"Hay demasiada gente mayor en la polic¨ªa"
El zapato puntiagudo se abre paso por la plaza de Lavapi¨¦s. Desgasta un 43 de marca inglesa, traje gris de rebajas y EL PA?S en el bolsillo. Alg¨²n d¨ªa dejar¨¢ de leerlo por el trato "exquisito" que, seg¨²n su punto de vista, se le otorga a la oposici¨®n y a los "renovadores de la nada". Son las diez de la ma?ana. Mira a los balcones, canas tendidas al sol; abajo, en las aceras, se alinean ya los primeros mu?ones en busca de dinero. Al rato enfila la cuesta hacia su comisar¨ªa de paredes blancas que albergaron en tiempos reuniones civiles conspiratorias para el 23-F.
Sube las escaleras estrechas ha cia el despacho. Saluda a la imagen de Rousseau, abre un caj¨®n buscando alg¨²n parte de incidencias y encuentra aquel an¨®nimo que deslizar¨ªa un su bordinado por la puerta la ma?ana en que el comisario debut¨® en Mediod¨ªa:"En la inspecci¨®n de guardia, el ciudadano tiene que es perar mucho tiempo, sobre todo en los relevos. El trato al ciudadano deja mucho que desear".
"En la comisar¨ªa nunca se ve a los inspectores dar ejemplo de trabajo (nadie ve nunca a un inspector detener a un delincuente)".
"Hay demasiados polic¨ªas haciendo labores burocr¨¢ticas e in¨²tiles, con horarios c¨®modos y mejor mirados que los curritos",
"Lo poco que se hace en la comisar¨ªa lo hace la escala b¨¢sica".
"Mala imagen en los alrededores de la comisar¨ªa. Algunos se pasan m¨¢s horas en el bar que en la oficina".
No le dio m¨¢s importancia de la que se merec¨ªa; ni menos. Por eso mismo emprendi¨® cambios tempraneros. Aquella semana se apresur¨® a instalar un cuadro de Juan-Jacobo Rousseau y la Carta de los Derechos Humanos, alg¨²n aparato antiguo de fotograf¨ªa y poco m¨¢s.
El jefe de grupo llama a la puerta. Dos choros [ladrones] colocaron una navaja en la tr¨¢quea al periodista ¨¦se famoso de los toros. A ¨¦l y a la mujer les han quitado un abrigo de piel, un reloj "de esos lujosos" y bastante dinero. Uno de ellos ten¨ªa el labio mirando al cielo.
Corren otros tiempos. Sirlas [atracos], tirones a los viejecillos del barrio, carteristas en la Estaci¨®n Sur, denuncias por ruido elevado... Todo, afortunadamente, menos heroico que hace 15 a?os. Entonces alguien ten¨ªa que jugarse su puesto para filtrar una foto de torturados o redactar panfletos para democratizar el cuerpo, y ese alguien se parec¨ªa mucho a F¨¦lix Alonso. Ahora est¨¢ solo. Ve muchas razones por las que seguir luchando, pero no encuentra apoyo. Despu¨¦s le destinar¨ªan a la comisar¨ªa de Universidad, por donde mataron a unos viejos que no ten¨ªan enemigos, tan s¨®lo alg¨²n dinerillo ahorrado. ?l y sus hombres destaparon el caso de la asistenta envenenadora en Melilla. Tiempos m¨¢s alegres, tambi¨¦n, los de la comisar¨ªa de Universidad. Hac¨ªa m¨¢s sol en esa zona.
J¨®venes en la comisar¨ªa
Si no fuera comisario de distrito, le gustar¨ªa desgastar el sill¨®n de director general de la Polic¨ªa para cuajar las ideas que alberga en la cabeza. Potenciar¨ªa el trabajo de la comisar¨ªa en detrimento de los gabinetes de estudios, que se dedican a elaborar y cuantificar el trabajo que se hace en cada comisar¨ªa. Procurar¨ªa, eso s¨ª, rodearse de gente joven y cree que a gente de 45 o 50 a?os no se le puede exigir lo mismo. ?l, con 44 a?os, es uno de los m¨¢s j¨®venes de su comisar¨ªa.Llega la hora del almuerzo; men¨² del d¨ªa, por 1.000 pesetas, en un restaurante pr¨®ximo. Hace un sol sucio. Los chicos han ido a M¨¦ndez ?lvaro para vigilar un hipermercado que atrae a los yonquis como moscas. Lo t¨ªpico: se les pide el carn¨¦, se les registra y a otra cosa.
Despu¨¦s, en la mesa redonda, delante de Rousseau y con alg¨²n jefe de grupo, los de la b¨¢sica contar¨¢n c¨®mo les fue, y alg¨²n jefe dir¨¢: "Un momento, vamos a ver... ?No ten¨ªa uno de esos dos el labio superior para arriba?". Callar¨¢n por un momento y el de la b¨¢sica contestar¨¢ que s¨ª. A las dos horas, la se?ora del locutor de toros vendr¨¢ a reconocerlos.
Jornada completa. A eso de las ocho igual se mete en la filmoteca. Quiso ser director de cine, pero la polic¨ªa trunc¨® sus ilusiones. Al salir, riela la luna en la oreja de un gato y detienen a un marroqu¨ª en Tirso de Molina. Le quedan dos horas hasta que pueda reconciliarse con Valle-Incl¨¢n en un sill¨®n de su casa serrana.
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