Fauna ib¨¦rica
El callej¨®n de la plaza de toros de Las Ventas siempre ha sido un escaparate de post¨ªn. Bru?idos por el sol, ataviados con el tradicional uniforme que incluye chaqueta, camisa, corbata, cIavel en la solapa y puro entre los dedos, los habitantes de este microclima de lujo viven durante la feria de San Isidro en el escal¨®n superior de la envidia social. Es un destino inevitable, que se repite sistem¨¢ticamente todos los meses de mayo. Ellos son los elegidos.La gente de los toros tiene fama de ser de derechas; incluso fachas. En parte es la mala reputaci¨®n, y en parte la pura verdad. Conchita, mi vecina del s¨¦ptimo, lo tiene claro: "De derechas y de toda la vida". Lo da el talante racial que rodea el espect¨¢culo. Un vistazo por los tendidos confirma la sospecha: tanta barbie, tanta gafa de sol, tanta sonrisa profid¨¦n, tanta demagogia y tanto desocupado capaz de echar a perder todas las tardes de un mes son m¨¢s que indicios racionales del diagn¨®stico. Era as¨ª antes de que llegara el PSOE y as¨ª ser¨¢ cuando se vaya.
Un recorrido por la fauna del callej¨®n demuestra que la doctrina de Cristo, los manifiestos marxistas y la mezcla de las especies han logrado su ¨²ltimo fin: no solamente todos somos hermanos, sino que adem¨¢s, detr¨¢s del burladero, parecemos mellizos. Populares, socialistas, comunistas y herederos de la t¨²nica de Adolfo Su¨¢rez han sido uniformizados por la apabullante est¨¦tica del sector. El desembarco del PSOE en el mundo de los toros -en el caso de Madrid, gracias a que la plaza les pertenece y a que la autoridad competente son ellos- resulta f¨ªsicamente imperceptible. Los tics de la derecha no se rinden.
Dentro del redondel, las cosas son las de siempre. A los clarines les han puesto a la sombra para que no suden y a los m¨²sicos de la orquesta les han comprado uniformes nuevos, pero los toros se caen tanto o m¨¢s que nunca. Un tour por los alrededores del coso confirma esta sensaci¨®n de que el tiempo y las ideas no pasan por los toros. Los mismos chulos, las mismas t¨ªas buenas, los mismos gitanos bailando la cabra, los mismos reventas y, sobre todo, muchos m¨¢s Mercedes que nunca. La escuder¨ªa de Las Ventas es impresionante. Mientras el diestro se juega la vida frente a un inv¨¢lido, una legi¨®n de ch¨®feres vestidos de gris hace guardia delante de los coches m¨¢s relucientes de la capital. Hay m¨¢s que nunca. Porque, a los tradicionales, diez a?os de pasada por la izquierda han a?adido otra media docena de unidades.
Son los frutos de la cohabitaci¨®n. La est¨¦tica de la vieja derecha, con las ideas de la nueva izquierda. O viceversa. Cuesti¨®n de matices si se tiene en cuenta que los m¨¢rgenes, tal y como se insiste ¨²ltimamente, son tan estrechos que a veces resultan imperceptibles. Toda una premonici¨®n para la etapa de minor¨ªas que se avecina.
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