Los aprendices de 'yuppies'
Van a votar todos. Saben perfectamente a qui¨¦n desde antes de la campa?a, y lo que oyen estos d¨ªas, adem¨¢s de parecerles penoso y lamentable, no les va a hacer cambiar de opini¨®n. Estoy reunido en un aula del Instituto de Empresa con un pu?ado de, veintitantos cachorros del capitalismo, alumnos del master en bussiness administration (direcci¨®n de empresas). Son los representantes de un grupo de 400 aprendices de yuppies que han pagado un mill¨®n de pesetas cada uno para convertirse en triunfadores.Est¨¢n perplejos. Viven en un pa¨ªs que les promet¨ªa el oro y el moro y de repente se han encontrado con que dentro de un mes, cuando se grad¨²en solemnemente en una ceremonia a la americana, van a pasar a engrosar las terribles filas del paro. Han mandado 300 curr¨ªculos cada uno y aseguran que quieren 9legar alto", esperan "ser algo importante en la vida", tienen "mentalidad ganadora" y por ellos "no va a quedar". Esta cata rata de frases, pronunciadas al alim¨®n por Jos¨¦ (traje y corbata) y Umberto (ropa informal), define suficientemente bien lo que les pasa a estos futuros profesionales, a los que la crisis ha bajado de golpe tres pelda?os en el escalaf¨®n social. Eduardo est¨¢ saturado de precampa?a. Miguel ?ngel asegura que "est¨¢n intentando que gane el peor" y Enrique -un tibur¨®n de ideas claras cree que se va a votar al PP, m¨¢s que por sus propios m¨¦ritos, por concederle el beneficio de la duda. En general, odian las descalificaciones, acusan a los pol¨ªticos de no exponer sus programas (aunque confiesan no hab¨¦rselos le¨ªdo cuando los peri¨®dicos los han publicado) y aseguran que la econom¨ªa es el primer problema.
Han decidido votar todos. Y est¨¢n enamorados (probablemente por sentido pr¨¢ctico) del bipartidismo, hasta el punto de que solamente Chola apoyar¨¢ a IU y otro compa?ero puede votar en blanco. Son eficaces; est¨¢n educados para ello. Creen que no se vota por una decisi¨®n consciente, sino por un conjunto de tradiciones, afinidades y emociones. Por eso, aunque no se creen nada de lo que dicen Felipe y Aznar, ya han elegido su opci¨®n. No les pregunto (y no lo dicen), pero en esta sala donde se cuece un futuro incierto huele a popular. Enrique est¨¢ harto de leer cada d¨ªa un esc¨¢ndalo socialista (y los enumera con una fant¨¢stica memoria sint¨¦tica) y Umberto recurre a la met¨¢fora de la franja estrecha para explicar que no hay que tener miedo al cambio.
Se est¨¢n educando para dominar el mundo de los negocios, pero s¨®lo algunos quieren ser empresarios. La mayor parte prefiere foguearse como ejecutivos, y solamente si no queda m¨¢s remedio elegir¨ªan una empresa p¨²blica. ?se es su sue?o. La realidad empiezan a jug¨¢rsela dentro de unos d¨ªas, cuando tengan que echarse a la calle a torear la crisis.
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