦n empatados en los sondeos es que el electorado no logra identificar cu¨¢l es la mejor oferta. Y la mano invisible del mercado, dicho sea de paso, acaba de ganar un pulso a la peseta sin que hubiesen mediado, afirman The Economist y Financial Times, dos publicaciones simpatizantes de Adam Smith, fundamentos econ¨®micos.Los espa?oles saben que la econom¨ªa y la pol¨ªtica se hallan en mal estado. Piensan, tambi¨¦n, que alg¨²n esfuerzo importante hay que hacer y puede hacerse. A medida que se aproximan las elecciones crece la necesidad de encontrar a la persona y al equipo adecuados para dirigir el trabajo. El hartazgo ha alejado a millones de votantes respecto al partido socialista, del mismo modo que permite a Aznar, seg¨²n todos los sondeos, dar un pelotazo. Para ganar, este ¨²ltimo necesita convertir el hartazgo en votos a su favor.
La presunta indecisi¨®n de los votantes no es casual. Las dos grandes fuerzas en liza son ahora v¨ªctimas de lo que podr¨ªa denominarse la cultura de la no alternativa. Los pol¨ªticos espa?oles y europeos, socialdem¨®cratas y conservadores, han convertido el discurso de que "no existe alternativa" en un callej¨®n sin salida para los electores. La indecisi¨®n refleja esa impotencia.
Durante la campa?a norteamericana, James Carville, el principal asesor dem¨®crata, encarg¨® pegatinas para recordar a los miembros del equipo de Bill Clinton cu¨¢l era el mensaje principal: "?La econom¨ªa, est¨²pido!", rezaba la ayuda-memoria. A partir del pasado jueves, la devaluaci¨®n, la EPA y la inflaci¨®n pueden centrar la recta final en la econom¨ªa. Pero la confusi¨®n sigue siendo la reina madre. Gonz¨¢lez dice que la devaluaci¨®n tendr¨¢ efectos estupendos, pero le echa la culpa, en una declaraci¨®n esquizofr¨¦nica, a Aznar. Si depreciar es bueno, deb¨ªa haberlo ordenado antes de perder reservas y mantener durante largos meses unos tipos de inter¨¦s asfixiantes; si es beneficioso, en fin, mucho menos deber¨ªa culpar a Aznar.
El programa del PP est¨¢ emparentado con las propuestas que los neoliberales del partido socialista han discurseado durante estos a?os sin poder aplicar porque Ferraz le ha dado patadas en nombre de su clientela socialista. Si hasta los sesudos financieros de James Capel, banco que organiz¨® ayer en la City londinense un encuentro entre Aznar, empresarios y banqueros, dice que hay continuidad entre populares y las socialistas, ?qu¨¦ puede pensar el pobre votante de la calle?
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