V¨ªa crucis electoral

?ste es el relato resumido de un v¨ªa crucis electoral. Dispongo de un poder notarial firmado por el c¨®nsul general de Espa?a enPasa a la p¨¢gina siguiente

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Roma por el que se me autoriza a solicitar el env¨ªo de la documentaci¨®n pertinente para que un amigo, residente en aquella ciudad, pueda efectuar su voto por correo. Con ¨¦l me dirijo confiadamente al Ayuntamiento de la ciudad para obtener la informaci¨®n sobre los tr¨¢mites a realizar. Una se?ora, amablemente, me dice que no sabe si ser¨¢ en Correos o en la Oficina del Censo Electoral. En Correos, otra se?ora, con la mejor de sus sonrisas, me indica que s¨®lo tramitan el voto dentro del territorio nacional. En la Oficina del Censo Electoral (unos dos kil¨®metros m¨¢s all¨¢), dos se?oras, amablemente tambi¨¦n, me remiten de nuevo a Correos. De nuevo all¨ª, otra se?ora, distinta de la de mi paso anterior, me ofrece unos impresos para cumplimentar (?por fin parece que estoy a las puertas de la soluci¨®n!). Impresos rellenos, hago mi nueva estaci¨®n en otra ventanilla: un se?or, afablemente, me indica que tendr¨¦ que volver en un par de d¨ªas porque no se sabe si ellos pueden realizar ese tipo de tramitaci¨®n. Al parecer, el c¨®nsul general de Roma, como otros de distintos lugares, no est¨¢ informado de la nueva normativa electoral. En la ¨²ltima estaci¨®n, el jefe de la secci¨®n de voto por correo, m¨¢s cordialmente que nunca, me marea con mil tipos de consideraciones que desembocan en la m¨¢s certera de cuantas esta ma?ana de horas de trabajo perdidas he podido recibir: "En cada elecci¨®n cambian la normativa y no sabemos c¨®mo resolver los casos, lo m¨¢s probable es que este se?or se quede sin poder votar". No debo omitir que en todas las estaciones de este v¨ªa crucis electoral no falt¨® nunca la amabilidad. La competencia, en todas.-