Recetas distintas para el reto de crear empleo
Los programas electorales del PSOE y el PP coinciden en sus prioridades, pero difieren en las pol¨ªticas
Hay que incentivar el crecimiento econ¨®mico para volver a crear empleo. ?se es el leit motiv de los partidos pol¨ªticos en la campa?a electoral. Todos coinciden en que el paro es el problema n¨²mero uno de la sociedad espa?ola y en que el nuevo Gobierno deber¨¢ emplearse a fondo para invertir la tendencia de destrucci¨®n de empleo, que se mantiene desde hace meses. En lo que ya no hay tanto acuerdo es en la forma m¨¢s eficaz para hacer crecer la econom¨ªa espa?ola. Las dos formaciones que aspiran a gobernar -PSOE y PP- ofrecen en sus programas recetas diferentes para afrontar ese gran reto.Las divergencias entre socialistas y populares surgen desde las primeras l¨ªneas de sus manifiestos electorales. Las principales diferencias surgen al hacer el diagn¨®stico de la situaci¨®n. Ambos coinciden en que la econom¨ªa espa?ola est¨¢ sumida en una crisis profunda y en que la recesi¨®n ha elevado el n¨²mero de parados hasta niveles insoportables para, los ciudadanos. Esa es la ¨²nica coincidencia a la hora de evaluar la crisis. El PP considera que la situaci¨®n se ha agravado por el agotamiento del modelo de crecimiento econ¨®mico de los socialistas, por la falta de credibilidad exterior del actual Gobierno y por la permanencia de los desequilibrios b¨¢sicos.
Crisis internacional
Esta visi¨®n contrasta con el diagn¨®stico que hace el PSOE en su programa electoral. El manifiesto de los socialistas vincula la crisis espa?ola a la internacional y considera que la pol¨ªtica econ¨®mica emprendida por el Gobierno entre 1982 y 1992 permite afrontar los a?os dif¨ªciles con garant¨ªas de ¨¦xito. A?ade, adem¨¢s, que aunque todav¨ªa hay que avanzar en el ajuste de los desequilibrios b¨¢sicos -d¨¦ficit p¨²blico, inflaci¨®n y d¨¦ficit exterior-, se han obtenido grandes logros en los ¨²ltimos a?os. Dos visiones muy diferentes de una misma realidad. Los populares sacan a relucir la herencia del PSOE, mientras que ¨¦stos aseguran que Espa?a ha mejorado durante su mandato.
En lo que s¨ª coinciden PP y PSOE es en que hay que mantenerse unidos al proyecto europeo. Es como un dogma que nadie se atreve a discutir. "La Uni¨®n Europea es el mejor marco para el desarrollo de la econom¨ªa espa?ola y ha de ser un factor de estabilidad, tanto para los pa¨ªses miembros como para los vecinos", afirma el programa socialista en su p¨¢gina 9. Esa misma frase podr¨ªa llevar la r¨²brica del PP, que habla de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria como un "objetivo irrenunciable".
Dicho esto, y coincidiendo ambos en que hay que crecer y ser m¨¢s competitivos para crear nuevos empleos, socialistas y populares presentan recetas diferentes para incentivar el crecimiento econ¨®mico en Espa?a. Los enunciados de uno y otro son lo suficientemente representativos. El PSOE habla de "fortalecer la econom¨ªa y los recursos de Espa?a", en una clara referencia a una pol¨ªtica continuista, mientras que el PP ofrece "una pol¨ªtica econ¨®mica diferente para resolver la crisis".
Estos dos mensajes contrapuestos esconden, sin embargo, algunas similitudes ligadas a lo que se considera la "ortodoxia econ¨®mica" por los principales organismos internacionales. El presidente del Partido Popular, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, ha sido el primero en repetir frases que viene diciendo el ministro de Econom¨ªa, Carlos Solchaga, durante a?os. El fragor de la campa?a no les ha impedido coincidir en la necesidad de aumentar la competitividad de la econom¨ªa, continuar con el proceso de ajuste de los grandes desequilibrios, plantear un pacto social con sindicatos y empresarios, o emprender una amplia reforma del mercado laboral. Ninguno se ha atrevido a contradecir a la OCDE, el Fondo Monetario Internacional o la Comisi¨®n Europea en sus consejos.
?En qu¨¦ consisten entonces las diferencias entre la pol¨ªtica econ¨®mica que plantea el PP y la que viene desarrollando el PSOE? Simplificando un poco las cosas, las propuestas popula
res buscan una fuerte reducci¨®n del peso del Estado en las decisiones econ¨®micas. Y para eso, proponen un ambicioso plan de privatizaciones de empresas p¨²blicas, una congelaci¨®n de la presi¨®n fiscal -una reducci¨®n en una segunda etapa-, un dr¨¢stico recorte del gasto p¨²blico que permita situar el d¨¦ficit presupuestario en los niveles que exige Maastricht y toda una bater¨ªa de medidas (le car¨¢cter microeconomicas que incluyen una modificaci¨®n de la tributaci¨®n de los beneficios empresariales que se reinviertan, una nueva ley sobre horarios comerciales que defienda los intereses de los peque?os comerciantes, una nueva pol¨ªtica agraria y un plan especial que limite la responsabilidad de los empresarios individuales.Por el contrario, el PSOE renuncia a pol¨ªticas microecon¨®micas y defiende el mantenimiento del peso del sector p¨²blico dentro de la filosof¨ªa de solidaridad sobre la que basa su propuesta. La inversi¨®n p¨²blica es la base de sus enunciados de infraestructuraslo vivienda, sectores que considera piezas clave para la creaci¨®n de empleo. A pesar de ello, los socialistas proponen algunas modificaciones en determinados impuestos.
Coincidencias de fondoLas ofertas electorales de uno y otro coinciden, sin embargo, en algunos aspectos que filos¨®ficamente deber¨ªan ser contrapuestos. La b¨²squeda del mayor n¨²mero de votos posibles lleva al PSOE y al PP a mostrarse igual de poco precisos en cuanto a las propuestas a funcionarios y pensionistas. Dos colectivos que pueden decidir unas elecciones y a los que ambos grupos pol¨ªticos prometen seguridad -en el empleo o en el poder adquisitivo- El Partido Popular habla de una reforma de la Administraci¨®n, dentro de su filosof¨ªa de reducir el peso del Estado en la vida econ¨®mica, pero no dice ni una palabra de reducci¨®n del n¨²mero de funcionarios. La Funci¨®n P¨²blica debe mejorar su eficacia, aseguran ambos partidos, pero ninguno explica c¨®mo se consigue.
Tambi¨¦n coinciden populares y socialistas en su promesas de construcci¨®n de viviendas e inversiones; en infraestructuras. En este ¨²ltimo apartado, ambos se disputan de forma ostentosa una mayor dotaci¨®n de sus inversiones p¨²blicas hacia este sector, considerado como locomotora de la econom¨ªa, aunque en el caso de los populares su propuesta choque con el compromiso de recortar el gasto p¨²blico.
Algo parecido sucede con la reducci¨®n de tipos de inter¨¦s, en la que PSOE y PP coincid¨ªan desde un principio -los socialistas con mucha m¨¢s cautela debido a las presiones sobre la peseta- y que ahora, tras la tercera devaluaci¨®n, ha cobrado m¨¢s importancia. El partido de Aznar apuesta por un nuevo mix de pol¨ªticas fiscal y monetaria, que asegure el crecimiento e impida lo que califica de "estrangulamiento econ¨®mico por el excesivo d¨¦ficit p¨²blico", mientras que el PSOE insiste en mantener una pol¨ªtica monetaria restrictiva que permita una reducci¨®n paulatina del precio del dinero. sin poner en peligro los objetivos de convergencia con la CE. Es igual, pero no es lo mismo, que dir¨ªan los castizos.
?Qui¨¦n ser¨¢ el Boyer de Aznar? ?Y el de Felipe?
Por primera vez desde 1986, los electores acudir¨¢n a las urnas sin saber qui¨¦n ser¨¢ el responsable de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno.En 1986 y 1989 era conocido que Carlos Solchaga permanecer¨ªa como ministro de Econom¨ªa, porque Felipe Gonz¨¢lez le apoyaba "al 95%", como el presidente sol¨ªa decir. Pero en esta ocasi¨®n, gane quien gane, ninguno de los dos personajes que est¨¢n debatiendo las ofertas electorales del PSOE y el PP ser¨¢n ministros. Solchaga ha dicho a sus colaboradores que ha agotado su mandato y Rodrigo Rato sabe que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar quiere contratar a un externo para dirigir la pol¨ªtica econ¨®mica, en caso de que pueda formar gobierno. Eso, si no tiene que ceder la cartera a Miguel Roca.
La pregunta surge entonces a ambos lados de la contienda electoral. ?Qui¨¦n ser¨¢ el Boyer de Aznar? ?Y el de Felipe? El electorado y el mundo empresarial todav¨ªa recuerda c¨®mo en 1982 Felipe Gonz¨¢lez dio la espalda a los expertos de su partido y nombr¨® a Miguel Boyer superministro. Luego lleg¨® el plan de estabilizaci¨®n, la devaluaci¨®n de la peseta... y los Almunia, Rodr¨ªguez, Chaves y Marug¨¢n se quedaron sin despacho en Alcal¨¢ 7. Lo mismo suceder¨¢ en el Partido Popular si consiguen llegar a La Moncloa.
Aznar explicaba en una reuni¨®n privada, cuando todav¨ªa no se sab¨ªa la fecha de las elecciones, que su ministro de Econom¨ªa no ten¨ªa carn¨¦ del PP. As¨ª de claro. Aznar no quer¨ªa desvelar su secreto -parece que ni el candidato lo sabe todav¨ªa-, pero ten¨ªa muy claro que ninguno de sus subalternos ser¨¢ el designado para ocupar la cartera m¨¢s importante del Gobierno. Ni Rato, ni Gamir, ni Montoro, ni Pizarro... el Ministerio de Econom¨ªa tiene otros candidatos al margen del ticket electoral. Y todos est¨¢n m¨¢s cerca de la antigua UCD que del PP.
?Qui¨¦n ser¨¢ el Boyer de Aznar?, se preguntan los banqueros. El l¨ªder del PP pone cara de p¨®quer y responde que no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo. Aunque el l¨ªder popular tiene su lista bien guardada en la memoria. Y no se contenta con cualquiera. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar sabe -como sab¨ªa Felipe Gonz¨¢lez en 1982- que la econom¨ªa ser¨¢ la asignatura m¨¢s dif¨ªcil de aprobar para el nuevo presidente del Gobierno. Tambi¨¦n sabe -como ocurri¨® con Boyer- que el nuevo ministro de Econom¨ªa tan s¨®lo coger¨¢ de? programa electoral lo que le interese para llevar a cabo la nueva pol¨ªtica de estabilizaci¨®n que todos los expertos dan como imprescindible.
?Qui¨¦n ser¨¢ el nuevo Boyer de Felipe Gonz¨¢lez? La respuesta es igual de dif¨ªcil. Se puede descartar a Solchaga, que tiene sus ojos puestos en la direcci¨®n ejecutiva del FMI si Michel Carndessus es designado presidente del Instituto Monetario Europeo. Los que conocen al presidente aseguran que ni se lo ha planteado todav¨ªa. "Todo depender¨¢ de con qui¨¦n tenga que pactar", insisten en Ferraz.
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