El futuro de la moneda ¨²nica, en el centro del debate europeo tras el 's¨ª' dan¨¦s a Maastricht
La locomotora europea vuelve a estar sobre la v¨ªa. No tan brillante ni desafiadora como en los d¨ªas en que fue dise?ada en Maastricht, pero ah¨ª est¨¢. A los hijos de Margaret Thatcher s¨®lo les queda la ¨²ltima trinchera del Parlamento de Westminster, tras la humillante derrota sufrida el martes en Dinamarca (56,8% de s¨ªes al tratado), que les fue restregada por el propio Gobierno dan¨¦s. Ahora se consuelan con el estribillo de que "Maastricht est¨¢ muerto igualmente" gracias al retraso de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UENI). Fuentes de la Comisi¨®n Europea salieron ayer al paso de este argumento y aseguraron que la moneda ¨²nica sigue adelante, aunque admitieron que ahora puede haber cierta flexibilidad en los criterios de convergencia.
Fuentes autorizadas de la Comisi¨®n recordaron que la convergencia econ¨®mica necesaria para llegar a la UEM se halla inscrita en el Tratado de Maastricht aprobado por los daneses este 18 de mayo, por lo que no es pertinente replantearse ni modificar este concepto. Aseguraron tambi¨¦n que los criterios de convergencia (d¨¦ficit inferior al 3%, deuda por debajo del 60% del PIB, inflaci¨®n no superior al 1,5% de la de los tres pa¨ªses que tengan la m¨¢s peque?a, tipos de inter¨¦s que no superen en dos puntos al de los tres que los tengan m¨¢s bajos y cambio estable dentro del Sistema Monetario Europeo) no deben aplicarse de forma mec¨¢nica. Y finalmente recordaron que el propio Tratado prev¨¦ una fecha ulterior a la de 1997 en caso de que no sea posible llegar a la moneda ¨²nica por parte de una mayor¨ªa de pa¨ªses, concretamente 1999.El debate tiene todos los visos de centrarse ahora en los criterios de convergencia. Maastricht fue aprobado por los Doce cuando Europa no se hallaba todav¨ªa en recesi¨®n y un buen n¨²mero de socios cumpl¨ªa con los criterios famosos. Actualmente, s¨®lo el m¨¢s peque?o de los socios, Luxemburgo, tiene todos los indicadores en sem¨¢foro verde para dirigirse hacia el ecu. Es l¨®gico que se alcen voces solicitando la rectificaci¨®n y el relajamiento de los criterios de convergencia, principalmente cuando el tratado ha superado su principal obst¨¢culo.
Protocolo sexto
La respuesta oficiosa de la Comisi¨®n Europea al inter¨¦s sobre una revisi¨®n se limita a recordar que la convergencia, no sus actuales criterios, es lo que se halla inscrito en el tratado. Los criterios de convergencia forman parte del protocolo sexto adjunto al Tratado de Maastricht y es modificable por unanimidad sin necesidad de acudir al expediente mucho m¨¢s complicado de una nueva conferencia intergubernamental, objeto posterior de ratificaci¨®n por los Estados miembros.
Ninguno de los socios pod¨ªa, previamente al refer¨¦ndum dan¨¦s, reconocer de forma descarada la necesidad de revisar los criterios de convergencia, pero, una vez superado este bache, e incluso en d¨ªas previos, han empezado ya a alzarse voces pidiendo flexibilidad. Fuentes del propio Gobierno espa?ol han expresado su sinton¨ªa con la visi¨®n menos r¨ªgida de la convergencia, aunque los vigilantes de la disciplina presupuestaria prefieran acogerse al escenario dise?ado en horas de bonanza para impedir, ya con las vacas flacas, la posibilidad de alegr¨ªas excesivas en ministerios e instituciones de gasto.
La obtenci¨®n de la unanimidad para cambiar los criterios no es un ejercicio f¨¢cil. El Gobierno alem¨¢n, debidamente flanqueado por el Bundesbank, pondr¨¢ todos los obst¨¢culos a un relajamiento de la pol¨ªtica de convergencia. Este debate puede convertirse, sin embargo, en un mero despliegue de hip¨®tesis, si se hicieran realidad los pron¨®sticos de formaci¨®n de una peque?a Europa alrededor del franco y el marco. Esta posibilidad planear¨¢ como la sombra de una amenaza sobre los pa¨ªses situados en una posici¨®n m¨¢s dif¨ªcil.
El debate sobre la UEM afecta tambi¨¦n a las negociaciones de adhesi¨®n de Austria, Finlandia, Suecia y Noruega a la CE, que recibir¨¢n un impulso decisivo despu¨¦s del refer¨¦ndum dan¨¦s, seg¨²n asegur¨® el propio primer ministro y presidente semestral del Consejo de Ministros de la CE, Poul Nyrup Rasmussen, a los pocos minutos de conocer los resultados. Si alguno o los cuatro pa¨ªses se incorporan a la CE antes de 1996, tal como desean, la masa cr¨ªtica de pa¨ªses que cumplan los criterios de convergencia en 1997 podr¨ªa ir nuevamente en detrimento de los pa¨ªses m¨¢s atrasados.
A lo que parece, pues, las cuestiones econ¨®micas han pasado a primer plano tras los fatigantes combates pol¨ªticos que ha ido suscitando Maastricht durante el ¨²ltimo a?o. Quedan unos ¨²ltimos cartuchos, en los que los euroesc¨¦pticos cifran los despojos de sus esperanzas: la ratificaci¨®n brit¨¢nica y la sentencia del Tribunal Constitucional de Alemania. Pero todo el mundo considera que la batalla de Maastricht est¨¢ ya cerrada y que ahora, una vez que los daneses han firmado, lo que importa en su aplicaci¨®n.
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